La Santa Elina tiene que ser de los campesinos

La Santa Elina tiene que ser de los campesinos

Ya es una tradición de los campesinos celebrar el aniversario de la heroica resistencia de Corumbiara. Con la noticia de la retoma del latifundio Santa Elina, en 25 de julio último, los campesinos de Rondônia tuvieron un gran motivo para conmemorar. Este año, el 9 de agosto, fecha en que se completaron 15 años de la resistencia, fue despertado por el retumbar de cohetes y la agitación de banderas rojas.  ¡La Santa Elina fue retomada! Una vez más, columnas de campesinos venidos de varias regiones del estado celebraron la retoma de las tierras reafirmando: la Santa Elina tiene que ser de los campesinos

Gente de toda parte insistió en ir a ver con los propios ojos y celebrar junto a los compañeros acampados en la Santa Elina. Las delegaciones partieron de Alto Guarajus, Rondolândia, Corumbiara, Cerejeiras, Palmares, Theobroma, Jaru, Ariquemes, Buritis, Espigão, Cacoal, Río Crespo y Machadinho; familias de las áreas Vanessa, Adriana, Victoria da Unión — del municipio de Corumbiara — , entre otras, además de los apoyadores de otras regiones del país representando el Socorro Popular, Centro Brasileño de Solidaridad a los Pueblos — Cebraspo, Movimiento Estudantil Popular Revolucionario — MEPR, Movimiento Femenino Popular — MFP, de la Liga Obrera, Liga de los Campesinos Pobres — LCP y del Frente Revolucionario de Defensa de los Derechos del Pueblo.

Los campesinos supervivientes y los remanecientes de la heroica batalla, organizados por el Comité de Defensa de las Víctimas de Santa Elina desfilaron de cabeza erguida, hombro a hombro con sus compañeros de las otras áreas, llenando las calles del municipio de Corumbiara, en una combativa manifestación en honra a la lucha de sus mártires y en celebración a la conquista de la tierra.

Campesinos, estudiantes, obreros y aquellos que estuvieron presentes en la batalla histórica del 9 de agosto de 1995 hicieron uso de la palabra franca y manifestaron sentida homenaje a los que cayeron en la lucha, resaltando que estos mártires jamás serán olvidados y que la conquista de la tierra es también un tributo a su memoria y a su lucha. Durante el acto, un campesino conocido como ‘Vozinho’ pidió la palabra dirigiéndose a la población:

— Estamos todos en la hacienda. Esta tierra es nuestra y no vamos a dejarla. Entramos en esa lucha para ganar y necesitamos del apoyo de los habitantes de Corumbiara.

El campesino Antônio Elias, el Toinzinho, también hizo su llamamiento al pueblo de Corumbiara:

— Nuestra sangre fue derramada en aquella hacienda, pero hasta hoy nada fue hecho, y los guaxebas (pistoleros) siguen persiguiendo los campesinos. En 2007 fui a Brasilia y quedé acampado, juntamente con otras familias, durante 23 días en el césped del palacio del Planalto, pero el sinvergüenza de Lula no nos quiso recibir. Mi nombre es Antônio Elias y no tengo miedo de luchar y morir luchando por estas tierras.

Un miembro de la coordinación de la Liga de los Campesinos Pobres de Rondônia leyó uno a uno los nombres de los campesinos caídos en la resistencia de 1995. Después de la lectura de cada nombre los participantes respondían: “¡presente!”.

Después de concluir el acto, una delegación de campesinos y representantes de los movimientos presentes visitó el campamento montado recientemente en las tierras de la Santa Elina. Distribuidos en camiones y coches particulares, recorrieron los 25 kilómetros que separan el municipio de Corumbiara del campamento y prestaron su apoyo y solidaridad a las familias acampadas.

Pequeñas barracas construidas recientemente son como un imán que atrae las atenciones de miles de campesinos y también son blanco de ataques hidrofóbicos del latifundio y su prensa venenosa.

9 de agosto de 2010. 15 años de la heroica resistencia de Corumbiara. La tierra regada por la sangre campesina está nuevamente en las manos de los bravos luchadores de la tierra.


Sérgio, mártir de Corumbiara

Recibimos este mensaje en nuestro correo electrónico procedente del Cebraspo y, debido a su contundencia y significado, lo publicamos tal como recibimos.

Caros amigos de A Nova Democracia, mi propósito no era hacer una entrevista, era una conversación, una visita para conocer el Sr. Raimundo. Pero por la importancia de la conversación, pedí su autorización para divulgarla, lo que él consintió.

“La batalla de Santa Elina, como todos saben, aún prosiguió en las persecuciones, en las muertes en el transcurso de heridas, en las muchas secuelas de las víctimas de la batalla. El odio del latifundio fue aún mayor por el significado de aquella batalla como marco de la resistencia campesina, como marco en la decisión de las familias campesinas de defender a todo coste su derecho a la tierra.

Mi nombre es Raimundo, tengo 67 años y soy padre de Sérgio, mártir de la lucha por la tierra, muerto próximo a Corumbiara. Él también se hizo héroe, un  nuevo marco en esa historia.

Encontré el cuerpo de mi hijo a 80 km de la hacienda Santa Elina. Busqué su cuerpo durante 18 días y sólo pude reconocerlo debido a una marca en la pierna, que él adquirió en una partida de fútbol, cuando aún vivíamos en Paraná, y también por una marca en el pulgar de la mano izquierda. Su cuerpo estaba desfigurado por las torturas. Él quedó colgado por las manos y las marcas de las cuerdas aún estaban en los pulsos, tenía muchas marcas de quemaduras en el pecho, en los brazos, marcas de perforaciones en los brazos, pecho y en la faz, pedazos de piel arrancados, muchas escoriaciones,  y un tiro en la frente.

