Cierto candidato a concejal, en el auge del arrebato en un mitin, afirmó: “y más, si electo yo revocaré la ley de la gravedad”. Un borracho, figura obligatoria en todo mitin, inquirió: “¿Cómo es que un concejal puede revocar una ley federal?”. Cuando la gerente Dilma Rousseff decreta el fin de la miseria, para nosotros se asemeja al arrebato del candidato a concejal. A los que perciben la realidad, en sana conciencia, queda la pregunta: ¿cómo es que una gerente de semicolonia puede abolir por decreto una ley de hierro de la explotación del hombre por el hombre?
El reduccionismo como antesala de la mentira
En la edición nº 76 de AND, al tratar de este tema afirmábamos: “Veamos entonces donde está la raíz de esa falsedad: si la línea de pobreza se fija en valores muy bajos, cualquier ‘centavo’ que se colocar sobre estos valores supuestamente hará el pobre brasileño sobrepasar la línea de pobreza y, encima de eso, llueve propaganda engañosa. Véase que la propuesta presentada por técnicos del propio IPEA y de la Fundación Getulio Vargas está abajo de los valores por ellos utilizados en 2010, como vemos arriba. Pero, para la demagogia surtir efecto, fijar un valor bajo es fundamental para colocar en práctica el plan de intentar iludir el pueblo. El oportunismo piensa que podrá seguir engañando el pueblo por todo el tiempo.” Pero, no fueron “centavos” fueron sí “dos reales” el valor añadido a los no corregidos setenta reales para fabricar la eliminación de la miseria de dieciséis millones de brasileños, según la propaganda oficial.
A pesar de que en el discurso la gestión petista admitir que la miseria no puede ser medida sólo por un valor estipulado subjetivamente, este fue el criterio utilizado para desencadenar una tremenda campaña mediática, por detrás de la cual está el lanzamiento de la candidatura de Dilma a la reelección.
La mentira no convenció ni aún a los miembros de su base aliada, como por ejemplo, el senador Cristovam Buarque, del PDT, que en artículo en el Jornal Folha de São Paulo, parafraseó Marx en el libro La miseria de la filosofía, en el cual confronta Proudhon, que escribió “La filosofía de la miseria“. El título del artículo de Buarque es “La miseria de la superación“, en oposición a la “superación de la miseria“. De la propaganda oficial.
Su argumentación pone al desnudo toda la demagogia de su aliada y por la forma didáctica como está expuesta la transcribiremos abajo:
“Primero, cabe observar que los 22 millones de brasileños que son presentados como habiendo superado la miseria reciben R$ 70 por mes. Eso equivale a R$ 2,34 por día para una familia de cinco personas o 1,4 panes por día para cada uno de los miembros. No son más los muertos de hambre expulsados de sus tierras por comida, pero aún no es posible afirmar que salieron de la miseria.
Bastaría una inflación del 8% al año para que, en cuatro años, los actuales R$ 70, sin reajuste, pasaran a valer R$ 51,45, lo que no compraría ni siquiera un pan por día para cada miembro de la familia.
Segundo, es grave la ilusión de que la miseria puede ser superada sin asegurarse la estructura que permita el salto sin vuelta. Aún con la renta del Bolsa Familia, los beneficiados permanecerán en la misma situación social. Continuarán siendo ciudadanos sin educación, sin sanidad básica, sin agua potable y sin condiciones de empleabilidad. Eso no es superación.
Tercero, a pesar de mitigar el sufrimiento, el programa Bolsa Familia no abre la puerta de salida de la extrema pobreza, no abole la miseria ni provoca un salto social sin retroceso. Aunque el gobierno no informe, hay gran posibilidad de que algunos de los actuales padres beneficiados por el Bolsa Familia hayan sido niños de familias con la bolsa.
Se crea un círculo que niega totalmente el concepto de superación aplicado a los resultados obtenidos. Prueba de eso es que el gobierno conmemora el aumento del número de los que reciben el Bolsa Familia. No conmemora, sin embargo, la reducción del número de los que necesitan de la transferencia de renta del gobierno para compensar lo que la estructura social y económica no hace para superar la miseria de forma sustentable, con cambios estructurales y escuela de calidad para todos los niños.
