Traducido por Enrique F. Chiappa
Hablar en "continente olvidado" es volver a hablar en el "fardo del hombre blanco". Discurso sobre la artificialidad de los Estados africanos es disculpa para justificar su destrucción. El imperialismo jamás olvidó un continente riquísimo en recursos naturales – principalmente petróleo, minerales y diamantes. Potencias intensifican el saque y promueven una nueva partilla.
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En los últimos años, la imprenta europea transmitió al mundo la imagen de un África a la deriva. Vehículos como la Radio Nederland y la Deutsche Welle cansaron de se referir al "continente olvidado", intocado por las bondades de la llamada globalización.
En discurso proferido en la Universidad de Wits, en Johannesburgo (África del Sur) en diciembre último, el primero ministro francés Dominique de Villepin también usó esta expresión y ofreció ayuda de su país para que África abandonase ese estatus. En el primero discurso, Villepin buscó justificar la intervención militar en Costa de Marfil, donde Paris mantiene más de cuatro mil hombres en el ámbito de la llamada Operación Licorne, iniciada en 2002. Ocho meses antes en entrevista a la revista L´Express, la ministra de la Cooperación, Desarrollo y Francofonía (el ministerio francés para las ex colonias) Brigitte Girardin, explicó los motivos de la intervención: "Francia no tiene el menor interés en los sectores-llaves de la economía marfilense, como el cacao, café o petróleo. Nosotros tenemos un vínculo histórico y afectivo con Costa de Marfil".
Y en virtud de ese "vínculo histórico y afectivo", probablemente, que el gobierno francés mantiene en África un dispositivo militar de más de 10 mil hombres estratégicamente posicionados en bases militares localizadas en Senegal, Costa de Marfil, Gabón, República Centro Africana, Djibuti, Reunión y Mayotte- Esa última, una isla perteneciente a Comores por cuya ocupación ilegal, Francia fue condenada reiteradas veces en la Asamblea General de la ONU.
Y debe ser por no tener también "el menor interés en petróleo" que el gobierno de USA anunció, en el inicio de febrero, la creación de un comando militar especialmente dedicado a África, el Africom. Desde 2002, USA mantiene 1800 hombres en una base militar en Djibuti, próxima al Canal de Suez y en la entrada del Mar Rojo, zona del más intenso tráfico petrolífero del mundo.
Colonialismo humanitario
No es la primera vez que propósitos caritativos son esgrimidos para justificar el saque de recursos del continente. El colonialismo del siglo XIX fue impulsado por el discurso de que cabía a los europeos cumplir una misión civilizadora en África, misión que sería, en la expresión del poeta Rudyard Kipling- partidario fervoroso del imperialismo victoriano-, el "fardo del hombre blanco". Fueron estos ideales filantrópicos que llevaron Sesil Rhodes a iniciar el saque de los diamantes de Namibia y de África del Sur, hasta hoy la principal fuente de sustento del monopolio fundado por él, la De Beers, y de la Anglo American . Un siglo después, no son pocos los que se disponen a seguir la trilla abierta por él.
Las compañías de petróleo están entre los primeros de la fila. La creciente resistencia antiimperialista en Oriente Medio hace con que la codicia de las corporaciones del sector y de los Estados a los cuales ellas están vinculadas se vuelva para África. En su Estrategia de Seguridad Nacional presentada en 2002, el gobierno yanqui habla sobre la necesidad de incrementar la explotación del petróleo africano. Hoy, aproximadamente 15% del petróleo producido en el mundo viene del Golfo de Guiné (que se extiende desde la Costa de Marfil hasta Angola). Se prevé que esta proporción llegará a 25% en 2015.
El interés del imperialismo no se limita a las materias primas. Monopolios del sector de las telecomunicaciones disputan los mercados africanos. En los dos primeros meses de este año, varias transacciones importantes ocurrieron. La Sonatel, sedeada en Senegal y perteneciente a la France Telecom, venció la Global Voice, de USA, en la disputa por la explotación de la telefonía celular en Guiné Bissau. La Maroc Telecom (que perteneció al truste francés Vivendi y negocia sus acciones en las bolsas de Paris y Casablanca), engulló la hasta entonces estatal Gabon Telecom. Poco antes, la misma Maroc Telecom se había apropiado de la Onatel, ex estatal de Burkina Faso venciendo una disputa con la France Telecom y la alemana Detecon. La empresa controla también, desde 2001, la ex estatal Mauritel, de Mauritania.
