Nikita Kruschov discursa no XX Congresso do PCUS: restauração do capitalismo se inicia na União Soviética
A mediados de los años de 1950 e inicio de los de 1960, el escenario internacional era de elevada tensión. Los imperialistas, ya bajo la hegemonía yanqui, con la estrategia de la Guerra Fría, realizaban todo tipo de provocaciones y amenazas terroristas de una guerra nuclear.
El gran dirigente comunista Josef Stalin había fallecido el día 5 de marzo de 1953. Una contracorriente revisionista, que venía acumulando fuerzas en la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) desde el periodo de reconstrucción con el fin de la gran Guerra Patria, se sintió bastante encorajada con su muerte. La agudización de la lucha de clases en la URSS, sus desafíos y las dificultades del liderazgo en manejarla en esas condiciones de extrema tensión, crearon terreno fértil para el oportunismo y la capitulación.
Los preparativos para el XX Congreso del PCUS (febrero de 1956) fueron marcados por una aguda lucha sorda en el interior del Buró Político y del Secretariado del Comité Central. La forma sigilosa, sospechosa y misteriosa de cómo esto ocurrió, aislada del restante del partido y de las masas soviéticas, favoreció decisivamente los renegados y traidores del socialismo. Dicho congreso aprobó las tesis pacifistas y de renuncia a la lucha de clases y a la dictadura del proletariado, desembocando en el golpe de Estado que expulsará del Partido y Estado soviéticos los más devotados comunistas.
Un nuevo revisionismo había tomado de asalto la URSS y había desencadenado la restauración capitalista. El Movimiento Comunista Internacional se dividió, sumergido en la confusión, y eso impactó fuertemente todos los partidos comunistas de los diferentes países.
XX Congreso del PCUS
Durante la realización del XX Congreso del PCUS, Nikita Kruschov presentó su tristemente célebre “informe secreto” sobre los “crímenes de Stalin”, en el cual enlodó la imagen del gran dirigente comunista y constructor del socialismo para atacar Lenin y el Leninismo, formulando una nueva línea general para el movimiento comunista internacional. Esta nueva línea revisionista sería sintetizada en el XXII Congreso del PCUS, en 1961, en el que el Partido Comunista de China resumió y desenmascaró como los “dos todos” y las “tres pacíficas”.
A partir de 1956 la URSS se convierte de país socialista en un sistema, como había previsto Lenin, socialista en palabras e imperialista de hecho, un país social-imperialista. Por primera vez en la historia el revisionismo pasa a contar con una retaguardia estratégica, el control de un gran Estado.
La nueva línea general lanzada por Kruschov busca convertir partidos comunistas y países aliados a la URSS en puntas de lanza de políticas de dominio, rivalizando con el imperialismo yanqui en la arena internacional, como se desarrollará en las décadas siguientes: en un continuado juego de pugna y colusión en las disputas por las esferas de influencia en el mundo.
Para el proletariado, al perder el poder en la URSS y en los países de Democracia Popular, la base de apoyo central de la revolución proletaria mundial se desplaza para la China Popular, cuyo partido comunista, dirigido por Mao Tsetung, repeliendo el revisionismo moderno de Kruschov y todo oportunismo, alza aún más alto las banderas rojas del marxismo-leninismo y de la revolución proletaria.
El PCCh reservadamente combate las tesis kruschovistas, alertando para el precedente peligroso que creaban. En octubre de 1956 realiza su VIII Congreso, teniendo como cuestión central avanzar o no en la construcción socialista. Subterráneamente, las tesis kruschovistas influenciaron sus decisiones y teorías oportunistas ganaron expresión en el interior del partido. Liu Chao-shi es elevado al comando supremo de la China con derrotas principalmente en la esfera ideológica, con la retirada de las ideas de Mao Tsetung del pensamiento guía del PCCh.
Sin embargo las ideas de acelerar la marcha de la revolución y construcción socialistas, con su profundización en el campo, ganan fuerza en las masas, haciendo surgir las Comunas Populares, agudizando crecientemente la lucha de líneas.
