Entrevistamos Elizabeth Silveira e Silva, vicepresidenta del Grupo Tortura Nunca Más de Río de Janeiro, sobre la denominada “comisión de la verdad” creada por la gestión Rousseff y sobre la lucha por justicia de los ex-presos políticos, luchadores del pueblo y familiares de los militantes torturados, asesinados y “desaparecidos” por el régimen militar fascista. Elizabeth es hermana de Luiz René Silveira e Silva, militante del PCdoB en la década de 1970, guerrillero del Araguaia, considerado “desaparecido” desde 1974 en la región del Araguaia en circunstancias nunca esclarecidas.
Elizabeth Silveira e Silva no Memorial às vítimas do regime militar, no Rio de Janeiro
AND: ¿Qué piensa usted sobre esa comisión de la verdad?
Elizabeth: Yo no consigo entender una comisión hecha con el objetivo de reparación que no abarque la cuestión de la justicia. Una comisión que no posea mecanismos que produzcan pruebas que sean capaces de indiciar y mandar para la justicia esas pruebas para que aquellos que cometieron esos crímenes tan bárbaros sean responsabilizados. Esa comisión ya comienza mal por su propia concepción. En los países de América Latina donde también hubo dictaduras violentas, crueles y arbitrarias como la que tuvimos aquí, ya hubo significativos avances en el sentido de hacer público el papel de esas personas en esas dictaduras y responsabilizarlas judicialmente. Nosotros estamos muy atrás en ese sentido.
AND: ¿Porque usted cree que existe ese atraso aquí en el Brasil?
Elizabeth: Ese atraso viene del propio periodo de transición de la dictadura, que fue muy largo y acertado por medio de acuerdos entre las élites. Por ejemplo, la ley de amnistía fue un acuerdo entre las élites en el sentido de promover esa amnistía que ellos dicen ser “amplia, general e irrestricta”, pero colocando en el conjunto de los amnistiados los agentes de la represión. Los crímenes que ellos cometieron no fueron crímenes políticos, fueron crímenes de asesinato, secuestro, ocultación de cadáveres, prisiones arbitrarias, cercenamiento de libertades: libertad individual, libertad de expresión. Esos crímenes no son amnistiables, inclusive, por la comprensión de la justicia internacional. No es sólo cuestión de responsabilizar alguien. Es una cuestión de que nosotros sepamos quiénes fueron las personas que componían ese aparato de represión y que hoy aún se encuentran componiendo los diversos gobiernos pos-dictadura.
AND: ¿Cómo deben organizarse los movimientos para superar ese atraso en la búsqueda por justicia para los agentes de represión del Estado que cometieron esos crímenes en la época del régimen militar?
Elizabeth: Lo que falta es una movilización mayor de la sociedad. Esa lucha es tan importante porque ella no trata sólo de familiares de presos políticos, o de víctimas de la dictadura, ella es mucho mayor de que eso. Esa lucha tiene el papel de contar la historia como ella realmente aconteció, responsabilizar los que hicieron esas atrocidades y garantizar que ellas nunca más acontezcan. A partir del momento en que la verdad es barrida para debajo de la alfombra, nosotros estamos encubertando esos criminales, escondiendo los hechos y promoviendo una sensación dentro del sistema represivo de los gobiernos de que eso puede acontecer porque, en el fin de las cuentas, nadie va a ser responsabilizado. Nosotros queremos saber: ¿quién financió todo ese aparato represivo en la época? Ellos tenían haciendas, casas de campo, bases clandestinas. ¿Quién bancó esa estructura? Eso fue financiado por empresarios para garantizar sus grandes logros.
AND: ¿Cual es su sentimiento tras tantos años de lucha para descubrir lo que aconteció con su hermano René en el Araguaia?
