Las pedaladas del bandido Temer

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Las pedaladas del bandido Temer

Llegan al colmo el descaramiento y la desfachatez de Temer en su discurso en respuesta a las denuncias de los dueños de la JBS. Él comienza diciendo que en aquel instante su gestión vive el mejor y el peor momento, y pasa a enumerar ventajas y números para indicar la recuperación de la economía.

Temer vive en otra realidad, la realidad de sus pedaladas. Por eso que viene con esa milonga de que Brasil comenzó a recuperarse de la profunda crisis que atraviesa. La crisis que es de descomposición del capitalismo burocrático del país, en medio a la más profunda crisis general del imperialismo a escala mundial, y que muy al contrario de lo que este lacayo pregona juntamente con su comparsa Henrique Meirelles, sólo profundiza la miseria, el desempleo, la desindustrialización, la desnacionalización, el pillaje de los recursos minerales y la extenuación de nuestra fuerza de trabajo. Más aún, sobre los balances de los bancos, el periódico “Valor Económico” divulgó que el “logro combinado de Itaú Unibanco, Banco do Brasil, Bradesco y Santander alcanzará R$ 14,9 mil millones en los primeros tres meses de este año, alta del 21% en relación al mismo periodo de 2016, en consonancia con la proyección media de analistas”.

Todo para los bancos

Temer comenzó descapitalizando el BNDES en 100 mil millones de reales, repasando estos recursos para pago de la deuda pública, o sea, a los bancos. Dio  otra ayuda a los bancos al promover la repatriación de cerca de 50 mil millones de reales correspondientes a recursos de origen dudoso, amnistiando sus poseedores. Contra el ahorro de los trabajadores, sangró el FGTS en cerca de 40 mil millones de reales, los cuales la prensa monopólica hace campaña orquestada para que los trabajadores usen la cuantía recibida para pagar las cuentas, favoreciendo, así, una vez más, a los bancos.

Estas medidas tomadas para inyectar dinero en la economía, en verdad, sólo favorecen los bancos y no tienen relación con el funcionamiento real de la propia economía, como la dinamización de la producción y del empleo, por el contrario, durante el año de su gestión, exceptuándose el agronegocio que goza de privilegios indecentes, la producción y el empleo cayeron en prácticamente todos los demás sectores.

Además de medidas aprobadas por el Congreso en la base de “es dando que se recibe”, como la legalización de las pedaladas fiscales (razón del impeachment de Dilma Rousseff) para aplicar el plan de reducción de los gastos públicos y, así, hacer caja para pagar la deuda pública, con los bancos, es claro, incluyó en el llamado ajuste fiscal la pseudo  reforma de la Sanidad, de la CLT y otras medidas a favorecer al patronato de Meirelles, como:

1 Regularización tributaria

Personas físicas o jurídicas podrán refinanciar deudas tributarias vencidas hasta 30 de noviembre de 2016. Los débitos podrán ser parcelados en hasta 96 cuotas. El interesado necesitará comprobar el desistimiento expreso de acciones judiciales contra las deudas.

2 Incentivo al crédito inmobiliario

La reglamentación de la Letra Inmobiliaria Garantizada (LIG) pretende aumentar la oferta de crédito de largo plazo para la construcción civil.

3 Reducción del spread

Será creada una plataforma para registrar activos financieros usados como garantía para operaciones de crédito.

4 Extinción gradual de la multa del 10% sobre el FGTS

El “gobierno” federal va a proponer, en proyecto de ley complementaria, la extinción gradual de la multa del 10% sobre el saldo del Fondo de Garantía por Tiempo de Servicio (FGTS) aplicada a las empresas en casos de despido sin justa causa.

Como vemos, propuestas que, directa o indirectamente, avanzan sobre derechos de los trabajadores y benefician los bancos y grandes deudores representados por transnacionales y empresas del agronegocio.

Mayor subyugación en marcha

La actual crisis del imperialismo se ancla en una ley enunciada por Marx sobre la caída tendencial de la tasa de logro, cuya prolongación de la misma, comprueba su absoluta validez. En este cuadro las naciones explotadoras hacen uso de todos los artificios para exorcizar la inevitable descomposición del capital monopolista y de debacle de su vieja orden. Además de la diseminación de la guerra por todo el planeta, ellas aprietan las clavijas de la subyugación nacional, exigiendo de las gestiones lacayas más retrocesos en la legislación laboral y  de previdencia que impliquen en el aumento de la extracción de más-valía de los trabajadores, además de ampliar su dominio sobre las fuentes de materia prima y de energía y del mercado consumidor.

El Brasil, correspondiente a esta época que estamos viviendo, es como si no hubiese salido del lugar, vivimos de forma permanente la crisis de una economía complementaria, primaria, proveedora de materia primas  y alimentos ahora, bajo el mote de agronegocio.

Exceptuando el frigorífico, que emplea masivamente y genera cierto valor agregado, el agronegocio no emplea masivo y es esencialmente producción primaria, y todo él es para exportación. Cada máquina equivale a centenas de trabajadores. La industria de la maquinaria empleada es toda transnacional y lo mismo vale a toda tecnología, desde los venenos hasta las semillas.

