La República Islámica de Irán, actualmente bajo el mando de Mahmoud Ahmadinejad, no representa las clases populares iraníes. La aproximación de sus dirigentes con falsos líderes populares del mundo, como Hugo Chávez, es síntoma de este enorme embuste ideológico que la izquierda oportunista, infantil o inconsequente intenta vender a las masas de todo el planeta.
De la misma forma, el estrechamiento de lazos entre Teherán y los regímenes ruso y chino informa más sobre el juego de la conformación de bloques de aliados en un contexto en el cual el imperialismo empuja el mundo para una gran guerra, y menos sobre comandantes interesados en defender el interés de sus pueblos frente a la ofensiva económico-militar de la mayor potencia del planeta, USA.
Un comunicado del Partido Comunista de Irán (marxista-leninista-maoísta) emitido poco antes de las elecciones trazaba el perfil de clase del actual gerente de turno:
"Ahmadinejad es conocido no sólo como ex-miembro de las brigadas terroristas conocidas como Guardias Revolucionarios, pero también como un vulgar mentiroso que trajo más pobreza, miseria, desempleo, opresión y represión a las masas oprimidas de los obreros, trabajadores, mujeres y jóvenes. Este hombre que le gusta hacer discursos sobre "la epopeya nuclear" y el "orgullo nacional" en nada difiere de aquel que estuvo a la espera de la más ligera sugerencia de los USA para acorrer a su servicio en Afganistán, en Irak y por ahí adelante."
Sin embargo, todo esto no puede minimizar el hecho de que lo que se observa en este momento en Irán es un nuevo episodio de injerencia, provocación y desestabilización encabezada por USA y su nuevo jefe, Obama, a fin de atender a los intereses de sus monopolios, proteger sus apoyadores en el Oriente Medio e intentar aliñar las fuerzas estratégicas del globo a su favor — principalmente aquellas con poder o potencial atómico. Más precisamente, USA quiere domesticar y controlar Irán para que las compañías yanquis de energía tengan acceso irrestricto a los pozos del cuarto mayor productor de petróleo del mundo y segundo en reservas de gas natural, para anular la mayor amenaza regional — después de la Resistencia Palestina — al Estado sionista de Israel, y para que el país deje de ser un probable aliado del Kremlin en el escenario que se diseña de un gran conflicto imperialista. Y todo no necesariamente en esta orden.
Sin embargo, acobardado por la posibilidad de reacción nuclear, USA no osó hasta aquí repetir en Irán la invasión sangrienta que emprendió a Irak, donde los yanquis sabían muy bien que no había cualquier arma de destrucción masiva a su espera. El camino en Irán ha sido otro: el del sabotaje y de la conspiración, y delante de la inminencia del sufragio supervisado por los ayatolás, la potencia se empeñó en el apoyo y en la financiación del nuevo candidato gran chupamedias del Oriente Medio, Mir Hossein Mousavi.
El fraude de los resultados fraudados
Con Mousavi derrotado, USA no demoró en forjar la dicha "Revolución Verde", comenzando a gritar contra la cuenta de votos, en uno de los golpes coloreados que los últimos años viene siendo llevado a cabo con la supervisión de la CIA en regiones estratégicas del globo, siempre terminando con el fortalecimiento de las élites internas "pro occidentales". Fue así con "la Revolución Rosa", en la Geórgia, en 2003, con "la Revolución Naranja", en Ucrânia, en 2004, y con "la Revolución Amarilla" de 2005 en el Quirquistão, donde USA mantiene la base militar de Mana, fundamental para los intereses del imperialismo yanqui en Asia Central. Todos estos episodios tuvieron como mote inicial alegaciones de fraudes electorales, y terminaron con la sustitución de gobernantes simpáticos a Moscú por gobernantes simpáticos a Washington.
Es verdad que las elecciones iraníes fueron más un sufragio de farsa, organizado por el grupo de la gran burguesía en el poder para engañar las masas, tal y cual los demás ciclos electorales por el mundo. ¿Pero, que está por detrás de las acusaciones de las grandes potencias de que hubo fraude en la cuenta de los votos en Irán? No son pruebas, ni siquiera indicios de que, además de la trapaza electoral en sí, hubo trapaza a favor de Ahmadinejad. Se trata de nada más nada menos de que la repetición del viejo estratagema de los poderosos del mundo usado para refutar o bendecir las urnas de otros países conforme le conviene, llamando de elecciones "libres" los sufragios de donde sus lacayos salen victoriosos, y de fraudulentos los pleitos vencidos por figuras o representaciones inconvenientes al avance del imperialismo.