Elizabeth: Nosotros, como familiares, tenemos siempre un sentimiento de indignación. Una angustia para saber lo que aconteció con ellos. Saber quiénes fueron los responsables por esas barbaridades todas que fueron cometidas. Para usted tener una idea, nosotros aún no tenemos ni la localización de las osamentas, de los restos mortales. ¿Donde están? Ni esas informaciones fueron suministradas a los familiares. Yo, por ejemplo, la única cosa que tengo sobre mi hermano es un atestado de óbito, que no dice donde murió, como murió, no dice nada. Ese atestado yo recibí por determinación de la ley 9.140/95, pero él no tiene ninguna información. Eso es muy serio porque transforma ese proceso en una cosa infinita. Para los padres y madres eso es aún más difícil. El dolor de perder un hijo es enorme. Muchos se agarran a la esperanza de que el hijo aún pueda estar vivo, que esté desmemoriado, que pueda estar enfermo y perdido en algún lugar. Para empeorar, el aparato de represión del Estado aún lanza dudas sobre la veracidad de lo poco que es investigado, inventa hechos para tumultuar aún más ese proceso, diciendo que fulano está vivo, que hizo negociación con el ejército. Eso también es hecho con el objetivo de descalificar la militancia de esas personas que murieron y de aquellos que buscan la verdad de los hechos. Es un sufrimiento continuo. Es muy difícil cuando las versiones de nuestras investigaciones autónomas no corresponde con las versiones dichas oficiales, porque a través de ese título de ‘versión oficial’, el Estado puede decir lo que bien entiende y siempre tiene una revista y un periódico para respaldar esa versión. Eso acontece, principalmente, cuando el asunto es el conflicto en la región del Araguaia.
AND: ¿Cuáles fueron los avances que usted obtuvo en la búsqueda por informaciones sobre su hermano?
Elizabeth: Todas las informaciones que yo tengo fueron obtenidas a través del empeño de los familiares y de las entidades de derechos humanos que actúan en ese campo. Lo que tenemos de más concreto fue obtenido en 1982, cuando fue hecha una caravana de familiares con la ayuda de la Comisión de Justicia y Paz de São Paulo, de la OAB y de otras entidades de derechos humanos. En la época, fueron entrevistados habitantes de la región que dijeron que esas personas estuvieron allá realmente, ellos las identificaron por intermedio de los nombres que ellos usaban allá, fotografías, y afirman que vieron esas personas siendo detenidas, vivas. Más tarde, la mayoría de ellas fue ejecutada por el Estado. Nosotros tenemos también los testimonios de personas que fueron presas y vieron fotos presentadas por los militares. Ellos decían que aquellas personas estaban presas y preguntaban quiénes eran ellas. Informaciones ellos tenían, hasta porque ellos prendieron esas personas vivas. Ellos no fueron juzgados, fueron ejecutados y enterrados en locales que nosotros no conocemos.
AND: El PCdoB, para esquivarse de las recientes denuncias de corrupción, intentó usurpar la historia del PCdoB y utilizar el nombre y la memoria de héroes que cayeron en combate, fueron torturados y asesinados por el régimen militar, buscando protegerse. ¿Qué es lo que usted tiene a decir sobre el silencio y complicidad de ese partido con las políticas del viejo Estado acerca de los muertos y “desaparecidos” en el Araguaia?
Elizabeth: Todos los gobiernos que se eligieron después de la dictadura tuvieron que hacer acuerdos. Si trazamos un panorama de la política en los últimos años, vamos a ver varias personas haciendo acuerdos con figuras que estaban en la política en la época de la dictadura. Ese partido [el PCdoB de João Amazonas y Renato Rebelo] quiso formar parte del gobierno y ese gobierno tuvo que hacer acuerdos y romper con sus principios. Es una cosa lamentable. Son personas que para tener el poder venden hasta la madre. Como quién dice ‘yo renuncio a mis principios para tener una municipalidad, para formar parte del gobierno’. Ellos nunca se insertaron en esa lucha por verdad, memoria y justicia, como deberían. Al final de cuentas, fueron 69 militantes que estaban en el Araguaia.