En 1957, Mao Tsetung publicaría una de sus más importantes obras teóricas, La justa solución de las contradicciones en el seno del pueblo. El PCCh publicará la resolución político-teórica Sobre la experiencia histórica de la Dictadura del Proletariado y, posteriormente, Otra vez sobre la experiencia histórica de la Dictadura del Proletariado. Obras que tratan de la lucha de clases en las condiciones del socialismo, a la luz de las experiencias soviética y china, de las diferentes naturalezas de las contradicciones que se dan entre el proletariado/masas populares y sus enemigos (antagónicas) y de las que se dan en el seno del pueblo (no antagónicas), así como los métodos correspondientes de tratar y resolver cada una de ellas.
De esa forma, primero internamente e inmediatamente públicamente, el PCCh denunció el contenido del informe y las formulaciones del XX Congreso del PCUS como una contracorriente revisionista, opuesta al socialismo y a la revolución proletaria, en lo que quedó conocido como “la gran polémica”.
Capa de A Classe Operária com a resposta do PCdoB a Kruschov
El revisionismo de Kruschov, más de que una simple continuación de lo iniciado anteriormente por Earl Browder en los EUA y por Tito en la Yugoslavia, es una síntesis completa de todo el revisionismo moderno. Su aparición, como había definido el PCCh, es antítesis del avance de la revolución proletaria en el mundo. Es la correspondencia directa de la reacción imperialista al equilibrio estratégico con el socialismo en el mundo alcanzado por la revolución proletaria, después de la gran victoria soviética en la II Guerra Mundial y el triunfo de la Revolución China en 1949.
El impacto en el PCB
En Brasil, la noticia del XX Congreso había llegado primero por las manos del Departamento de Estado yanqui y por los periódicos Estado de S. Paulo y el Diario de Noticias, que publicaron en extenso el dicho informe de Kruschov. El PCB en un primer momento niega la veracidad del informe, pero después del retorno de Diógenes Arruda, que fue delegado del partido al congreso, confirmará su legitimidad.
Con los informes del XX Congreso, resurge la línea liquidacionista en el interior del PCB, capitaneada por Agildo Barata, que propugna la sustitución del partido comunista por una organización de frente democrático-burguesa, que luchara por un gobierno nacional-democrático. Inmediatamente, la mayoría de la dirección del PCB cierra hileras, defendiendo la unidad del partido y rechazando el liquidacionismo.
Este acontecimiento será de la mayor importancia, pues en él se manifestará un fenómeno común y poco comprendido en la lucha de líneas en los partidos comunistas y que Mao definiría por “una lucha de líneas oculta otra”. Delante de la manifestación de una línea abiertamente liquidacionista, Prestes llama el partido a centrarse en la lucha contra ella, cuando seguramente este no era el peligro principal para el partido, dado que la inmensa mayoría de la dirección y de los comités la rechazaban. Con eso, el debate sobre las formulaciones del XX Congreso, su oportunismo y revisión del marxismo-leninismo, es prácticamente inexistente. Ejemplo de esto es el hecho de que Pedro Pomar, como parte de la delegación del PCB al VIII Congreso del PCCh, al retornar encontrará los debates prácticamente concluidos.
De esa forma, la lucha contra el liquidacionismo se desviará de toda y cualquier atención en comprender lo que se estaba procesando a partir de las formulaciones kruchovistas. En verdad, la esencia de las formulaciones liquidacionistas no era más de que la manifestación del revisionismo moderno en el país. Ya que, desde entonces, lo que estaba en juego era la existencia del partido comunista como un verdadero partido marxista-leninista para hacer la revolución, o su transformación en un partido más de la social-democracia, reformista burgués, un partido revisionista bajo el nombre de partido comunista.
En realidad, el XX Congreso del PCUS vino a respaldar sólo teóricamente la línea reformista ya defendida por el grupo de Prestes, que se gestara desde 1945, y su adhesión al browderismo (ver AND n° 82).