Al decir que hubo superación de la miseria, la presidenta corrompe el diccionario. Crea la ilusión que puede acomodar el espíritu de solidaridad transformadora de que el país necesita. Todos sueñan con la superación de la miseria, no con el concepto de superación empobrecido”.
Nótese que las afirmaciones de arriba, que desmontan el sostén de la propaganda demagógica de la gestión petista, no son de alguien que esté fuera del círculo del oportunismo, se trata de un aliado de Dilma Rousseff.
No hay atajo para eliminar la miseria
Solamente la tentativa de mistificación de las masas por la propaganda política justifica tal campaña del oportunismo. Transforma la ciencia de la estadística en instrumento de manipulación y descenso de la conciencia del pueblo con el objetivo de mantenerse al frente de la gestión del viejo Estado servicial del imperialismo, al cual sirve con mucho gusto.
Como afirmamos en el inicio de este artículo, la miseria es el corolario primero de la ley de hierro de la explotación capitalista, llevada al paroxismo en su fase imperialista, principalmente en momentos de crisis profunda como la que vivenciamos ahora en todo el mundo.
La disputa en torno a la paternidad del bolsa familia, en que están envueltos el PT y el PSDB es, en realidad, una falsa polémica, ya que el padre del niño es el Banco Mundial, uno de los pilares del imperialismo para mantener y profundizar la explotación de los pueblos de la gran mayoría de las naciones del mundo que viven bajo el yugo imperialista. Políticas públicas de focalización con la finalidad de amenizar la súper explotación de parcelas de las masas y por consecuencia quebrantar su ímpeto revolucionario. Además de servir para campañas mediáticas, tales políticas son incapaces de retirar, efectivamente, de la miseria el inmenso contingente de la población del campo y de la ciudad, esto para no hablar de las poblaciones indígenas entregadas a la saña del latifundio devastador protegido por un Estado genocida.
Para eliminar la miseria y la pobreza
Al entregar la mayor parte del resultado del trabajo de la nación para los bancos y transnacionales que chupan la sangre y el sudor de los brasileños, al oportunismo sólo restan migajas con las cuales nutre la gran burguesía nativa y el latifundio. Para el pueblo quedan las promesas renovadas en cada episodio de la farsa electoral y acciones de fachada sobre las cuales nace la propaganda mistificadora.
Sólo una revolución democrática que expropie los expropiadores tendrá fuerza y recursos para acabar con la miseria y la pobreza, tomando medidas inmediatas para:
1 Entregar las tierras confiscadas a todos los campesinos sin tierra o con poca tierra (incluyendo la movilización de las masas expulsadas del campo para la ciudad para retornar al campo), juntamente con el apoyo financiero y técnico, liberando las fuerzas productivas para desarrollar la producción según los más avanzados recursos disponibles, completando la Revolución Agraria. Y todo esfuerzo deberá ser orientado para la producción de alimentos y de materias primas que den soporte a la sistemática industrialización nacional.
2 Colocar en práctica un plan de construcción de viviendas populares en la ciudad y en el campo, tal como agro villas, dotadas de todas las condiciones de saneamiento, capaces de eliminar todo el déficit habitacional y la condición subhumana de vivienda.
3 Invertir en el transporte de masas a través de una extensa malla ferroviaria además de preservar la red vial y explotar el trasporte fluvial.
4 Colocar todos los recursos necesarios para viabilizar para todos la enseñanza pública gratuita, en todos los niveles, asegurándose todas las condiciones de infraestructura, contenido científico volcado a la realidad del país y del pueblo, integrado a la práctica y a la lucha por el progreso general y de la promoción de una nueva cultura nacional, científica y de masas.
5 Reorientar el tratamiento de salud de la población en el sentido de desarrollar las prácticas preventivas y concomitantemente sean alocados los recursos necesarios para el equipamiento y funcionamiento de una eficiente y amplia red clínica-hospitalaria.
La gestión del oportunismo jamás realizará de estas tareas, inclusive porque nada que se aproxime de la noción mínima de bienestar y justicia social es posible de realizarse bajo ese viejo y podrido Estado brasileño.
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