La clase obrera en la Revolución Democrática

Charge: Vini 2017

La clase obrera en la Revolución Democrática

La serie de artículos que AND ha publicado sobre los 100 años de la gran Revolución Socialista de Octubre con los acontecimientos ocurridos en el año de 1917, en Rusia, llama la atención para dos revoluciones ocurridas en aquel año: la revolución democrática y la revolución socialista.

El aspecto ininterrumpido del pasaje de una para otra obscurece, históricamente, la ocurrencia de la revolución democrática y, consecuentemente, su importancia como necesidad para la revolución socialista. Esta necesidad se hará sentir con mayor profundidad en el desarrollo de la Revolución China.

Dos debates, dose luchas

Frente a la inminente derrocada de la quebrada autocracia zarista y ya en la época del capitalismo monopolista (el imperialismo), con la cual se concluyó la época de la revolución burguesa mundial, Lenin convocaba el proletariado a asumir la dirección de la revolución democrática por medio de la insurrección armada, para la implantación de la república y de la dictadura democrática revolucionaria de obreros y campesinos. Así, Lenin dejaba claro la imposibilidad de la burguesía rusa, defensora de la participación en la guerra imperialista, dirigir la revolución democrática.

En el año de 1917, en 27 de febrero (en el calendario juliano utilizado en Rusia de la época, lo que corresponde a 12 de marzo en el calendario gregoriano utilizado en Brasil), se realizó la revolución democrático burguesa, por medio de las sublevaciones obreras y campesinas armadas, poniendo abajo la monarquía zarista y dando lugar a un Gobierno Provisional, articulado por la burguesía y por los partidos oportunistas menchevique y socialista-revolucionario, creando así la situación de una dualidad de Poder con el Sóviet de Obreros y Soldados.

Contrariando aquellos que deseaban consolidar el poder burgués del Gobierno Provisional por medio de una constituyente, Lenin retorna del exilio y lanza sus tesis sobre el pasaje inmediato a la revolución socialista bajo el lema de Todo Poder a los Sóviets. Al ser inquirido sobre ser defensor de la revolución democrática, de pronto respondió: “esta ya se realizó”.

Sin embargo, fue en la Revolución China, dado al mayor atraso de aquel país y su condición semicolonial-semifeudal, que la cuestión de la revolución democrática quedó más evidente.

Después de una tremenda lucha de dos líneas en el interior del Partido Comunista de China, el Presidente Mao Tsetung consigue afirmar la dirección correcta de la revolución china como revolución democrática de nuevo tipo, combatiendo implacablemente el oportunismo de “izquierda”, que tantos perjuicios había traído al Partido y a la revolución por persistir en la vía de la insurrección inmediata en las grandes ciudades, siguiendo mecánicamente el “modelo” de la revolución socialista en Rusia.

Analizando la condición semicolonial de China y de los demás países subyugados por el imperialismo, y percibiendo en todos ellos una burguesía lacaya surgida del engendro de un capitalismo de tipo burocrático por parte del imperialismo, el Presidente Mao proclamó su tesis de la necesidad de un Estado de Nueva Democracia – es decir, la dictadura conjunta de las clases revolucionarias – que concretizara las tareas del establecimiento de la República Democrática, barriendo la semifeudalidad, el capitalismo burocrático y la dominación imperialista. Tareas que la burguesía china estaba impedida de realizar por su subyugación al imperialismo.

Además de concebir el Frente Único de las clases revolucionarias para liquidar el dominio del latifundio, del capitalismo burocrático y del imperialismo, el Presidente Mao, apoyado en Lenin, recuperó para la Revolución China la tesis muy importante de la alianza obrero-campesina como base de ese mismo Frente Único Revolucionario, tomando el proletariado como fuerza dirigente y el campesinado como fuerza principal, para unir la inmensa mayoría del pueblo en la lucha contra las fuerzas de la reacción, cercarlas y trabar la lucha armada como guerra popular para derrumbarlas del poder, destruir su viejo Estado reaccionario y consolidar la construcción del nuevo Estado revolucionario en todo el país.

