La estrategia montada por Luiz Inácio para su sucesión consiste en transformar las próximas elecciones en un juzgamiento entre su gestión y la gestión de Cardoso. Como es imposible diferenciarse en lo principal, ya que él es continuador de Cardoso, desciende a pormenores para puntuar diferencias a las cuales ha dado una publicidad fantástica pagada, lógicamente, con dinero del pueblo.
La farsa de la farsa electoral
Pelea entre fracciones y nada más. Este es el resumen de la próxima escenificación montada para engatusar el pueblo brasileño sobre la existencia de una democracia en el país. Mientras tanto el imperialismo, teniendo al frente la oligarquía financiera internacional, lleva adelante su proyecto de impulsar el capitalismo burocrático como condición para mantener las históricas relaciones semicoloniales de explotación y dominación del Brasil. Para lograr éxito su plan contempla con algún mimo la gran burguesía y el latifundio de viejo y nuevo tipos y esparce limosnas por todo el país. Aquel que se presente en mejores condiciones de administrar esta orden será el escogido para gestionar la semicolonia. En cuanto al voto, bien, el voto en su condición obligatoria, es sólo un detalle.
Como dejamos claro en artículo publicado en la edición nº 65 de AND, las elecciones no cambian el carácter del Estado, no tiran de la escena política los grupos de poder. A lo sumo provocan una reacomodación en la ocupación de posiciones dentro de la estructura de la burocracia estatal. Siendo así el tal plebiscito de Luiz Inácio sólo puede ser la elección entre el sucio y el mal lavado.
Vale todo para agradar a los amos
Al ser puesto como definidor de la vida y de la muerte entre todos los vivientes sobre la faz de la tierra, el mercado es el gran referencial para la elaboración de los programas de los candidatos los cuales no osan, en hipótesis alguna, contrariar sus humores y, si por ventura, alguna declaración sale de mala manera, luego hacen acto de constreñimiento e imploran su perdón.
El Banco Central es el guardián de los intereses de la oligarquía financiera internacional o de lo que se llama vulgarmente de "mercado financiero". La prensa de los monopolios, por su parte, cela para que la "opinión pública" lo tenga siempre en alta consideración, haciendo con que sus decisiones parezcan siempre estar por encima del bien y del mal. Dentro de la prensa burguesa se destaca cómo una de las guardianas del mercado la señora Miriam Leitão.
En una entrevista en la Radio CBN, concedida a Miriam Leitão, el candidato Serra fue cuestionado por ella sobre su posición de colocar parámetros a la actuación del Banco Central. "Al reafirmar tal posición Serra inmediatamente tuvo contra sí la desconfianza del mercado en forma de un tamaño alarido que el mismo día vino la "aclaración": "A la mesa de la economía brasileña yo ayudé a erguirla. La mesa estaba en el suelo. Todo el mundo que me conoce sabe que yo no voy a volcar la mesa. La base económica del cambio fluctuante, responsabilidad fiscal y metas de inflación, está ahí y vino para permanecer" dijo él en un evento promovido por los ultramercadistas.
Aprovechando el "desliz" del concurrente, la candidata Dilma, se apresuró en declarar su amor al mercado: "Para mí es importantísima la autonomía operacional que el Banco Central tuvo durante el gobierno del presidente Lula. Las relaciones institucionales tienen que pautarse por la mayor tranquilidad posible." Y adelantó: "En equipo que está ganando no se toca. Es una regla del fútbol. Estamos ganando toda esta estabilidad que conquistamos. Es muy buena esta autonomía operacional que el Banco Central tiene que es indiscutible". Las declaraciones tanto de Serra como de Dilma fueron recogidas por el periódico O Estado de São Paulo, también un contumaz guardián del mercado.
Como vemos, se trata de una diferencia de sintonía fina. Tanto en cuanto el propio Luiz Inácio declaró en entrevista a otro adulador de la oligarquía financiera, el periódico El País de España, que "gane quién ganar, nadie hará ningún disparate". Sobre este asunto él habla de cátedra, pues, como su continuador, conoce bien la línea de Serra y Cardoso. Y, confundiendo sumisión a las políticas impuestas por el FMI y el Banco Mundial con seriedad, añadió: "Si Brasil mantiene en los próximos cinco años la seriedad en las políticas fiscal y monetaria, en las inversiones y en el control de la inflación, tiene todo para transformarse en una potencia respetada en el mundo". El desarrollo del imperialismo dentro de nuestro país con la estratosférica remisión de logros para sus matrices, dejando aquí migajas que sólo alimentan la miseria y la diferencia entre ricos y pobres, es lo que el lacayo considera "potencia respetada".
Es eso mismo, gane quién ganar, el partido único mantendrá la gestión del viejo Estado sin provocar ni un susto al imperialismo o a las clases dominantes.
Más semejanzas
El pacto del partido único está centrado en no causar la más mínima modificación a la orden existente. Una cuestión crucial de nuestra realidad que Cardoso y Luiz Inácio ni siquiera rozaron es el fin del latifundio, y que por las declaraciones de los candidatos unipartidistas seguirá intocada. En Uberaba, durante un evento que reúne la nata del latifundio de viejo y nuevo tipos, ambos candidatos intercambiaron juras de amor al latifundio y condenaron las tomas de tierra por parte del movimiento campesino. También, luego después de la reaccionaria decisión del STF sobre la cuestión de la amnistía para los torturadores, los candidatos no sólo no protestaron, honrando su condición de alcanzados por el régimen militar, como exaltaron la infeliz decisión.
No votar: esa es la cuestión
Como vimos no hay elección dentro del unipartidismo. Intentar servirse de la farsa electoral, tratándola como "vía democrática", con cualquiera que sean los discursos o pretextos, nada más es que justificar y legitimar tal farsa. Es, pues una tarea urgente organizar los comités de boicot a la farsa electoral para esclarecer las masas, sometidas al bombardeo de la desinformación, del chantaje y de la amenaza, sobre su carácter, desmitificando toda la tentativa de la reacción y del oportunismo de emparedar el pueblo trabajador delante de falsas opciones. Si fuera posible hablar de plebiscito sería, únicamente frente la decisión de aceptar la farsa electoral, votando en cualquiera de los candidatos del partido único o de rechazarla, adhiriendo al boicot activo, absteniéndose de comparecer a las urnas y colocando en la orden del día, a través de amplia campaña de agitación y propaganda, la necesidad de la revolución democrática, antiimperialista e ininterrumpida al socialismo.
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