Ya pasó a ser rutina. Todo año electoral, tanto el Tribunal Superior Electoral cuanto la Red Globo lanzan una campaña publicitaria llamando el pueblo a participar de la farsa electoral.
El fenómeno de rechazo a la farsa electoral es lo que hay de nuevo en la existencia de este corrupto sistema político del viejo Estado burocrático de las carcomidas clases dominantes de grandes burgueses y latifundistas, serviles del imperialismo, principalmente yanqui. Estado este hundido en profunda crisis.
No es más novedad para nadie que las elecciones son financiadas por banqueros, contratistas, latifundistas y empresas transnacionales que forman parte de este capitalismo burocrático, fiador de las políticas de súper explotación de nuestro pueblo y de subyugación nacional, impuestas por el imperialismo.
Lógicamente, como en el dicho popular “quien paga la banda, escoge la música”, el pueblo sabe a quién los “electos” irán a servir.
La Globo en acción
En la calidad de mayor monopolio de los medios comunicacionales y emérita defensora del “estado democrático de la derecha”, anclado en la farsa electoral, la Red Globo creó, para las elecciones de 2018, la campaña “El Brasil que usted quiere para el futuro”.
Por lo visto, su intención es generar una pauta liberal para que los candidatos se comprometan con ella durante la campaña electoral y, a la vez, convocar el electorado y comprometerlo con la realización de esta nueva farsa electoral, intentando postergar el fin de la vieja orden.
El monopolio de la prensa hace eso aun sabiendo de la historia política y administrativa del país y su capitalismo burocrático – con eso, actúa como encubridor de la corrupción endémica. Es sabido por las masas y también por el monopolio de la prensa que aquellos que afirmarán luchar por la mejoría de la educación, serán los mismos que robarán la merienda escolar; aquellos que defienden el derecho a la salud serán los mismos que fraudarán las licitaciones para la compraventa de remedios y equipamientos y, aún, los que prometerán nuevas carreteras o ferrocarriles ya tienen el nombre de la contratista en la manga. Sabiendo de todo eso, la Red Globo pone en el pueblo la responsabilidad de escoger los “mejores” programas y los “mejores” políticos. Pura hipocresía.
Como los vídeos exhibidos en los telediarios son editados y, por lo tanto, escogidos a dedo, tales editores deben estar teniendo el mayor trabajo para defenestrar los testimonios que llueven en su redacción denunciando la hipocresía global.
Lo que el pueblo quiere
Si es que se puede extraer algo de positivo en la campaña de la Red Globo, resta la sinceridad con que el pueblo ha expuesto los males de la vieja orden. Orden que la Globo defiende con uñas y dientes, ya que la causa de tantos males se debe a la explotación del sistema financiero, del latifundio, del agro negocio, de la remisión de logros y del robo descarado del petróleo y de los minerales, así como de la administración de los políticos bancados por tales grupos económicos. Grupos que sostienen la Globo por medio de la publicidad.
El pueblo no pide nada más de lo que él necesita y más que merece. Como único productor de la riqueza del país, el pueblo tiene el derecho a todo, siendo justas, por lo tanto, sus reivindicaciones y los medios para tales. Tal como son justas la ira y la rebelión contra sus explotadores que lo someten a las peores condiciones de trabajo y vida.
Sólo la revolución podrá dar
Lo que la mayoría del pueblo ya descubrió es que por medio de esta farsa electoral apoyada por la Globo él nunca alcanzará la realización de sus anhelos – de ahí la desesperación de esa agencia de lavado cerebral y de todos los reaccionarios, tanto civiles cuánto militares.
Si el pueblo quiere el derecho a la tierra, sólo la Revolución Agraria entregará a él – contrariando a la Globo, Band, Record y congéneres. Eso se realizará tomando los latifundios y dividiéndolos para los campesinos pobres, sin tierra o con poca tierra, liberando las fuerzas productivas en el campo de las relaciones semifeudales impuestas por los latifundistas. El Nuevo Estado – el Estado de Nueva Democracia – apoyará con crédito, equipamientos y asistencia técnica el campesinado y, con eso, invertirá el flujo campo-ciudad para ciudad-campo, aliviando el caos urbano resultante de la existencia de una población desempleada y sobrante, principalmente de origen rural.
Si el pueblo quiere trabajo y no limosna, la Revolución de Nueva Democracia dará trabajo digno, cercado de todas las garantías y derechos conquistados universalmente por los trabajadores. El trabajo será garantizado al promover la nacionalización de los monopolios actuantes en el país y someter la conducción de la economía a los intereses del pueblo y de la Nación, y no a los monopolios y a la oligarquía financiera.
Por medio del confisco de todo gran capital y cancelación de la deuda pública, interna y externa, el Poder de Nueva Democracia dispondrá de gran cantidad de recursos para, efectivamente, dar salud, educación, infraestructura, casa y ocio a todo el pueblo, promover e impulsar la producción nacional, la tecnología y la cultura nacional científica y de masas .
Desde el punto de vista histórico, otros pueblos ya vivieron esta gloriosa experiencia, aunque saboteada por los contrarrevolucionarios, pero sólo transitoriamente, pues no existe ninguna derrota definitiva para la clase obrera y demás masas populares.
Al despreciar la farsa que representa la vía electoral – inclusive defendida por la falsa izquierda brasileña oportunista y electorera – sólo resta al pueblo la elevación de su movilización, politización y organización , comprendiendo la necesidad del partido revolucionario del proletariado que conduzca el proceso, sin claudicar, hasta la victoria final.
¡Que los reaccionarios de todos los tipos tiemblen delante de esta idea! Sus ladridos no impedirán el surgimiento de la nueva orden, los resplandores de las llamaradas de su creciente revuelta ya prenuncian el nuevo día.