El papel de la Ideología

El imperialismo, al engendrar en las colonias y semicolonias el capitalismo de tipo burocrático, aunque manteniendo las viejas relaciones de propiedad de la tierra, la semifeudalidad  y un vasto campesinado arruinado, hace ampliar la masa proletaria. Esta, con rarísimas excepciones, ha estado bajo la camisa de fuerza de la burocracia sindical controlada por partidos burgueses populistas, partidos revisionistas u otras organizaciones oportunistas pequeño-burguesas. Por hallarse, casi que invariablemente, bajo la dirección de una aristocracia obrera de jefitos de las unidades de producción – que maneja las burocracias sindicales principalmente en los sectores más avanzados de la producción, concentrados en las manos de las transnacionales – esta masa proletaria no consigue dar el salto de la lucha económica para la lucha por el Poder.

Desviándose para el oportunismo electorero, esta aristocracia sindical se torna obstáculo para el desarrollo y la influencia de la vanguardia revolucionaria entre el proletariado. Aun así, contra el viento y la marea, la clase nunca dejó de luchar y siguió produciendo cuadros revolucionarios, que desarrollando una práctica bajo la clandestinidad, va asimilando la ideología del marxismo en su desarrollo – inicialmente como marxismo-leninismo, después en los años de 1960 pasó a marxismo-leninismo pensamiento mao tsetung y, desde el inicio de la Guerra Popular en el Perú (1980) devenido en maoismo – para constituir Partidos Comunistas en los cuales nunca existieron o reconstruirlos donde el revisionismo lo liquidó, todo para dirigir la revolución democrática ininterrumpida al socialismo, mediante la guerra popular, por el camino del cerco de la ciudad por el campo. Marxismo-leninismo-maoismo y Guerra Popular que son válidos también para las revoluciones socialistas en los países imperialistas, aplicados a sus particularidades.

La marcha del Partido del proletariado

La Primera Ola de la Revolución Proletaria Mundial inauguró la Nueva Era de la Humanidad con el triunfo de la gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia, concluyendo la época de la revolución burguesa mundial y abriendo la nueva época de la Revolución Proletaria Mundial, cumpliendo su primera etapa estratégica, la de la defensiva estratégica.

Bajo la dirección de Partidos Comunistas marxista-leninistas se avanzó hasta alcanzar la segunda etapa, la del equilibrio estratégico, con la grandiosa victoria contra las fuerzas del nazifascismo en la Segunda Guerra Mundial, capitaneada por la Unión Soviética y su heroico Ejército Rojo, bajo la jefatura del gran Stalin; y con el triunfo de la gran Revolución China, de 1949. Estos, sin embargo, sufrieron el duro ataque de la contrarrevolución, a través de la usurpación del Partido, del Ejército y del Estado por los revisionistas comandados por Kruschov (1956), restaurando el Poder de la burguesía e inmediatamente el capitalismo.

El Partido Comunista de China encabezó la lucha para oponerse al revisionismo moderno de Kruschov, abriendo la más dura lucha de dos líneas entre el marxismo y el revisionismo en escala planetaria (1963), e inmediatamente desencadenando la gran Revolución Cultural Proletaria en China (1966). Fue la gran Revolución Cultural Proletaria que impidió por diez años el restablecimiento capitalista pregonado por los seguidores del camino capitalista dirigidos por Li Shao-chi y Teng  Siaoping, frustrando sus intentos. Sin embargo, con la muerte del Presidente Mao (1976) los revisionistas se encorajaron y volviendo a levantar sus cabezas. Dirigidos por el incorregible revisionista Teng, dieron el golpe de Estado y restauraron la dictadura burguesa y el capitalismo en China.

Cuando los reaccionarios aún conmemoraban su “victoria definitiva” sobre el socialismo y el comunismo, es ahí que se inicia una Nueva Ola de la Revolución Proletaria Mundial, con auge de la insurgencia revolucionaria en América Latina y en Oriente Medio, principalmente con la Guerra Popular en el Perú, conducida por el Partido Comunista del Perú (PCP), que irguió en los más altos cumbres el maoismo como tercera, nueva y superior etapa del desarrollo del marxismo. Partido guiado por el marxismo-leninismo-maoismo pensamiento gonzalo, principalmente pensamiento gonzalo, y bajo la jefatura del Presidente Gonzalo.

Combatiendo implacablemente el revisionismo y todo oportunismo, desencadenó la guerra popular en el campo y en la ciudad, principalmente en el campo, barriendo la semifeudalidad, creando bases de apoyo y Nuevo Poder, arrasando los latifundios y su poder gamonal (oligarquías locales), golpeando sus fuerzas militarizadas y las fuerzas principales del viejo Estado (sus Fuerzas Armadas genocidas) de la gran burguesía y de los latifundistas,  serviles del imperialismo, principalmente yanqui.