Meritos deshechos
Estos datos contradicen la imagen de un continente incapaz de atraer inversiones extranjeras-aspecto apuntado por la imprenta monopolista como causa de la miseria africana. Otro mito dice respecto al alegado factor inhibidor de esas inversiones: las guerras civiles étnicas, que causarían inestabilidad y perjuicios a la infraestructura, ahuyentando los monopolios.
África, de hecho es un lugar devastado. Pero esa devastación es el mecanismo por el cual el capital extranjero lanza mano para poder iniciar o mantener en curso sus emprendimientos.
Un ejemplo de país arrasado es Congo (ex Zaire). Su territorio es rico en oro, uranio y petróleo y guarda las mayores reservas de coltan (colombio- tántalo) del mundo. El coltan es vital para la fabricación de aparatos electrónicos, principalmente teléfonos celulares.
Al final de los años 90, con el pretexto de proteger la población tutsi de Congo, el ejército ruandés invadió el país. En 99, un acuerdo celebrado en Lusaka, en Zambia, lo dividió en dos zonas, una controlada por el gobierno de Kinshasa, otra en las manos de grupos vinculados a Ruanda.
El ejército ruandés transporta el coltan hasta su país, y de allá, lo envía para Europa. A través de los aeropuertos de Entebbe (Uganda) y Kigali (Ruanda), compañías aéreas como la belga Sabena llevan el mineral y traen armas. Pero la gerencia ruanesa es la intermediaria a sueldo de capitales europeos.
En las zonas bajo su control, fueron canceladas las licencias para explotación de coltan anteriormente concedidas a compañías yanquis e instituido el monopolio de la Sociedad Minera de los Grandes Lagos (Somigl), controlada por la belga Cogecom a través de la subsidiaria. Es la Somigl quien paga 10 dólares por kilo de coltan y lo revende de 250 a 300 dólares en Londres. Uno de sus mejores clientes es la alemana Starck (subsidiaria del monopolio químico-farmacéutico Bayer), que produce 50% del tántalo en polvo del mundo. Las operaciones financieras relacionadas al negocio son realizadas, en su etapa africana, por intermedio del BCDI, correspondiente bancario del Citibank (de USA) sedeado en Kigali.
En febrero, estuvo en evidencia el conflicto de Darfur, en el oeste de Sudan. Los yanquis divulgaron las cifras de 400 mil muertos y 2,5 millones de desabrigados-imposibles, si llevamos en cuenta que Darfur no tiene 6 millones de habitantes. USA propaga la mentira de un conflicto entre árabes y negros, llegando a hablar en "limpieza étnica"- esto cuando, según explica el profesor Mahmood Mamdani, del departamento de Estudios Africanos de la Universidad de Columbia (USA), en un artículo publicado en la revista Black Commentator , "todas las partes envueltas en el conflicto de Darfur-háblese en 'arabes' o 'africanos' — son igualmente autóctonos y negros; todos son musulmanes y todos son de ahí; los llamados "árabes de Darfur" son africanos que hablan árabe".
Para comprender el interés de USA por Sudan es necesario tener en cuenta que el país es riquísimo en petróleo. El discurso sobre la "artificialidad" de los Estados Africanos tiene por objetivo legitimar la destrucción en el cuadro de una nueva partición colonial del continente. El hecho es que USA estimula el separatismo en Sudan y transmite la imagen de un país sumergido en conflictos regionales de fondo étnico para tomar cuenta de parte del petróleo-hoy en manos de la francesa Total y de la china CNPC. Francia y China, obviamente apoyan el régimen de Cartum.
La dupla fase de la infamia
La mentira melliza de esta sobre la ausencia de conexión entre los conflictos armados y los intereses del capital monopolista es aquella que presenta tales conflictos como "prueba" de que los países africanos están destinados a la inestabilidad o a la guerra por factores internos.
De hecho, minorías nacionales diversas conviven en varios países africanos y tienen sus rivalidades a ejemplo de lo que acontece en Francia, España y Bélgica. Y realmente, las fronteras de muchos Estados de África fueron trazadas en una mesa de negociaciones- así como las de prácticamente todas las naciones europeas lo que ha sido hecho desde la conferencia de Westfalia.
Las raíces de la tragedia africana están antes en el prevalecer del colonialismo de que en su supuesto fin. Mismo por que no se puede hablar seriamente en independencia en países donde no se verifican requisitos elementares de soberanía. Uno de ellos: moneda nacional.
