La operación “carne débil” (carne fraca), con el gran alboroto con que fue divulgada es, apenas, un nuevo capítulo de la pugna entre los grupos de poder para asumir el control del viejo Estado brasileño.
Las tres montañas de la opresión semicolonial y semifeudal de nuestro país, representadas por el imperialismo, por la semifeudalidad y por el capitalismo burocrático, en sus fracciones que expresan sus intereses a través de las diversas siglas del partido único de la reacción, luchan tenazmente para adueñarse de porciones cada vez mayores de la economía nacional y, para eso, usan de todas las armas: fraude, maquinaciones, campañas de mentiras vía monopolios de la prensa, asesinatos y, especialmente, de la trapaza, todo para hacer valer sus intereses.
En la tentativa de mantener sus posiciones en el juego de la economía semicolonial y semifeudal, el recién designado ministro de la agricultura, Blairo Maggi, hizo declaraciones contra lo que él llamó de “burocracia fitosanitaria”, o sea, contra la fiscalización de los procedimientos en la producción de alimentos, abriendo espacio para confirmar parte de las denuncias sobre los fraudes practicados por los frigoríficos, como base de la Operación “carne débil”.
Las empresas JBS y BRF, con toda su apariencia de modernidad, son sólo la punta del iceberg representado por la cadena productiva, montada desde la base, en relaciones semifeudales que indican la supervivencia del viejo latifundio.
En los últimos quince años, tales empresas y otras fueron favorecidas con préstamos del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) con intereses subsidiados a tal punto que muchas de ellas se tornaron empresas de actuación internacional como Petrobrás, Ambev, Camargo Corrêa y Odebrecht, BRF y JBS etc. Las dos últimas son como fachada del latifundio travestido de agronegocio. Sin embargo, todas envueltas en connivencia con el empodrecido sistema político y las artimañas “desarrollistas”.
Fue esta situación que abrió espacio para que, de un momento a otro, lo que era una investigación sobre un cambista reincidente en trapazas, se transformase en la mayor investigación sobre corrupción acontecida en el país y que expuso las vísceras del carcomido Estado.
Así es que la Operación “lava jato” surge como una maniobra del imperialismo para salvar el sistema de dominación frente a la crisis política, a la crisis económica, a la situación revolucionaria: los de cima no pueden más seguir gobernando como antes, o sea, la podredumbre del sistema de gobierno no puede más ser encubierta, y con la crisis económica la disputa entre las fracciones para definir quién se mantendrá por cima agrava más aún la propia situación revolucionaria.
La pugna dentro de las instituciones del viejo Estado es señal incontestable de que el establishment también se dividió, sin embargo, su núcleo es manejado por los yanquis y ellos, para salvar las instituciones y su modelo de democracia – cuya crisis amenaza la explosión social, basta ver su “Estado democrático de derecho” todo falseado y el creciente boicot electoral, descrédito y falta de legitimidad de las instituciones – tratan de hacer una limpieza para engañar la opinión pública, principalmente de las clases medias. La desmoralización del sistema legal alcanzó niveles sin precedentes y es preciso salvarlo para librar el sistema de dominación.
¿Qué tiene la reacción para contraponerse a la revolución sino su vieja democracia? Esta, sin embargo, está muy desmoralizada, por eso que los monopolios de prensa, a la vez que desmoralizan los políticos, defienden las instituciones diciendo que ellas están funcionando, de que el ejemplo es la Judicatura – a través de la figura de Moro, de los ministros del Supremo, de la Policía Federal etc.
El decaimiento de la fracción burocrática, por lo tanto, es mera consecuencia de la disputa, pues ambas (burocrática y compradora), juntamente con el latifundio, son la base de sustentación y reproducción de la dominación imperialista. El agronegocio es la principal base de apoyo del imperialismo, tanto es que, con la Operación “carne débil” que sacudió este sector, vimos como la reacción fue mucho más fuerte, por eso que la actuación de Policía Federal fue cuestionada.
En este sentido, la pugna es entre el imperialismo y la fracción burocrática de la gran burguesía brasileña cuyas empresas, alcanzadas por escándalos de corrupción inherentes al capitalismo y, más aún, a la semicolonialidad, tuvieron su patrimonio sensiblemente reducido. La Petrobrás y las proveedoras del capital burocrático, principalmente, las contratistas, fueron heridas de muerte. Examinándose los informes de adquisiciones, fusiones y compraventas de acciones se constata la voracidad con que los buitres hacen la fiesta en la Bovespa.
Según un portal del monopolio de prensa (G1), en 2014, la Petrobrás acumuló pérdidas del 40% en el precio de sus acciones y, como consecuencia, perdió más de R$ 165 mil millones. Ya otro vehículo del monopolio de la comunicación (revista Examen) divulgó que un día después de la divulgación de las denuncias, “las acciones de la BRF y de la JBS fueron fuertemente impactadas en la Bolsa con la operación carne débil”. El día 17/03, día de la Operación “carne débil”, las acciones de la BRF cerraron en caída del 7,25%, mientras la JBS cerró en baja del 10,58%. La JBS, dueña de la Friboi, perdió R$ 3,4 mil millones en valor de mercado en un único día. Ya la BRF quedó R$ 2,3 mil millones menos valiosa.
De repente la Policía Federal se quedó en apuros delante de la aparente fragilidad de las documentaciones presentadas, principalmente en relación a las exportaciones que sufren rigurosa fiscalización en los países importadores.
Relacionándose esta Operación con las demás de la “Lava Jato”, llegamos a la conclusión de que hay algo muy sospechoso entorno de la Operación “carne débil”.
Mientras la burguesía burocrática es golpeada, la otra cuota de la gran burguesía, la burguesía compradora, representada principalmente por los bancos, está surfeando la ola de la crisis, con logros extraordinarios para un país en recesión hace más de tres años.
Es de admirar que una investigación tan amplia que envuelve cuantías espectaculares de dinero y cuentas en el exterior no revele nada de implicación de los bancos en eses sospechosos negocios.
La pugna entre los grupos de poder, tal como en el juego de naipes, muestra que es imposible que los tres jugadores salgan de la mesa de juego victoriosos; así, si son tres jugadores, por lo menos uno sale perdedor. Tal es el fulcro de la crisis que reveló la descomposición del Estado brasileño.