Junio de 2013, la impostura y los impostores

Foto: Dirceu Neto
População foi às ruas na última segunda-feira
Foto: Dirceu Neto

Junio de 2013, la impostura y los impostores

Traducción Enrique Chiappa

 

En la secuencia del ataque fascista al grupo de humor “Porta dos Fundos”, en diciembre último, se descubrió cómo uno de sus autores un sujeto llamado Eduardo Fauzi, figura obscura que actúa en las huestes de la extrema derecha. Luego, fue vehiculada una declaración de Elisa Quadros solidarizándose con Fauzi, en 2013, después de este ser detenido en un entrevero contra un agente del ayuntamiento de Río. Esta fue la seña para que todo el campo político vinculado al petismo volcase sobre el papel su odio visceral a las Jornadas de Junio, como se estuviera “finalmente comprobada” su conexión orgánica con la CIA, la extrema derecha etc. (A propósito, delante de una detención, no se indaga atestado ideológico, y sí, si fue arbitraria o no).

Algunos ejemplos: Lula, en entrevista al canal Telesur, dijo que “las manifestaciones comenzaron como parte del golpe incentivadas por la media brasileña, incentivadas yo creo que, inclusive, de fuera para adentro. Creo que tuvo el brazo de Estados Unidos en las manifestaciones de Brasil”. El vicepresidente del PT, Alberto Cantalice, twitto: “Junio de 2013 fue como la Marcha de la Familia en 1964”. Luis Nassif, en el blog Brasil 247, afirmó que “probablemente, aún sin impulso externo junio de 2013 tendría protestas”. Él tiene dudas. Joaquim Carvalho, en el mismo lugar, es más incisivo: “Brasil acogería dos eventos que son las principales vitrinas de los países: La Copa del Mundo y las Olimpíadas, eventos de país de peso. Era casi un gigante, las protestas hicieron del país una nación casi enana, hoy bajo administración del bajo clero”. Y concluye, con un juego de palabras bien espirituoso, diciendo que las jornadas fueron, en verdad, las “burradas de junio de 2013”.

De la acción por un reducido bando fascista en medio de la noche a la condena de un movimiento de masas de millones, y que aún repercute, en sólo algunas frases vulgares, con aires conspiratorios de quinta categoría. Una lógica admirable, como se ve, cuyas conexiones fantásticas tienen tanto compromiso con la verdad como las que Olavo de Carvalho distribuye por ahí. Cámbiense los blancos, se verá que el maniqueísmo barato es el mismo.

En verdad, la única conclusión a quitar a partir de eso es que Junio de 2013 aún no salió de la pauta política brasileña. Y que el petismo y todo lo que él representó – la alianza con figuras como Sarney, Maluf y Edir Macedo (para citar algunas), el mantenimiento del sigilo de los archivos del régimen militar, la opción descarada por el latifundio, su nefasto papel de cooptación y despolitización de una gran cuota del movimiento obrero y popular – fue un blanco tan legítimo de las protestas de entonces como lo es el actual gobierno de Bolsonaro/generales.

En este punto, me gustaría evocar dos imágenes emblemáticas. Una, de 2009, pero que participa activamente del contexto “Junio de 2013”: el día 2 de octubre de aquel año, el Comité Olímpico Internacional (COI) anunciaba  Río como sede de las Olimpíadas de 2016 (dos años antes Brasil había ganado la candidatura para acoger la Copa de 2014). Lula, Sérgio Cabral, Eduardo Paes, Carlos Arthur Nuzman y Orlando Silva surgen delante de las cámaras, emocionados, eufóricos, conmemorando la victoria. Era el auge de la pedantería, el retrato de una época. Sólo que esta victoria se reveló en verdad amarga, sobre todo para las miles de familias que perdieron sus casas para dar lugar a pasillos de autobuses y teleféricos. Para ellas, el “país de peso” al cual se refiere Joaquim Carvalho se medía por el tamaño de los tractores que destruían sus hogares. (Esto valdría también para los campesinos y pueblos indígenas desalojados por el “agro negocio”, o por las hidroeléctricas, de que el capítulo Belo Monte es ilustrativo, pero no único).