Hoy se ve militantes de ellos asumiendo asesorías en el Ministerio de la Defensa*. ¿Cómo consiguen olvidar todo ese pasado? De los 69 militantes del PCdoB muertos en el Araguaia, sólo dos casos fueron mínimamente esclarecidos y no por empeño del PCdoB ni del Estado. El Estado se omite en esa cuestión. Él finge que busca, él finge que investiga. Ellos dicen: ‘eso es lo posible, hoy’. ¿Cómo? ¿Y todos los años que ya pasaron? Lo posible es mucho más de que eso. Pero lo posible para ellos es sólo una “comisión de memoria y verdad” que no tiene justicia y dice que esa comisión es “lo posible”. Eso porque usted tiene un parlamento absolutamente conservador y un gobierno completamente descomprometido con esa memoria.
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*José Genoíno, militante del PCdoB en la época del Araguaia, al ser detenido delató guerrilleros y la localización de los destacamentos de combatientes asumiendo servicios de “perro”, en el argot utilizado por los militantes revolucionarios a los traidores, al régimen militar. Hoy en el PT, él ocupa la silla de asesor especial en el Ministerio de la Defensa.
Memorial a las víctimas del régimen militar es inaugurado en Río de Janeiro
El día 11 de diciembre, fue inaugurado, en el cementerio de Ricardo de Albuquerque, en la zona Norte de Río de Janeiro, un memorial en homenaje a los héroes del pueblo brasileño que cayeron luchando contra el régimen militar fascista. Tanto la creación del memorial, cuanto su evento de inauguración, sólo fueron posibles gracias al empeño del Grupo Tortura Nunca Más que, desde 1991, hace un incansable esfuerzo para localizar cuerpos de compañeros enterrados como indigentes en diferentes épocas y locales, incluyendo los barrios de Ricardo Albuquerque, Cacuia y Santa Cruz.
De acuerdo con documentos del Instituto Médico Legal, del Instituto de Criminalística Carlos Éboli y de la Santa Casa de Misericórdia, reunidos por el GTNM, por lo menos 14 compañeros fueron enterrados en Ricardo de Albuquerque en una fosa clandestina. Uno de ellos era el dirigente del PCdoB, Luiz Guilhardini, muerto a los 53 años de edad en Río de Janeiro, luego después de su prisión. El cuerpo de Guilhardini fue llevado como desconocido por el DOPS al IML en 5 de enero de 1973.
– En 1991, el Grupo Tortura Nunca Más inició un esfuerzo junto al IML y con el apoyo del entonces vicegobernador, Dr. Nilo Batista, para encontrar esa fosa clandestina que no constaba en ningún documento del cementerio. Nosotros supimos eso a través de antiguos sepultureros con quienes conversamos. Encima de esa fosa ya habían construido gavetas que abrigaban otros cuerpos. Con el apoyo del Consejo Regional de Medicina y del Instituto Argentino de Antropología Forense, nosotros conseguimos hacer con que las gavetas fuesen retiradas y esa fosa comenzase a ser explorada. Excavamos cerca de 10% de la fosa y esas osamentas fueron guardadas durante todo ese tiempo en el Hospital General de Bonsucesso. Eso todo nosotros hicimos sin ningún apoyo del gobierno, hasta que fue posible construir ese memorial y trajimos esas osamentas de vuelta para aquí. Con eso, se cierra un ciclo de 20 años de investigación para preservar la memoria de esos compañeros – dijo la presidente y fundadora del GTNM, Cecília Coimbra.
– Aún así, todavía tenemos mucha cosa para descubrir. Esa historia, infelizmente, aún está en abierto. Nosotros tenemos una seudocomisión de la verdad siendo formada y vamos a presionar para que esa historia sea contada de verdad, a pesar de nosotros saber que fueron hechos acuerdos políticos para esconderla. Nosotros queremos saber: donde, cuando y quiénes son esos criminales. Que esos archivos sean abiertos y que los responsables por esos crímenes sean públicamente responsabilizados. Que ellos salgan de las sombras y asuman los crímenes de lesa humanidad que cometieron – reivindica Cecília.
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