Con la Declaración de Marzo de 1958, quedará clara la unidad entre las posiciones de Barata y de Prestes. Barata defendía la necesidad de luchar “para dar a nuestra Patria un gobierno nacionalista, democrático y progresista, que sea la expresión de las fuerzas integrantes de un amplio movimiento patriótico” (Barata, 1957). En la Declaración de Marzo de 1958, esta cuestión aparece de la siguiente forma: “La derrota de la política del imperialismo norteamericano y de sus agentes internos abrirá camino para la solución de todos los demás problemas de la revolución nacional y democrática en el Brasil” (subrayado nuestro). Esto para establecer un “gobierno nacionalista y democrático” a través de la conquista de espacios, de la lucha pacífica y de las elecciones.
Después de la salida del grupo liquidacionista, en marzo de 1957, Prestes, alineado con la dirección kruschovista (que había destituido los cuadros de la izquierda Molotov, Malenkov y Kaganovitch del Presidium del PCUS), impone un golpe en la dirección del partido. Durante la reunión del Comité Central de agosto de 1957, destituye Grabois, Amazonas, Arruda y Sergio Holmos de la Comisión Ejecutiva, colocando en sus lugares Marighella, Mário Alves, Giocondo Días y Calil Chad. Con eso, prepara terreno para imponer y sacramentar una nueva línea oportunista derechista a todo el partido.
Para justificar tales medidas, Prestes maniobra la lucha interna del partido, transfiriendo toda la responsabilidad por los errores cometidos a Diógenes Arruda, que entonces ejercía la función de responsable de organización del Comité Central. Vincula aún Arruda a Grabois, Amazonas y Pomar, a fin de estigmatizarlos por sectarismo, mandonismo y por un supuesto izquierdismo, todo atribuido a un también supuesto “estalinismo” del periodo del Manifiesto de Agosto de 1950 al IV Congreso.
La Declaración de Marzo de 1958
La declaración programática de marzo fue preparada por una comisión secreta compuesta por Jacob Gorender, Mario Alves, Armênio Guedes, Dinarco Reyes, Orestes Timbaúva y Alberto Pasos Guimarães, y presentada de sorpresa en reunión del Comité Central en marzo de 1958. Sometida a votación en el CC, votaron contra la misma Mauricio Grabois y João Amazonas, y se abstuvieron Calil Chad y Sérgio Holmos (Pedro Pomar, en este periodo, no integraba más el Comité Central. Ver AND n° 83).
La declaración es la primera síntesis de las formulaciones revisionistas en el movimiento comunista brasileño y será la base y madre de todas las posteriores formulaciones del revisionismo y reformismo en nuestro país, desde las tesis del V Congreso de 1960 hasta las “novedades” elaboradas por los que hoy se abrigan en las siglas PCBrasileiro y PCdoB.
Afirma el camino de la transición pacífica para “la revolución antiimperialista y antifeudal”, “a través de la acumulación, gradual, pero incesante, de reformas profundas y consecuentes en la estructura económica y en las instituciones políticas, llegando hasta la realización completa de las transformaciones radicales (…). Bajo la defensa de la llamada “teoría de las fuerzas productivas”, reniega por completo la hegemonía del proletariado: “En las condiciones presentes de nuestro país, el desarrollo capitalista corresponde a los intereses del proletariado y de todo el pueblo”. Al tiempo que usa la consigna de revolución “antifeudal” niega la participación de los campesinos de hecho, afirmando que tal frente incluiría aún “sectores de latifundistas que poseen contradicciones con el imperialismo norteamericano”. Aún en consonancia con “el desarrollo económico”, la declaración afirma que, en la sociedad brasileña, la democratización sería una “tendencia permanente”.
Nótese que las concepciones reformistas asumidas por el grupo de Prestes convergían con el incremento del capitalismo burocrático, particularmente en el posguerra, cuando la gran burguesía burocrática consolida el control del aparato de Estado. Eso se explicita en el apoyo al desarrollismo del gobierno JK, que con su “plan de metas” apalanca los capitales yanquis en el país, principalmente en el sector automovilístico.
