La farsa de la elección Semicolonial y semifeudal

Farsa eleitoral no Brasil. Charge: Vini Oliveira

La farsa de la elección Semicolonial y semifeudal

La historia de la farsa electoral en Brasil remonta al periodo imperial, con el voto censitario, basado en la renta y en la propiedad de tierras y de esclavos. Un mirar un poco más profundo sobre esta triste historia confirmará el podrecimiento de un Estado que llegó a sus estertores.

Comienzo

Con la instalación de la República por las mismas clases dominantes, o sea, semifeudales, su carácter federativo reforzó el poder de los latifundistas en su jurisdicción, conocidos como coroneles.

En esa farsa, la gran mayoría de la población brasileña estaba excluida, ya que las mujeres, militares, analfabetos, la gran mayoría de los campesinos e indígenas no tenían el derecho de votar, y el voto era tan secreto que ni los electores habilitados sabían en quién habían votado, ya que recibían una cédula ya llenada con la lista de los coroneles en un sobre lacrado.

Eso perduró hasta 1930, cuando un movimiento militar encabezado por Getúlio Vargas desplazó los señores de tierra del poder central del viejo Estado. Al contrario de lo que se denominó por “Revolución de 30”, nada fue alterado en el carácter de clase del Estado y de la sociedad, sólo hubo una reestructuración en la cual la fracción burocrática de la gran burguesía asociada al imperialismo pasó a ser hegemónica. Con eso sólo se amplió el electorado con la institución del voto femenino, nada más.

Con la derrota del Levante Popular de 35, un nuevo golpe militar fue desfechado por Vargas en 1937, estableciendo el Estado Nuevo, un régimen corporativista-fascista que duraría hasta 1945.

El impulso realizado por el capital financiero internacional (imperialismo) a un capitalismo burocrático asentado sobre la podrida base semicolonial, manteniendo el mismo Estado de grandes burgueses y latifundistas no modificaría, en su esencia, el carácter fraudulento de las elecciones. Sólo fueron modernizándose las formas de encorralar el electorado con nuevos métodos de opresión y corrupción. Ni aún la incorporación de las mujeres, de los militares y de los analfabetos al proceso electoral modificó el carácter farsante del sistema político brasileño que, como no podía ser diferente, es definido en la “democracia” para ínfima minoría y dictadura para la inmensa mayoría.

Poder oligárquico

La prueba de que nunca tuvimos elecciones democráticas es que farsas electorales altamente financiadas se hicieron comunes, pudiendo ser bancadas directamente por el imperialismo, como en 1962, para desestabilizar el Gobierno João Goulart,  USA utilizó el IBAD ( Instituto Brasileño de Acción Democrática) organización creada por milicos, gerentes de multinacionales y políticos reaccionarios bajo la supervisión y financiación de la embajada yanqui. O de forma disfrazada, elecciones patrocinadas por propinas extraídas de los latifundistas, de contratistas, de las transnacionales del sistema financiero, como ocurre desde siempre (todos saben, pero las revelaciones de la Operación “Lava Jato” expusieron eso).

Hace mucho tiempo es del conocimiento de cualquier colegial que el capital financiero es utilizado para irrigar viejas oligarquías, controladoras de los “corrales electorales”, con el objetivo de perpetuarlas en el poder local y regional por todo el país. En contrapartida, las oligarquías retribuyen al capital financiero con gobernadores, senadores y diputados debidamente amaestrados, según los intereses de sus patronos y bajo la égida de la política de subyugación nacional.

En conformidad con su característica de decir algunas verdades ocacionalmente, el periódico Folha de São Paulo publicó en su edición de domingo, 19 de agosto, un reportaje que viene a corroborar con el análisis de AND sobre la condición semifeudal del Estado brasileño. Según el reportaje intitulado Dinastías políticas en Brasil, las llamadas “dinastías” lanzan más de 60 candidatos en esas elecciones. El caso ejemplar de la existencia de las oligarquías regionales en la política es representado por los Andradas. “El bicentenario linaje parlamentario que se inicia con José Bonifácio de Andrada e Silva (1763-1838), promovido a ‘Patriarca de la Independencia’, produjo Andradas políticos en todas esas décadas y, dependiendo de la disposición de la familia, continuará a producir”, dice el reportaje.

En su levantamiento la Folha cita que en Brasil existen por lo menos 20 grandes clanes políticos, prueba inequívoca de la persistente semifeudalidad de nuestra sociedad, expresión del poder de las oligarquías locales y regionales.

Entre las familias que infectan el parlamento brasileño, para no hablar del poder más carcomido de todos, el egregio judicial, el reportaje destaca los Sarney, los Barbalho, Ferreira Gomes, los Arraes, los Coelho, los Calheiros, los Camargo, los Tatto, los Cuña Lima, los Maggi y tantos más que son dinastías agregadas a viejos oligarcas que no aparecen en el reportaje, como Magalhães, los Lira, los Cavalcante, Sampaio, los Bezerra, etc. etc. etc…

Es también de la labra de la Folha el levantamiento que muestra que 80% de los parlamentarios del actual Congreso Nacional pleiteará  su retorno, muchos para no perder el foro privilegiado. Y, para tanto, hicieron aprobar el multimillonario fondo partidario de R$ 1,7 mil millones, con los cuales las siglas del Partido Único bancarán la campaña electoral de quien ya ocupa una silla, lo que será más garantizado de que arriesgar apuesta en un novato.

Así, los actuales parlamentarios recibirán del Estado brasileño hasta R$ 3 millones para garantizar su retorno, lo que significa casi ningún cambio en esa pocilga llamada de Congreso Nacional.

La podredumbre revelada con la intención de dar nueva fachada a la vieja orden no cambiará la composición del sistema político brasileño. Tanto la Red Globo y los demas órganos del monopolio comunicacional, como el Tribunal Superior Electoral saben de eso, pero hipócritamente intentan engrupir los electores.

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