Los hechos de la Guerra Popular en el Perú animaron los revolucionarios del mundo entero a abrazar la tarea de constituir o reconstituir partidos comunistas marxistas-leninistas-maoistas para iniciar guerras populares, sumándose a las guerras de resistencia de los pueblos contra el imperialismo invasor y las guerras populares del Perú, India, Filipinas y Turquía. Esto, elevando la Nueva Ola de la Revolución Proletaria Mundial bajo la guía del maoismo para la concretización de la Revolución Democrática ininterrumpida al socialismo en la inmensa mayoría de los países del mundo, los países oprimidos por el imperialismo, y la realización de la revolución socialista en los países imperialistas, para que con sucesivas revoluciones culturales proletarias sigan firmes en el rumbo del luminoso Comunismo.

En Brasil

La experiencia histórica de la clase obrera brasileña y su Partido, el Partido Comunista de Brasil, fundado en 1922, es de extremos acontecimientos, enfrentando las peripecias de la existencia en un país semicolonial, con todo lo que esto significa.

Sufriendo los ataques del oportunismo reformista y careciendo de mayor dominio del marxismo-leninismo, el Partido se levantó en heroicas resistencias, como el Levante Popular de 1935. Luego, los marxista-leninistas promueven la cisión con el legalismo y reformismo electorero de la dirección prestista (1962) y reorganizan el Partido como auténtico Partido marxista-leninista. Acercándose del pensamiento mao tsetung, definen la línea revolucionaria de la Guerra Popular Prolongada, desencadenando la gloriosa Guerrilla del Araguaia (1972) que, con grandioso heroísmo, abrió el camino de la revolución en Brasil.

El Partido Comunista de Brasil, después de la notoria masacre de la Lapa, en 1976, cuando fueron cobardemente asesinados sus principales cuadros revolucionarios, sucumbió.

La camarilla revisionista de João Amazonas rápidamente rechazó la línea revolucionaria de la guerra popular, intercambiándola por la bandera reformista y del cretinismo parlamentario, en defensa de una Asamblea Constituyente, liquidando el Partido Comunista como partido revolucionario y dando origen a un nuevo partido revisionista en el país, bajo la continuidad de la sigla PCdoB. Sigla esta — oportunista electorera — que en los pasados 14 años se integró profundamente con el viejo Estado para ayudar a aplicar las políticas imperialistas de explotación y opresión de nuestro pueblo y de subyugación de nuestra patria.

Es, pues, tarea ineludible de la clase obrera brasileña y de los auténticos revolucionarios reconstituir el Partido Comunista de Brasil para llevar adelante las tareas pendientes y atrasadas de la Revolución Democrática, cuando la crisis general de descomposición del capitalismo burocrático en nuestro país se generalizó en toda la sociedad.

Primero, tenemos la falencia del sistema político opresor y corrupto, expreso en la total desmoralización de sus autoridades erigidas por la farsa electoral, por la crisis de autoridad con la descomposición de las instituciones del viejo y genocida Estado, contendiendo en riñas sin fin de sus grupos y castas de privilegiados.

Luego, como crisis social que abandona las masas más empobrecidas de cualquier asistencia al cortar los recursos destinados a los servicios públicos más básicos, al tomar de asalto los derechos duramente conquistados a lo largo de décadas de arduas luchas, al ampliar la represión brutal contra todo y cualquier protesto de las masas en defensa de sus más elementales derechos y con las masacres contra campesinos en lucha por la tierra e indígenas y quilombolas en lucha por sus territorios.

Las masas fermentan indignación y furia y nuevas olas de rebelión se levantarán en todo el país cuando menos se espere. Estas son las formas y modo como las masas de nuestro pueblo, cansadas de tanta mentira, engaño, injusticias y violencia que el viejo Estado y sus gerentes lanzan sobre ellas, cobran efectiva, seria y corajosa dirección para movilizarlas y organizarlas para barrer con todo este empodrecido sistema de explotación y opresión del imperialismo, principalmente yanqui, sus lacayos (grandes burgueses y latifundistas) y todo este basurero llamado de Tres Poderes de bandidos y vendedores de la Patria. Claman a su modo por la dirección revolucionaria que asuma el gran desafío de pasar a un nuevo momento, a la lucha política, y llevar a las alturas la pendiente revolución democrática.

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