Quien controla directamente la política monetaria de 15 países africanos es Francia. La moneda corriente en las ex colonias francesas de Benin, Burkina, Camerún, Chad, Costa de Marfil, Gabón, Malí, Níger, República Centro Africana, República del Congo, Senegal y Togo es el franco CFA (Comunidad Financiera Africana). Recientemente, Guiné Bissau y la Guiné Ecuatorial, respectivamente ex colonias portuguesa y española, cayeron en la zona del franco, renunciando a sus monedas. En Comores – país cuyas materias primas sustentan la industria francesa de cosméticos y donde Francia ya promovió más de veinte golpes de Estado en los últimos treinta años-, circula el franco comorense, subordinado a las mismas reglas: cambio fijo, convertibilidad plena (primero al franco francés, ahora al euro bajo la garantía del tesoro de Francia) y la cotización definida por Francia, que también controla las emisiones. Los bancos centrales africanos son meros consejos de la moneda (currency boards) a la moneda colonial, sin ninguna autonomía para la formulación de políticas.
El Estado imperialista francés, tiene así, la llave del control de las economías de esos países. En 1994, Francia, en componenda con el FMI, desvalorizó, unilateral y repentinamente, el franco CFA en 50% relativamente a su moneda – lo que significó quebrar de una vez las economías de los países atingidos, todos ellos fuertemente dependientes de importaciones.
Sangría sin fin
En África, como en todo el mundo, la acción del capital extranjero genera sangría de divisas, y no enriquecimiento. Inclusive cuando la explotación imperialista se traviste de "inversión productiva": Angola, segundo mayor exportador africano de petróleo, enfrenta desequilibrios en su balanza de pagos por que las trasnacionales del sector importan los bienes de producción que utilizan.
La "solución' encontrada por el imperialismo y por las clases dirigentes compradoras es la más cruel posible: incremento de la explotación del campesinado. La producción agropecuaria es, cada vez más, dirigida a la exportación para cubrir déficit. Y aquí se deshace otra idea falsa sobre África: el continente del hambre exporta alimentos. La paupérrima Burkina Faso abastece con azúcar Francia, la hambrienta Etiopia produce carne para el mercado ingles. Es verdad que los países africanos importan comida – o la reciben de USA y de Europa en programas de "ayuda humanitaria" que no pasa de un dumping contra los productores locales. Pero solo importan por que exportan: como toda la producción es volcada para el mercado externo faltan alimentos para sus habitantes. Es exactamente por eso que uno de los ítems de la pauta de reivindicaciones de la huelga general que paró Guiné en enero, era la suspensión de las exportaciones de géneros de primera necesidad.
Otra vez el imperialismo, lucra con falsas soluciones para problemas que él mismo creó: recientemente las fundaciones Gates y Rockefeller anunciaron un programa de modernización de la agricultura africana a base de paquetes tecnológicos de la llamada "revolución verde"; pesticidas, semillas transgénicas, etc.
De acuerdo con Eric Holt-Gimenez, Miguel Altieri y Meter Rosset, científicos de la Universidad de Berkeley (USA) y militantes del movimiento food First , el programa funcionaría como un instrumento de expropiación de los campesinos: obligados a endeudarse para hacer frente a los costos de esos paquetes, gran parte de ellos terminaría por perder la tierra.
Pero los pueblos luchan
A medida que se profundiza la explotación, aumenta la resistencia.
En noviembre último, la población de Abdijá, capital de Costa de Marfil, protestó en masa contra la intromisión de Francia en los asuntos del país. El ejército francés disparó contra los manifestantes, matando 64 civiles.
En Nigeria, mayor exportador de petróleo del continente y responsable por 10% del abastecimiento de USA el monopolio anglo-holandés Shell se vio forzado, en el último mes, a evacuar las instalaciones y suspender la prospección después que algunas de sus áreas fueron tomadas por campesinos armados.
En Senegal, los ferroviarios están en la línea de frente de la lucha contra la desnacionalización de la economía y deflagraron una huelga contra la privatización de la línea Dakar-Níger. Pero donde el movimiento sindical se muestra más fuerte es en Guiné: la huelga general de enero arrancó de la gerencia del Estado la reducción del precio del arroz y de los combustibles y la suspensión de las exportaciones de géneros de primera necesidad.