La campaña golpista patrocinada por las potencias suena aún más pérfida si es observado que ellas, desde antes de las elecciones, tenían en mano el resultado de una investigación patrocinada por la Fundación Rockefeller, realizada por teléfono, en persa y desde Irak, por una empresa yanqui especializada y premiada por los órganos de comunicación que de ella se sirven, mostrando que, sólo tres semanas antes de la carrera a las urnas, las intenciones de voto sumadas de las 30 provincias iraníes indicaban una victoria de Ahmadinejad sobre Mousavi con una ventaja de 2 para 1, margen aún mayor de la que la anunciada por las autoridades electorales de Teherán.
¿Quién los Yanquis quieren en el poder?
Reproduciendo la mentira contada por USA, según la cual el hombre de confianza de Washington en Teherán se trata de un "combatiente de la libertad", salido del seno de las masas para ser cargado hasta el poder en los brazos del pueblo, el monopolio internacional de los medios de comunicación se viene esmerando en la omisión del hecho de que Mir Hossein Mousavi fue primer ministro de Irán de 1981 a 1989. Antes, había sido ministro de las Relaciones Exteriores y editor jefe del periódico oficial del Partido Republicano Islámico.
Durante su mandato, aumentó la represión del gobierno iraní a agremiaciones políticas, sindicatos, organizaciones feministas y movimientos sociales. Sus miembros fueron perseguidos, detenidos, torturados, ejecutados o expulsos del país bajo la batuta de aquel que ahora los yanquis quieren ver al frente de un gobierno títere de USA. Entre las víctimas de esta masacre política, la de mayor proporción en la historia reciente de Irán, estaba medio centenar de miembros del comité ejecutivo del Tudeh, el revisionista Partido Comunista Iraní (que ven adoptando una postura reformista, inclusive pidiendo voto para los opositores de Ahmadinejad y adhiriendo a los subsecuentes clamores golpistas de fraude "electoral").
Cuatro de los dirigentes comunistas asesinados bajo las órdenes de Mousavi estaban enjaulados hace 25 años en las mazmorras de la revolución islámica. La magnitud de la represión, cuyo ápice aconteció al finalizar del mandato del carnicero y de la guerra Irán-Irak, en 1988, llevó al mayor éxodo de iraníes de la historia del país, con cerca de cuatro millones de personas dejando su tierra por tener la policía del "combatiente de la libertad" en su persecución. Aquel año, se estima que 30 mil personas hayan sido asesinadas por el régimen.
En 2008, 20 años tras la llamada "matanza de las prisiones" (muchos de los muertos fueron ejecutados en la cárcel), la Amnistía Internacional llegó la ensayar un pedido de explicaciones a los responsables por la masacre, incluyendo Mousavi. Pero, como la AI es una organización en cuya naturaleza reside el embuste de la defensa de los derechos humanos bajo la explotación y la opresión del capital, su remedo de protesta no fue llevado a serio, habiendo sido absolutamente inútil, como siempre.
El camino democrático revolucionario
El comunicado del PCI (m-l-m), representando una visión de quien estaba en plena arena de los acontecimientos, apunta el camino democrático revolucionario que no es el de las pugnas en la arena electoral por la gerencia del viejo Estado, convocando las masas para una verdadera revolución social.
"Debido a la competición entre los candidatos y sus apoyadores y a la actuación de las fuerzas reformistas, el proceso electoral creó una situación política significativa. Toda la sociedad, aún los que conscientemente se oponen a la participación en el espectáculo electoral, se enfocó en los debates, en las campañas y en las discusiones que han ocurrido en las calles y en la comunicación social. Dentro de los términos de este aspecto y sólo de este aspecto, podemos decir que fue creada una situación favorable a los revolucionarios y a los amantes de la libertad para expresar sus puntos de vista en las elecciones y para exponer el papel y el funcionamiento de las elecciones en la vida del sistema dominante y de sus facciones, y los objetivos de la estructura del poder. Ellos pueden analizar los intereses y las perspectivas de clase representadas por los reformistas y otras fuerzas electorales y divulgar la meta de la revolución social, los intereses fundamentales de los varios sectores y clases del pueblo y los métodos y abordajes necesarios para concretizarse las exigencias de los movimientos sociales.