Tal incremento era tomado como proceso de desarrollo nacional, que había convertido el país de la condición semicolonial en país dependiente. En los años siguientes, esta sumisión a las tesis desarrollistas se profundizará, comprobando el hecho de que el oportunismo sirve a la gran burguesía burocrática, tomada erróneamente como burguesía nacional.
El desarrollismo, en vez de oponerse al imperialismo, es parte integrante de la política de dominación que, a través de su soporte interno, las fracciones compradora y burocrática de la gran burguesía local, profundiza su dominio sobre el país. Esto porque se sirve de las condiciones semifeudales en el país, condición para mantener represado el desarrollo de las fuerzas productivas, particularmente en el campo, concentrando la propiedad de la tierra, al mismo tiempo en que mantiene una economía campesina arruinada, productora de materias primas y géneros de primera necesidad, asegurando la baja remuneración de la fuerza de trabajo en el país.
Políticamente, subordina el proletariado a la gran burguesía burocrática, a través de la vieja (y tan actual) cantilena oportunista de la existencia de un “gobierno en disputa”, o sea, que este estaría conformado por “un sector entreguista” al lado de un sector “nacionalista burgués”, cabiendo a los comunistas, es claro, apoyar el aspecto progresista del gobierno.
El combate más contundente a la Declaración de Marzo de 1958 fue hecho por Mauricio Grabois, que abrió la polémica en torno a la preparación del V Congreso con el artículo Dos concepciones, dos orientaciones políticas, de 1960, donde afirma: “(…) En lo esencial, tal documento defiende una línea oportunista derechista (…) Tal disposición de fuerzas corresponde a una revolución exclusivamente nacional. Por lo tanto, la solución de la cuestión agraria deja de ser una de las tareas de la revolución (…) Sin forjar la alianza con estas masas, el proletariado no asegura su hegemonía en el movimiento revolucionario.” Y refutando la tesis de la transición pacífica, sostiene que: “nada aún ha comprobado que el camino de la revolución brasileña sea el camino pacífico”.
Así se desencadenó importante lucha ideológica en defensa del partido y del marxismo-leninismo. A los pocos se forma en el Comité Central un núcleo marxista-leninista que combate el reformismo, pero aún de forma insuficiente, no comprendiendo este reformismo como la forma de expresión del revisionismo moderno en el partido.
V Congreso (1960)
La lucha ideológico-política se profundiza en el proceso de preparación del V Congreso, conformándose dos campos opuestos en el Comité Central. En este periodo, más de la mitad de los artículos publicados en la prensa partidaria condena la línea derechista. Entre los dirigentes que se posicionaron contra la tesis-guía del V Congreso estaban Mauricio Grabois, Pedro Pomar, João Amazonas, Ângelo Arroyo, Carlos Danielli, Calil Chad. Este será el periodo más rico de luchas internas trabadas en el PCB hasta entonces, pues con ellas se estableció la base de la separación entre marxistas-leninistas y reformistas.
En las críticas a las formulaciones del V Congreso, la corriente de izquierda mantiene en lo fundamental la línea de la revolución nacional-democrática con las mismas distorsiones de la concepción de los años de 1940, combatiendo sólo el reformismo y la completa omisión sobre el campesinado en la declaración. Las limitaciones de la comprensión por parte de la izquierda quedarán claras en la VI Conferencia (1966) como veremos más adelante.
En ¿Quién falsifica? ¿Quién deturpa? (respuesta a artículo de Jacob Gorender), Grabois profundiza su crítica y apunta que, en vez de conducir a la independencia nacional, este “desarrollo capitalista” resulta en “mayor explotación de las masas y que conduce al fortalecimiento de la dominación imperialista” (subrayado nuestro).
Aún según Grabois, tal formulación se encontraba basada en la incomprensión sobre el carácter de nuestra sociedad y fundada en la revisionista “teoría de las fuerzas productivas”, que creó raíces profundas en el movimiento comunista en nuestro país, según la cual la condición para el proletariado tomar el poder sería el desarrollo de las fuerzas productivas con el capitalismo.