La otra imagen es de 20 de junio de 2013, en la avenida Presidente Vargas, centro de Río, alrededor de las 21h. La multitud enfurecida no recula delante de las bombas de gas, balas de goma, zurras, detenciones arbitrarias y tiros de fusil (sí, aquí en  Río la policía de Sérgio Cabral usó fusiles en las protestas). El Sr. Gobernador envía, entonces, su más notorio emisario: el Caveirão(vehículo blindado policial). Delante del sambódromo, la juventud combatiente expulsó el blindado asesino de la policía que más mata en el mundo, en un auténtico carnaval fuera de época, épico, histórico, militante, con camisas sudadas en la cara y barricadas en lugar de fantasías. Delante de las cámaras del mundo todo, aquel artefacto era inservible, algo ridículo. El sólo tiene sentido allí donde tiene licencia para matar.

Véanse estas dos imágenes: ¿cuál el polo de la libertad y cual el polo del fascismo? Por la extraña lógica de los personajes citados arriba, el Caveirão estaría resguardando la “democracia”, los jóvenes pobres y precarizados  que bloquearon su pasaje serían “fascistas”. Así como Lula, Cabral, Paes y Nuzman serían el “pueblo”, mientras los que denunciaban las remociones y los megaeventos serían agentes de las “élites”, esta impostura conceptual fabricada por la sociología petista para no hablar jamás, bajo hipótesis alguna, en clases y luchas de clases.

¿Habría sido “orquestada” por la extrema-derecha la campaña “¿Dónde está Amarildo?”, que llevó para los titulares de todos los periódicos del mundo la criminal política de desapariciones, torturas y segregación socioespacial implementada por la Unidad de Policía Pacificadora (UPP – que nació alabada por muchos “intelectuales progresistas” y promesas de nacionalización por parte de Lula)? ¿Qué decir del auge de las huelgas obreras, que pasaron de 877 en 2012 para 2.050 en 2013? ¿Qué decir, ahora en el sentido inverso, de la cementación de las leyes penales, como, por ejemplo, la nueva ley de organizaciones criminales (que estrenó en octubre de 2013 llevando 70 personas presas al azar en las escaleras de la Cámara Municipal de Río para presidios en Bangu) y en particular la ley antiterrorismo, estas sí, instrumentos muy útiles y funcionales a la extrema derecha en las batallas que se avecinan?

Aquí, es preciso reconocer un hecho: cuando, en incontables protestas de Junio, los partidos dichos de izquierda fueron rechazados, eso se debía a que eran identificados como partidos del gobierno. No hay lugar en el mundo en que gobernantes sean recibidos con simpatía por los que están en las calles protestando contra sus medidas. Y, sí, la desmoralización de la izquierda y de su color rojo, su asociación con un partido corrupto – en primer lugar, corrupto ideológicamente – fue uno de los mayores servicios que el petismo pudo prestar a la derecha. Fue, realmente, un trabajo “normalizado FIFA”.

El año de 2013 marca, ciertamente, la agudización de la lucha de clases en el país, su elevación a otro nivel, pero sería tan absurdo responsabilizarlo por el “ascenso de la derecha” como culpar los jóvenes que marcharon en las calles en 68 por la decretación del AI-5. De todas maneras, las condenas petistas a la lucha de masas no son sólo histéricas, son igualmente estériles. Suenan, digamos, como el amargo lamento de un viejo impostor desenmascarado, cuyos trucos anticuados son incapaces de arrancar unas monedas del público, como en los viejos tiempos. Si, como fuerza institucional, obrero-burguesa, el PT seguirá existiendo, la belle époque en que detenía amplia hegemonía sobre el movimiento popular en general y sobre las movilizaciones de la juventud en particular, acabó; el encanto se fue, llorad y gritad cuánto quered. Sin embargo, la prolongación de su ocaso aún podrá provocar muchos perjuicios a la lucha popular, como mínimo, por las ilusiones institucionales que alimenta y concluye. Cualquier subestimación al respecto sería equivocada. Es preciso, por eso, en los próximos años – como diría Marx – dejar que los muertos entierren los muertos. Al infierno con ellos.

En tiempo: se afirmó, arriba, que Junio de 2013 aún no salió de la pauta política brasileña. Mejor sería decir que es toda la pauta política brasileña que aún no salió de Junio  de 2013. Un 2013 ampliado, complejo, ensenado en cámara lenta, que continúa a espera de un desenlace.

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