Durante la búsqueda por el cuerpo de mi hijo, sufrí varias tentativas de asesinato  por pistoleros y policías que actuaban juntos. Policías y pistoleros organizaron emboscadas en diversos lugares, próximos a Corumbiara y de la hacienda Santa Elina.

En mi búsqueda por noticias, encontré personas que me describieron como Sérgio fue torturado en una hacienda de parientes del latifundista Antenor Duarte. Entre esos una mujer que vio Sérgio siendo torturado y que, entre otras cosas, relató que al pedir agua, le colocaban sal en la boca.

Esa mujer “desapareció” al día siguiente a ese testimonio, y nunca más fue vista en la región.

Fui amenazado por una comisaria cuando exigí la exhumación del cuerpo de mi hijo. Sólo obtuve el derecho a la exhumación porque atranqué la puerta de la comisaría y dije que estaba dispuesto a todo para conseguir el derecho de reconocer mi hijo.

Durante muchos años sufrí atentados y aún hoy sufro amenazas.

Después de la “masacre”, yo pasé a sufrir de hipertensión y a sufrir problemas de fondo nervioso, pero nunca me intimidé.

Yo y Sérgio éramos compañeros para todo. Mi hijo ni necesitaba de la tierra para vivir, él tenía cómo mantenerse. Pero todos los que allá estaban eran sus compañeros, amigos y vecinos, y él se sentía en la obligación de ayudar. Por eso no dudó en ningún momento de que tenía que ir para Santa Elina.

Ahora estamos luchando de nuevo en la tierra. Allá dentro del área todos están completamente decididos a permanecer, muy animados.
El periódico A Nova Democracia, con la foto del campamento nuevo, fue muy festejado  aquí en Rondônia, en la marcha en Corumbiara y en la reunión allá dentro del campamento.

Los compañeros se quedaron muy felices al ver los conocidos en la foto de la capa. Muchas gracias.”


Decisión judicial es preparación de nuevo ataque contra campesinos

Con informaciones del Comité de Defensa de las Víctimas de Santa Elina — Codevise

En 17 de agosto último, policías militares fueron enviados hasta el latifundio Santa Elina para realizar el levantamiento del área para una posible acción de desalojo y notificar el interdito proibitório (interdicción prohibitoria) concedido en 5 de agosto por la jueza Sandra Beatriz Merenda, de la 2ª Vara Cível de Vilhena.

El interdito proibitório es un instrumento jurídico del siglo pasado que viene siendo utilizado a lo largo de los años por latifundistas para atacar y criminalizar el movimiento campesino y las tomas de tierras, y también por grandes burgueses y empresarios para criminalizar y reprimir huelgas de ocupación. Él también es utilizado para atacar la organización de los trabajadores, imponiendo multas millonarias a los sindicatos cuando una huelga es decretada ilegal por la justicia.

En el caso de la toma del latifundio Santa Elina, este interdito proibitório cumple el papel de legitimar futuras tentativas violentas de desalojo e impedir que otras tierras sean tomadas por los campesinos.

Habitantes de Chupinguaia, municipio próximo la Corumbiara, denuncian que cerca de 60 policías militares están concentrados en una hacienda local, realizando “entrenamientos”.

Trabajo esclavo en las tierras de la familia Cassol

Testimonio de un campesino integrante de la reciente toma del latifúndio Santa Elina

Yo vine a luchar aquí por la tierra y apoyar quién lucha porque sin lucha nunca tendremos nada.

Cuando vine para acá, muchos años atrás, hice de todo para sobrevivir con mi familia y enfrenté todo tipo de humillación esperando las promesas de tierra.

Llegué hasta a trabajar en la hacienda del hermano de Ivo Cassol [ex-gobernador de Rondônia (PP)]. Allá, me prometieron salarios de quinientos reales y yo seguí para allá de camión con otros compañeros. Prometieron también que podríamos volver para ver la familia, pero eso nunca aconteció. No nos pagaban y decían que tenían que “hacer nuestras cuentas”.

Yo ya estaba allá hacía tres meses sin recibir y comencé a desconfiar que no podríamos salir de allí. Comencé a reclamar y decir que quería ver mi familia, y otros comenzaron a hacer el mismo, pero con miedo, porque los pistoleros hacían provocaciones y nos amenazaban.

Un día me quedé escondido y no fui a trabajar para ver si había alguna manera de huir cuando no quedase mucha gente en la hacienda. Estaba acostado en una lona en un galpón cuando oí la conversación de uno de los responsables por la hacienda con sus empleados, hablando sobre mí, sin saber que yo estaba allá. Ellos decían que yo “sabía demasiado” y que tendrían que hacer algo, para que yo no causase problemas para la hacienda. En aquella noche yo huí, casi seguro de que moriría, pues los pistoleros siempre vigilaban todo. Anduve bastante y ligero. Muy pronto vi un motociclista que pasaba por allá y aceptó llevarme. Así conseguí salir.

Fui después hasta la oficina del hermano de Cassol para cobrar mi dinero y él me ofreció menos de doscientos reales por tres meses de trabajo. Inclusive fui obligado a oír de él que “si quisiera recibir sería aquella cuantía”. Tuve que sufrir todo eso con  los pistoleros allá, mirándome.

¡Quién no tiene tierra se queda sujeto a este tipo de humillación!

Traducciones: [email protected]

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