El PCCh sintetizó así esta cuestión: “El problema de si el proletariado puede o no tomar el poder no se determina en absoluto por el nivel de las fuerzas productivas, pero sí, objetivamente, si existe o no una situación revolucionaria, y en lo subjetivo si él cuenta o no con un partido comunista armado con el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung, el cual dirija de manera acertada las amplias masas revolucionarias en una lucha heroica por la conquista del poder”.
Pedro Pomar en su artículo ¿Análisis marxista o apología del capitalismo?, publicado en la Tribuna de Debates del V Congreso del PCB (periódico Novos Rumos de 6 a 12 de mayo de 1960), afirmaba: “el centro de los debates debe girar, a mí ver, en torno a la línea general y de la táctica (…) Mientras no derrotemos las concepciones derechistas, en el terreno ideológico, político y de organización, no avanzaremos en el camino de la revolución, ni tampoco tendremos éxito en el combate a las concepciones derechistas, tan entrañadas en el Partido”.
Pomar destaca que, a pesar de las tesis del V Congreso avanzar en la conceptuación de la burguesía brasileña al separarlas en dos partes, siendo una genuinamente nacional y la otra atada al imperialismo, adoptan criterios subjetivistas para la definición de su papel. “El grado de concentración de capitales no es, así, el factor decisivo que divide la burguesía brasileña”. “Ni como capa, ni como sector, sin embargo esa burguesía [gran, nota nuestra] no debe ser confundida con la burguesía nacional, que es fundamentalmente la burguesía media, aquella que no posee o casi no tiene lazos con el imperialismo y los latifundistas y enfrenta las dificultades de la dominación imperialista”.
A fin de asegurar la mayoría de delegados al V Congreso, el grupo de Prestes comete todos los tipos de violaciones a los principios del centralismo democrático. Ejemplo de esto es la actuación de Prestes en el Comité Distrital del Tatuapé-SP. Tal comité, entonces dirigido por Pedro Pomar y José Duarte, era una de las principales bases obreras del PCB, e importante centro de resistencia a las posiciones oportunistas. Prestes participa personalmente del Congreso Distrital del Tatuapé, usando toda su autoridad personal para impedir la elección de Pomar como delegado y destituir el histórico dirigente obrero y comunista José Duarte de la dirección de aquel comité distrital.
Luis Momesso relata en su libro sobre José Duarte que, después de la larga intervención de Prestes y las intervenciones de los presentes, José Duarte tomó la palabra y, con una mirada fusiladora, con voz pausada y dura dijo:”Pensé que ustedes hubiesen viniendo aquí para hacer autocrítica porque destruyeron la prensa del partido y acabaron con la juventud comunista, encaminaron por el reformismo y liberalismo burgués. Dicen que yo soy sectario y que no comprendo la política, pero lo que ocurre es que ustedes traicionaron la revolución proletaria y quieren transformar nuestro glorioso partido en un partido burgués cualquiera”.
Derrotado políticamente, Prestes se utiliza del centralismo para destituir José Duarte, pero no consigue impedir la elección de Pedro Pomar por amplia mayoría. Pomar, junto a otros cuadros, serán importantes tribunos dentro del V Congreso contra las posiciones reformistas-oportunistas. En el Congreso, a pesar de la oposición del grupo de Prestes, son electos suplentes del Comité Central: Pomar, Carlos Danielli y Ângelo Arroio.
Manipulado por la dirección prestista, el “V Congreso aprueba las tesis oportunistas y aparta del cuadro de miembros efectivos del Comité Central los que resisten a su orientación. Pero la lucha trabada por los marxistas-leninistas da frutos: despierta gran número de militantes para el combate a las concepciones erróneas y aguza su espíritu crítico”. El V Congreso alejó del Comité Central doce de sus miembros efectivos, en un conjunto de 25, además de varios suplentes.
Luego, en agosto de 1961, bajo el pretexto de garantizar la legalización del partido, el grupo de Prestes, que ya controlaba la dirección del PCB, sumariamente adopta nuevos Programa y Estatutos, modificando el nombre para Partido Comunista Brasileño y retirando las referencias al marxismo-leninismo, al internacionalismo proletario y al objetivo del socialismo.