La publicidad del régimen sobre estas elecciones y el persistente esfuerzo para atraer las masas a las urnas electorales es un testimonio de la fuerza del pueblo y de la flaqueza de la clase dominante. Los anuncios del régimen y otros esfuerzos muestran que el enemigo tiene conciencia del poder potencial de un movimiento popular independiente fuera del cuadro de los planes y del programa de la estructura del poder. El enemigo reconoce ese potencial y está aterrado con eso. El pueblo también debe reconocer su poder para obtener la liberación. Si en vez de participar en las campañas electorales del régimen, las cuales nada más significan que elegir entre los opresores aquel que va a gobernarnos, tomemos el camino de la oposición generalizada a esas campañas y encontremos vías independientes para anunciar nuestros objetivos y, en último análisis, abramos camino a su concretización, crearemos una atmósfera completamente diferente. Promover un camino gradual e indoloro para el progreso da a las personas una idea errada y prolonga el dominio del sistema reaccionario."
En la ocasión de los 30 años de la "revolución" islámica
Los tramos a continuación fueron extraídos del documento del Partido Comunista de Irán (m-l-m)
La República Islámica de Irán, que llegó al poder en 1979 alega que la revolución fue una gran victoria, pero muchos iraníes no concuerdan.
El pueblo iraní, mujeres y hombres de todo el país, de diferentes nacionalidades, de varias religiones y sin religión y de diferentes clases integraron la revolución para expresar su odio al régimen y a sus apoyadores imperialistas. La furia del pueblo resultaba de una acumulación de décadas de privaciones, represión y opresión. Hacía décadas que el pueblo luchaba y resistía.
Al derrumbar el Sha, uno de los más brutales peones del imperialismo norteamericano, el pueblo iraní hizo historia. Estaba ciertamente a la espera de conquistar un mundo nuevo y mejor. Pero si el significado de una revolución es la liberación de las masas o por lo menos una respuesta a los intereses políticos y económicos del pueblo en su conjunto, su resultado no fue ninguna victoria.
Así que las fuerzas islámicas bajo el liderazgo de Khomeini llegaron al poder, la primera cosa que hicieron fue intentar reprimir sistemáticamente y eliminar los que hicieron la revolución posible.
Menos de un mes después de la revolución, muchas mujeres percibieron que habían sido engañadas. El 8 de Marzo de 1979, ellas realizaron una histórica manifestación de protesta contra las medidas obscurantistas del régimen, que incluían obligarlas a cubrir las cabezas y restricciones a sus derechos y papeles en la sociedad. Decenas de miles de mujeres gritaron en las calles de Teherán: "No hicimos la revolución para volver para tras".
El pueblo kurdo que, tal como otras nacionalidades minoritarias, hacía mucho luchaba contra el régimen del Sha, también fue de los primeros a ser perseguido por los nuevos gobernantes islámicos.
A medida que la opresión de las mujeres y la guerra en el Curdistán continuaban, el régimen planeó destruir el movimiento estudiantil, otra fortaleza de la izquierda radical.
Pero eso no fue el fin de las prácticas contrarrevolucionarias del régimen islámico. Después de haber infligido tantos golpes a la revolución, el 30 de Junio de 1981, Khomeini y su bando creyeron que era el momento correcto para dar un golpe mortal.
Miles de comunistas y otras fuerzas revolucionarias, muchos que habían luchado contra el régimen del Sha y pasado años en la prisión y bajo tortura de la SAVAK (policía secreta del Sha), fueron detenidos y ejecutados en un periodo de algunos meses.
El pueblo iraní pagó muy caro el malogro de la revolución por esos grupos reaccionarios. En vez de obtener su propia emancipación y la de la humanidad del sistema imperialista mundial y de toda la orden capitalista de explotación y opresión, las masas populares son por lo menos tan reprimidas como antes y el país en su todo está aún más dependiente económicamente.
Sin embargo, las buenas noticias son que, a pesar de tanta opresión, represión y sufrimiento, la lucha de clases se ha mantenido en Irán y se ha intensificado, sobre todo en la última década. Las mujeres nunca pararon sus luchas bajo varias formas y emergió un movimiento de mujeres contra la discriminación abierta y legal. A pesar de la brutalidad contra el movimiento estudiantil, el movimiento re explotó en la última década, resultando en un importante desafío al régimen islámico. Los trabajadores han intentado crear sindicatos y luchar por derechos básicos. En una palabra, la lucha de clases está intensificándose, mientras que, la República Islámica de Irán, a pesar de las contradicciones, ha intentado vigorosamente encontrar en el sistema imperialista mundial un lugar para los intereses reaccionarios de las clases que representa. De esta forma, la lucha continúa y las personas no pueden repetir los errores que cometieron en la última revolución.
Traducciones: [email protected]