La miserable pobreza de Dilma

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La miserable pobreza de Dilma

Como si no bastase toda la explotación engañosa del periodo electoral sobre los millones de brasileños que superaron la línea de pobreza, viene ahora la Sra. Dilma Roussef a colocar como slogan de su administración la expresión “país rico es país sin pobreza”. Un eslogan que es apenas una frase de efecto. Suponiendo que tal eslogan correspondiera a la realidad en el mundo capitalista, la presidenta lo empuña como si el mismo tuviese validez eterna, valiese para cualquier época en el pasado y en el futuro. Además, es hueco, pues no expresa ningún compromiso, es vacío justamente porque es una carnada, es un medio más de iludir las masas más necesitadas y el conjunto de la nación, mientras direcciona su gestión para favorecer a los ricos que, al fin de cuentas, fueron y serán los patrocinadores de su elección.

Una definición sin criterios

Las propuestas para la definición de la línea de pobreza, todas ellas, se detienen en la cuestión de la renta. El Banco mundial, por ejemplo, establece un dólar (R$ 1,67) por día como límite para la línea de miseria y dos dólares (R$ 3,34) para la línea de pobreza, lo que equivale a R$ 50,10 y 100,20 mensuales respectivamente.

En 2007 el IPEA (Instituto de Pesquisas Aplicadas), vinculado al Ministerio del Planeamiento, trabajaba con el límite de R$ 83,00 per cápita mensuales (R$ 996,00 anuales) para la línea de miseria y R$ 167,00 per cápita mensuales (R$ 2.004,00 anuales) para la línea de pobreza. Ya en 2010 los cálculos giraban en torno a un cuarto del salario mínimo (R$ 127,50) mensuales por persona (R$ 1.530,10 anuales) para la línea de miseria y medio salario mínimo (R$ 250,00) mensuales por persona (R$ 3.000,00 anuales) para la línea de pobreza.

En noviembre del año pasado el economista y coordinador del Centro de Políticas Sociales de la Fundación Getulio Vargas (FGV), Marcelo Neri, participó de un seminario sobre políticas sociales para el equipo de transición del futuro gobierno, con la ministra del Desarrollo Social, Márcia Lopes, y el economista del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA), Ricardo Paes y Barros. En este seminario fue presentada la sugerencia de establecer el valor de R$ 108,00 mensuales para la renta familiar por persona como línea de pobreza. Como veremos a continuación no existe un criterio objetivo para la definición de la tal línea de pobreza. Todas ellas no pasan de elaboraciones subjetivas, aunque embasadas en intereses políticos de las clases dominantes dictadas a los burócratas de turno.

Pobre rico y pobre

Aprovechando el reciente pasaje por el Brasil del jefe de turno del imperialismo, vamos a hacer una comparación entre las líneas de pobreza de los dos países. En el USA de Obama, para un adulto soltero en 2009, la línea de pobreza quedó establecida en U$S 10.830 (R$ 18.086,10) anuales y para una familia de cuatro personas en U$S 22.050 (R$ 36.823,50) anuales. Así, colocando los valores de acuerdo con la propuesta del IPEA de R$ 108,00 mensuales por persona para el Brasil de Dilma, en 2011, tendríamos para un individuo la cuantía de R$ 1.296,00 (U$S 776,04) anuales, o sea, 14 veces menos que en el USA y, para una familia de cuatro personas, la cuantía de R$ 5.184,00 (U$S 3.104,16) anuales, o sea, doce veces menos que en USA.

En artículo publicado en el periódico Folha de São Paulo del día 14 de marzo pasado, la ministra del Desarrollo Social y Combate al Hambre, Tereza Campelo, habla en “plan de erradicación de la extrema pobreza”. Ya no se refiere más a la erradicación de la pobreza de modo general, pero sí de la extrema pobreza. En realidad ella no quiso revelar que su plan es nada más nada menos de que la continuación de la política de focalización del Banco Mundial implantada por FHC y que tuvo continuidad con Luiz Inácio. Ella hizo la apología del Bolsa Familia como política de transferencia de renta como uno de los ejes del plan de erradicación, ahora de la extrema pobreza, y que tendrá otros dos ejes: “la ampliación y calificación de los servicios públicos, con énfasis en el acceso, para mejorar las condiciones de vida de los brasileños; y las acciones de inclusión productiva, para ampliar las oportunidades”. Según la ministra los tres ejes corresponden a la constatación “de que la pobreza no se reduce al indicador de renta, pero incorpora la dimensión de bienestar social”.

Pero claro que todo ese discurso suena vacío cuando confrontado con la realidad de una gestión que se inicia con el achatamiento salarial, con cortes presupuestarios, dígase de pasaje, los pocos presupuestos destinados a la mejoría de las condiciones de vida del pueblo. En realidad ella ni sabe dimensionar lo que es necesario en términos de recursos para generalizar en nuestro país una situación de bienestar social, lo que significa la eliminación de las profundas diferencias, no sólo de renta, pero en todos los aspectos de la vida de los brasileños.

La gestión del oportunismo jamás resolverá esta tarea, inclusive porque nada que se aproxime de la noción mínima de bienestar y justicia sociales es posible de realizarse bajo este viejo y podrido Estado brasileño. Por otro lado, la transferencia de renta para el imperialismo, principalmente su sector financiero-especulativo, la gran burguesía y el latifundio siguen a todo vapor con la elevación de la tasa Selic, con los préstamos del BNDES a intereses subsidiados y con la renuncia fiscal para el agronegocio. Y ahí, sí, el oportunismo ha correspondido y superado todas las expectativas.

La raíz del señuelo

Veamos entonces donde está la raíz del señuelo: si la línea de pobreza se fija en valores muy bajos, cualquier centavo que se coloque sobre estos valores, supuestamente hará al pobre brasileño superar la línea de pobreza y, encima de eso, tome propaganda mentirosa. Véase que la propuesta presentada por técnicos del propio IPEA y de la Fundación Getulio Vargas está abajo de los valores por ellos utilizados en 2010, como vimos arriba. Pero, para la demagogia surtir efecto, fijar un valor bajo es fundamental para colocar en práctica el plan de intentar iludir el pueblo. El oportunismo piensa que podrá seguir engañando el pueblo por todo el tiempo. Él ya tuvo su clímax y ahora, inevitablemente, entrará en su curva descendente.

Acontece que la crisis en el centro del sistema imperialista aumentó el grado de explotación sobre las colonias y semicolonias, generando una situación objetiva que lleva a que las masas cada día más se levanten. Es lo que está pasando en el Norte del África y Oriente Medio. Las masas populares se levantan contra la elevación de los precios de los alimentos, del pisoteo y pérdida de derechos y del agravamiento de sus condiciones de vida. Mientras tanto, banqueros, empresas transnacionales y latifundistas son agraciados con préstamos a intereses subsidiados, renuncia fiscal y una serie de otros beneficios, todos a cuesta del sacrificio de nuestra gente. Justamente por eso, los señuelos no impedirán que en menos tiempo de lo que se pueda imaginar, las masas se levanten para cobrar lo que les pertenece.

Traducciones: [email protected]

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