En reacción al golpe, un grupo de dirigentes y militantes publica En defensa del Partido, una carta firmada por cien destacados militantes, que quedó conocida como “la Carta de los Cien”. El texto denuncia los ataques al partido por los revisionistas e identifica esas posiciones como teniendo sus raíces en el XX Congreso y en la corriente liquidacionista de Barata. El Comité Central prestista reacciona puniendo aquellos militantes y, a finales de 1961, expulsa Grabois, Pomar, Amazonas, Ângelo Arroyo, Carlos Danielli, Calil Chad, entre otros.
Escisión y la reconstrucción de 1962
Delante de la destrucción orgánica, cupo a la fracción proletaria asumir la reconstrucción del partido comunista en nuestro país. En febrero de 1962 se realiza la V Conferencia Nacional (extraordinaria) del Partido Comunista del Brasil. En la conferencia es aprobado un Manifiesto-Programa y es electa una nueva dirección central, compuesta por ocho miembros del antiguo órgano dirigente y diversos militantes con más de 20 años de actividad partidaria ininterrumpida. Para diferenciarse de la agremiación de Prestes, que había mantenido la sigla PCB, los marxistas-leninistas, manteniendo el nombre internacionalista de Partido Comunista del Brasil, sus Estatutos y órgano Central, adoptan la sigla PCdoB.
La escisión de 1962, aunque no tuviera una clara comprensión del revisionismo moderno, es la primera a ser realizada en los partidos comunistas en el mundo capitalista después de su surgimiento con el XX Congreso del PCUS. Es un importante marco histórico, pues concluye un largo periodo de convivencia entre marxistas y revisionistas dentro de una misma organización, desde el congreso de los bolcheviques de 1912, liderados por Lenin, que se separó orgánicamente de los mencheviques y de otras fracciones oportunistas del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia.
Aunque sus actores no se dieran cuenta de que esta lucha era parte de una lucha mucho mayor contra todo revisionismo moderno, se identificarían crecientemente con ella, haciendo con que poco a poco comprendieran la real dimensión de su contenido. El Manifiesto-Programa aún presenta ambigüedades decurrentes de esta incomprensión. A la vez que rechaza la transición “pacífica”, afirmando que “las clases dominantes hacen inviable el camino pacífico de la revolución”, sigue considerando que la “Unión Soviética marcha para el comunismo”, y aún de que era necesario un combate sistemático al “culto a la personalidad”.
Veamos que la identificación de los problemas de dirección como siendo debido a un supuesto “culto a la personalidad” (como fuera odiosamente atribuido a Stalin por el revisionista XX Congreso) impidió a los revolucionarios de comprender a fondo la verdadera naturaleza de los problemas que marcaron la dirección del partido durante su existencia. Los desvíos de tipo mandonista de cima a bajo y deformaciones imitativas, nada tenían a ver con la dirección de Stalin, pero eran derivadas de incorrectos métodos de dirección, resultantes de desvíos pequeño-burgueses en la dirección del partido, siendo necesaria una profunda autocrítica a través de un sistemático proceso de rectificación. Aún con la reconstrucción de 1962, desvíos de este tipo se mantuvieron, impidiendo la lucha de líneas, vital para el desarrollo partidario y forja comunista.
En ese periodo el Partido Comunista del Brasil reconstruido, el PCdoB, debido a la herencia oportunista, manifiesta en las ambigüedades de sus formulaciones, busca alineamientos internacionales de forma aleatoria con el propio PCUS y el PC cubano, los cuales lo rechazaron. Después de una mayor aproximación con el PCCh toma conocimiento de la implacable lucha contra el revisionismo moderno que se estaba trabando, elevando su comprensión sobre la naturaleza y significado de esa enfermedad. El periódico La Clase Operaria llegó a publicar algunas de las cartas de la polémica entre el PCCh y el PCUS desde el XX Congreso e iniciada públicamente en julio de 1963.
Ya en el segundo semestre de 1963, viajan los primeros grupos para realizar cursos de formación preparatorios en China, bajo la dirección de Mauricio Grabois. Entre ellos estaban Osvaldo Costa (Osvaldão), Giancarlo Castiglia, Piahuí Dorado y otros (todos militantes que, posteriormente, caerían en combate en la Guerrilla del Araguaia).