Nada más revelador para situar donde se encuentra un país de que tomarlo en el plano de la cultura. Y en esto nos dice muy así como caracterización el debate levantado por Beth Carvalho y otros artistas sobre la embestida del “sertanejo” sobre el samba en el último carnaval. Expresa bien el atraso que es Brasil, un país rural con grandes megalópolis cercadas por vastos desiertos verdes de caña, soja, eucaliptos y pastos, de desforestación y erosiones gigantescas de las mineras, expulsión del pueblo del campo por el hambre, por el confisco de sus tierras y por las masacres de campesinos, indígenas y comunidades remanentes de quilombolas. Una nación con más bueyes y vacas de que gente: todo es agronegocio. O, como cacarea la red Globo, “el agronegocio es la industria de Brasil”, dando así su omnipotente toque cultural de que él “es pop”: “está en la Globo”.

Y, para expresar la condición semifeudal y semicolonial en su manifestación omnímoda, nada más notorio de que la existencia de la “bancada ruralista” como de mayor fuerza política en el Congreso Nacional, presente en casi todas las siglas del Partido Único de la reacción. Finalmente, como afirmó el genial Lenin: “La política es la expresión concentrada de la economía”. Legislando en causa propia, los latifundistas perpetúan la cultura del “modo brasileño de resolver las cosas”, del “es dando que se recibe”, o sea, la corrupción objeta como modus operandi reproducido desde el Brasil colonia feudal y esclavista, de Brasil semicolonial y semifeudal de la república de los señores de tierra y de los burgueses compradores, de Brasil que nunca dejó de ser economía complementaria, proveedor de materias primas y alimentos. De Brasil de las rebeliones aplastadas a hierro y fuego por las mismas clases que siguen en el poder, que cortó todas las tentativas de avanzarse para una Revolución Democrática. Y es en esta derrota de la Revolución Democrática, de su paralización e impedimento, en la carencia histórica de ella, es que se reproduce y nutre esta cultura política empodrecida y corrupta. 

Las clases dominantes locales – de las cuales se destaca el latifundio que practican siempre el “hagamos la revolución antes que el pueblo la haga” y, aún, el “hacer los cambios para dejar todo como está” – es que hicieron de Brasil un país con siete cartas constitucionales que son la expresión del acuerdo y pacto entre latifundistas y grandes burgueses a servicio del imperialismo, principalmente el yanqui, bajo más o menos presión popular dirigida por posiciones reformistas y revisionistas, que casi invariablemente dominó los partidos populares, particularmente el Partido Comunista, como medio para mantenerse la misma vieja orden semicolonial y semifeudal.

El Brasil, una vez más, está en crisis, y esta vez es la crisis general de descomposición de todo el sistema de capitalismo burocrático. ¡La Revolución está tocando en las puertas del país! 

Urge liquidar la vieja orden

En la situación política de la vieja orden, acontece una disputa feroz entre las fracciones de las clases dominantes por el control del Estado que se expresa en la pugna entre sus representantes políticos, los grupos de poder que se encuentran en las siglas del Partido Único.

El desconocimiento de ese condicionamiento por parte de sectores intelectuales y de siglas afeitas al cretinismo parlamentario lleva a la formulación de programas anclados en la ilusión de un “desarrollismo”. Sin la consecuente resolución de las contradicciones fundamentales del país – entre campesinos pobres y latifundistas expresa entre masas y semifeudalidad ; entre nación e imperialismo y entre proletarios y burgueses –, por la única vía posible de realizarla, la de la ruptura revolucionaria que liquide el latifundio, entregando la tierra a los campesinos pobres sin tierra o con poca tierra, que confisque todo el gran capital nacionalizándolo en las manos del Estado Popular Revolucionario, centralice toda la banca en el monopolio estatal, así como todo el transporte, el gran comercio interno y con el extranjero, aplicando todo para la producción nacional, el trabajo y bienestar de la población, de la habitación, saneamiento básico, salud, educación y cultura y para la afirmación de la independencia nacional por la liquidación de la subyugación nacional. O sea, la Revolución Democrática, Agraria y Antiimperialista .

Desconocen, por ingenuidad o mala fe, que esa es la condición para la existencia de esa forma de capitalismo que el imperialismo engendra en las naciones semicoloniales, como Brasil, sobre su base semifeudal, conservándola a través de la evolución de sus formas. Hablan de regresión porque pensaban que Brasil tenía un camino de desarrollo industrial sometido al bastón de hierro del imperialismo yanqui. A pesar de haber sido instalada una cierta cantidad de parques industriales, en momentos de crisis de las disputas interimperialistas, la creación o destrucción de esta industrialización queda al sabor de los intereses foráneos. El Brasil está donde realmente corresponde a su condición de país semicolonial y semifeudal.

Solamente, por lo tanto, la Revolución Democrática, Agraria y Antiimperialista tiene el poder de removerlos de estas bases destruyendo por completo esta vieja orden embellecida por los adoradores del capitalismo, traidores de la Patria y defensores de este viejo Estado burocrático y genocida.

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