¿Fin del Imperio?

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¿Fin del Imperio?

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El colapso financiero reciente, cuya primera gran crisis ocurrió en 2007, va a continuar produciendo incalculables daños para la humanidad. De hecho, a pesar del colapso ser evidente, los segmentos sociales indignados por causa de las consecuencias de él no lograron organizarse, ni arrebatar el poder de los que lo han causado.

2 En el 2º semestre de 2011, están presentes nuevamente los factores explosivos que hicieron detonar la crisis de 2007/2008, como derivativos en montante por encima de U$S 600 billones, contando sólo los negociados directamente entre las partes, sin incluir, por lo tanto, los operados en Bolsas. A eso se suma ahora la perspectiva de insolvencia de los Estados Unidos y de países de la Unión Europea en sus deudas públicas.

3 Seis grandes bancos de Wall Street están expuestos en U$S 1,5 billones, sólo en las deudas de España y de Italia.  Otro tanto, o casi, de créditos a esos dos países está en la bolsa de bancos alemanes y franceses.

4 Las economías y las sociedades de esos países se hunden cada vez más en la depresión, mientras el FED en los EUA y el Banco Central Europeo emiten moneda y dan créditos subsidiados a los banqueros creadores y detentores de títulos podridos privados y públicos, además de comprar esos títulos por muchísimo más de lo que valen.

5 La Oficina de Responsabilización (Accountability) del Gobierno – GAO, vinculada al Congreso de los EUA, hizo auditoria en la Reserva Federal (FED) a pedido del senador disidente Bernie Sanders. El informe reveló que, de 1º de diciembre de 2007 a 21 de julio de 2010, el FED concedió préstamos secretos a bancos y corporaciones financieras, en el montante de 16,1 billones de dólares, cuantía mayor que el PIB de los EUA (U$S14,5 billones).

6 Ese dinero no fluye para la economía, va para la especulación, y la perspectiva es de que la depresión se haga aún más trágica, por causa de los cortes en los gastos públicos y de los aumentos de impuestos “para reducir los déficits presupuestarios”.

7 Observadores apresurados se animan con el fin del imperio, al ver la continuada caída de valor del dólar y el descenso de la cotización de los EUA, por parte de una agencia de riesgo de crédito.

8 No evalúan que la oligarquía financiera se ha aprovechado del colapso que generó, para dar inmenso salto cualitativo en la concentración, demostrando, además, control total sobre los gobiernos de las “democracias representativas”, las cuales nada tienen de democráticas.

9 Aún en los países centrales, los dueños de las finanzas – y del poder – ya habían, desde los años 80,  hecho crecer muchísimo la concentración de riqueza real y financiera, determinando políticas públicas, como la fiscal, las cuales los favorecieron cada vez más. Después del viraje del siglo, acumularon cantidades inmensas de logros mediante la fraudulenta explosión de los derivativos, uno de los factores que llevó al colapso.

10 Como el grueso de esos derivativos no tiene sustentación real, el perjuicio decurrente fue mayor de que aquellos logros. Sin embargo, fue pagado por los Tesoros y bancos centrales.

11 La consecuencia de eso es que, además de grandes bancos estar de nuevo cerca de la suspensión de pagos por haber reincidido en el negociado de los derivativos, ahora también quedaron en situación de pre-insolvencia los Estados “soberanos”, que salvaron los bancos después de la crisis de 2007-2008.

12 Los Estados imperiales aún pagan intereses muy bajos en sus deudas públicas demasiado altas (120% del PIB en los EUA), pero ese no es el caso, de la periferia europea, en la cual las tasas vienen subiendo y agravando mucho las cosas.

13 En Brasil, la deuda pública aún representa porcentaje tolerable del PIB, pero el “gobierno” y el BACEN parecen insistir en que el Brasil entre en la lista de los quebrados, por la composición de los intereses a las tasas absurdamente altas que decretan en perjuicio del País.

14 Volviendo a la cuestión en los EUA y Europa, pasada la primera crisis del colapso financiero, gracias a la increíble e inmoral ayuda pública, la oligarquía hizo elevar exponencialmente, a través de la depresión, el grado de concentración. Durante las depresiones, el poder relativo de los concentradores crece mucho, con las pérdidas de las empresas menores y de los asalariados, y aquellos se aprovechan para adquirir activos a precios de liquidación, sin hablar en las ganancias con nuevas especulaciones financieras.

15En efecto, ellos dominan las economías centrales y aún más las periféricas, de cuyos recursos naturales se apoderan céleremente, colocando la humanidad en la ruta de la esclavización total, para no decir del exterminio.

16 De momento, no es el imperio ni el capitalismo que está acabando. Quién está con la supervivencia en peligro son las víctimas del capitalismo. Más importante: a los centenares de millones de personas que ya se perjudicaron en el proceso, otro tanto va siendo añadido al rol de los destituidos y masacrados.

17 El sistema de concentración financiera y económica en las manos de pocos grupos y familias oligárquicas (esa es la definición de capitalismo) prosigue causando estragos en escala creciente: desempleo, miseria, rebeliones de su interés, guerras de gran bulto planeadas por los directores del capitalismo, conscientes de la desconstrucción diabólica que están realizando, a fin de hacer su tiranía cada vez más absoluta.

18 No se puede prever cuando eso va a parar. Pero se podría deducir la única manera posible de conseguir: retirando de las manos de los dueños de la concentración y de la tiranía mundial el poder que ellos detienen sobre los gobiernos, los aparatos militares y los servicios secretos que comandan.

19 Aunque cada vez más horrores sociales y económicos estén aconteciendo y generando revuelta, también crece la represión policial y el totalitarismo en la desinformación. Esos horrores sólo acabarán si las sociedades encontraren un modo de conquistar el Estado y organizarlo bajo los principios del bien común, solamente viable sin bancos privados con derecho a crear dinero y que si sean quebrados los oligopolios y los carteles.


*Adriano Benayon es Doctor en Economía. Autor de “Globalização versus Desenvolvimento”, editora Escrituras. [email protected]
Traducciones: [email protected]

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