Respuesta a Kruschov
En 1963, Kruschov, en una carta del PCUS dirigida al PCCh, acusa los dirigentes comunistas brasileños de ser un grupo “antipartido” incitado por los chinos y cita nominalmente Mauricio Grabois y João Amazonas. El PCdoB publica una carta abierta con el título Respuesta a Kruschov firmada por el Comité Central, cuya autoría es atribuida a Mauricio Grabois, denunciando las posiciones revisionistas adoptadas por el PCUS y sus correligionarios en Brasil, haciendo la defensa del marxismo-leninismo y del PCCh. Esta carta, como demarcación de posición, fuera un importante marco, tanto en el interior del PCdoB, cuanto para la confrontación ideológica que se daba en el mundo.
El golpe de Estado fascista de 1964
En 1º de abril de 1964, irrumpe el golpe de Estado militar-civil, patrocinado directamente por el imperialismo yanqui, deponiendo el presidente João Goulart. Jango, como representante de la burguesía nacional, había asumido después de la renuncia de Jânio Cuadros. Un gran movimiento de masas, dirigido por fuerzas nacionalistas y democráticas, encabezado por Leonel Brizola, entonces gobernador de Río Grande do Sul, garantiza la posesión de Jango.
En el Nordeste, las Ligas Campesinas, que habían sido creadas en enero de 1955, aumentaban enormemente su influencia y organización, con el lema de “reforma agraria en la ley o a la fuerza”, y amenazaban seriamente las oligarquías latifundistas. Las Ligas, bajo la influencia creciente de la victoria de la Revolución Cubana en 1959, pasaron a ser blanco de gran preocupación de las clases dominantes y del imperialismo.
Jango había asumido un programa de reformas de base, cuyo eje era la reforma agraria y mantuvo una postura más conciliadora durante el gobierno. Sin embargo, en 1964, delante de la creciente movilización popular y del acelerado agravamiento de la situación política, con conspiraciones abiertas para derrumbar su gobierno, define por apoyarse en la movilización popular para concretizar su programa de gobierno y detener el golpe. Para eso organiza el famoso Comício de la Central del Brasil, en Río de Janeiro, en 13 de marzo de 1964, que reúne más de 200 mil personas, convocando el pueblo a apoyar su gobierno. Días antes Jango ya había firmado un decreto, desapropiando tierras a las márgenes de las carreteras y ferrocarriles federales y desapropiando también refinerías particulares.
Las reformas de base y los posibles desdoblamientos de la movilización popular se chocaban frontalmente con los planes del imperialismo yanqui y de las clases dominantes locales. Delante del golpe, Jango retrocede e impide su dispositivo militar de reaccionar, renuncia y se exila en el Uruguay.
Prestes, en su euforia reformista, había afirmado días antes del golpe que el PCBrasileiro estaba prácticamente en el poder, que los reaccionarios estaban derrotados, defendiendo que la movilización de masas y el dispositivo militar de Jango impedirían cualquier tentativa golpista.
Sus tesis acerca de la democratización creciente de la sociedad brasileña cayeron completamente por tierra el día 1º de abril. Así había quedado comprobada a los ojos de todos la imposibilidad de cualquier conquista democrática significativa por la vía pacífica, lo que inmediatamente generaría nuevas rupturas en el partido de Prestes.
En El golpe de 1964 y sus enseñamientos, el PCdoB reafirma la defensa de la lucha armada. La cuestión de la violencia revolucionaria pasa a ser un importante punto de unidad, aunque hubieran grandes discrepancias en cuanto al contenido y forma de que tal lucha debería revestirse. Ya en marzo de 1966 el PCdoB asume un papel activo en la lucha ideológica, publicando carta abierta a Fidel Castro, intitulada El Marxismo-Leninismo triunfará en la América Latina, donde critica firmemente la adhesión de Castro al revisionismo moderno y sus ataques al PCCh y a la República Popular China.
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