En artículo reciente, mostré los increíbles e incesantes incrementos anuales de lucros de los bancos en el Brasil, de 1995 a 2010. Para los grupos de poder, extranjeros y locales, que mandan en el Banco Central, eso les parece poco.
2 Pues el Banco Central elevó, de nuevo, en 08 de junio, la tasa básica de intereses de los títulos del Tesoro Nacional en 0,25 puntos porcentuales, para 12,25% aa. Descontadas las inflaciones y comparando las tasas reales de intereses de los títulos públicos, la de Brasil es la más alta del mundo, cinco veces mayor que la de Chile, el segundo colocado en esta deshonrosa lista.
3 Peor: además de la política de intereses ser una de las más desastrosas de la política económica “brasileña”, ella es una, entre muchas, de las políticas dañinas al País: cambiario, comercial, industrial, tecnológica, de infraestructura (transportes, energía, comunicaciones), social (educación, información, salud, sanidad), mineral, inmobiliaria urbana, agraria, tributaria y financiera.
4 Totalmente coherente con el modelo cuyo objetivo es sofocar el desarrollo e inviabilizar el Estado Nacional, poniendo la Nación a la merced de los pulpos transnacionales y promoviendo la descomposición de la unidad nacional y el saqueo desenfrenado, especialmente de los recursos naturales del País.
5 Antes de indicar como el Brasil está a punto de entrar en una nueva crisis, es importante registrar los defectos estructurales en él implantados por ese modelo.
6 No obstante ciertas apariencias saludadas por los beneficiarios y por formadores de opinión, la realidad es la siguiente: de 1955 a 1982, el Brasil tuvo un falso desarrollo, caracterizado por algunos periodos con altas tasas de crecimiento del PIB, inmediatamente interrumpidas por crisis, principalmente en las cuentas externas y formando incontrolable endeudamiento.
7 Por eso que la década iniciada en 1980 fue denominada ‘perdida’, y la siguiente fue aún peor. Después, nueva crisis en 2002 y mejoras poco expresivas tras eso, aún para quienes confian en ilusorias tasas de crecimiento del PIB.
8 La cuenta del servicio de la deuda es bien mayor de lo que la media amaestrada publica. El Presupuesto de 2010 destina 635.000 millones al pagamento de intereses, amortizaciones y refinanciamiento de la deuda pública de la Unión: 44,93% del gasto de la Unión.
9 Las “autoridades” del Tesoro no explican de cuánto fue el refinanciamiento de la deuda, parcela a deducir del total, para cuantificar el servicio de la deuda. Este, en 2009, llegó a R$ 391.700 millones. Podrá haber sido un poco menos en 2010, año en que hubo cierta caída en las tasas de intereses.
10 En 2011, esa cuantía será superada, por cuanto las tasas de intereses vienen siendo seguidamente aumentadas, y la deuda interna creció de 2009 para 2010, habiendo alcanzado R$ 2,3 billones, (casi R$ 700.000 millones en la bolsa del Banco Central). En mayo de 2011 la deuda en poder del mercado fue para R$ 1,665 billones. Por lo tanto, en 2011, se combinan tasas de intereses más altas y deuda también más alta. La deuda externa sumaba R$ 596.000 millones a finales de 2010.
11 Aún aumentando, el superávit primario será insuficiente para cubrir el déficit de la Unión y, cuánto mayor aquel sea, más prejudicial será, pues proviene de cortes en gastos favorecedores de la producción y del empleo. De cualquier forma, la deuda crece con la emisión de títulos del Tesoro.
12 Sigue, pues, la bola de nieve que contribuye para congelar la economía: la deuda en expansión por efecto casi exclusivo de la capitalización de intereses. Otro dato: 24% de los títulos “en el mercado” vencen dentro de un año, y la renegociación de ellos implicará tasas de intereses más elevadas.
13 A la vez, está vaciándose la burbuja del crédito privado, que pesa sobre empresas y consumidores, a tasas medias del 40% aa. Ese crédito se expandió aceleradamente: sólo en 2010 creció 20,5%, para R$ 1,7 billones, el equivalente a 46,6% del PIB, habiendo duplicado en los últimos tres años. En 2010, el tomado por personas físicas aumentó 21,9%, para R$ 775.000 millones.
14 Ahora, surge la insolvencia: los pagamentos atrasados por más de 90 días ya aumentaron 20% en los cinco primeros meses de 2011. Con intereses exorbitantes y salarios, en la media, estancados, el estallido de la burbuja es una perspectiva normal, sin hablar en los factores a continuación apreciados, que lo pueden acelerar.
15 Del exterior deben provenir otros indicadores de más estagnación y de regresión en la economía brasileña. Los déficits de las cuentas de servicios y de rentas (principalmente logros de las transnacionales transferidos y desviados para el exterior) crecieron de U$S 53.000 millones en 2009 para U$S 75.500 millones en 2010 y siguen subiendo.
16 Con eso, a pesar de aún haber saldos comerciales, sobre todo porque las commodities han sido exportadas a precios históricamente altísimos, el déficit de transacciones corrientes con el exterior casi duplicó, de U$S 24.300 millones para U$S 47.400 millones.
17 No obstante, la entrada de capitales extranjeros, para aprovechar las increíbles tasas de intereses y para adquirir todo tipo de activos en el País, ha hecho acumular reservas en dólares, moneda cada día más falsa, emitida por billones sin relación con la realidad. En este cuento del tío, ellos “compran” empresas y recursos naturales, dejando a los brasileños con papeles o, antes, bits electrónicos sin valor.
18 En el 2º semestre y en 2012, China, India y Rusia también serán afectadas por un nuevo colapso financiero y por el agravamiento de la depresión en Europa, EUA y Japón. Consecuentemente, caerán los precios de las commodities y habrá salida de capitales del Brasil para cubrir desfalques en el exterior (véase, por ejemplo, los U$S 2.000 millones transferidos para paraíso fiscal (Caimán) por el Santander en 2010).
19 En este cuadro de declinación y de crisis en las cuentas externas, si el BACEN continuar determinando intereses altos, la economía caerá en depresión, y el servicio de la deuda quedará aún más descontrolado.
20 Reducir sensiblemente los intereses será aún más imperioso y urgente, pero a esa altura, insuficiente para debelar la crisis, sólo eludible con un profundo cambio estructural, control de capitales y cancelación de parte de la deuda pública.
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* Adriano Benayon es Doctor en Economía. Autor de “Globalização versus Desenvolvimento”, editora Escrituras. [email protected]
Traducciones: [email protected]