9 de agosto: 16 años de la resistencia de Corumbiara
Los legítimos dueños de la hacienda Santa Elina
El llamado “masacre de Corumbiara”, como quedó conocido el ataque de policías y pistoleros en el día 9 de agosto de 1995 a los campesinos pobres acampados en la hacienda Santa Elina, en el municipio de Corumbiara, Rondônia, será siempre recordado por las masas campesinas y por los que luchan por el fin del latifundio en el Brasil. La heroica resistencia emprendida por las familias campesinas fue lo que impidió que un verdadero baño de sangre fuera llevado a cabo por cobardes verdugos encapuzados, torturadores viles, asesinos a sueldo del latifundio.
Assembléia popular da área revolucionária Zé Bentão
Los remanecientes de aquella lucha nunca dejaron de luchar, se organizaron en el Comité de Defensa de las Víctimas de Corumbiara – Codevise, se mantuvieron movilizados, denunciaron la matanza y la tortura, denunciaron los asesinos y mandantes de la masacre. Sin iludirse, los hijos y continuadores de la lucha de Corumbiara cobraron las promesas de las dichas “autoridades”, como la que Luiz Inácio, el obrero-modelo del FMI, entonces candidato, hizo delante de las familias poco después de la batalla, en 1995. Promesas de tierra y justicia. Sólo promesas. Ninguna fue cumplida.
Esas familias campesinas, organizadas por el Codevise, persistieron en la lucha por la conquista de la tierra, enfrentaron y denunciaron el pistolerismo hasta que, a mediados del año pasado, retomaron una vez más parte de la hacienda Santa Elina, cortaron los lotes, iniciaron la producción, resisten plantando y cosechando su sustento.
Recientemente fue informado que el Incra habría concluido el proceso de adquisición de la hacienda Santa Elina “para fines de reforma agraria”, y que “en 90 días” el área de 14.800 hectáreas sería transformada en el más nuevo proyecto de asentamiento del Estado.
El Incra y la dicha “reforma agraria” del viejo Estado no hicieron siquiera una mención a la historia de resistencia y lucha de las familias y su legítima organización, el Codevise. No mencionaron que las familias, debido a la morosidad y descaso de las gestiones de turno, cansadas de esperar y de oír promesas, ya habían tomado la tierra y cortado por cuenta propia, que ya producían en ella con el apoyo de la Liga de los Campesinos Pobres de Rondônia y Amazônia Occidental. La propia desapropiación de la hacienda Santa Elina, como afirman los campesinos, se debe principalmente a la persistencia de las víctimas y sus apoyadores, que lucharon sin cesar durante 16 años.
El Codevise y las familias campesinas denuncian: “esta es la forma encontrada por el Incra de Rondônia y por la Fetagro [Federación de los Trabajadores en la Agricultura de Rondônia] para deturpar la lucha de los campesinos”.
En su último manifiesto, los campesinos de Santa Elina reafirman: “estamos dispuestos a luchar para que todos los esfuerzos de las víctimas de Santa Elina no sean usados una vez más para fines oportunistas y electoreros de quienquiera que sea. Las familias que hace más de un año tomaron legítimamente posesión de sus tierras exigen el reconocimiento de su derecho de tener tierra para trabajar y sostener sus familias, exigen que el corte realizado por los campesinos sea respetado y están dispuestas a permanecer en esas tierras cueste lo que costar.
Convocamos a todos trabajadores, profesores, estudiantes, artistas e intelectuales honestos a manifestar su apoyo enviando notas de repudio a las siguientes direcciones:
Superintendente del Incra de Rondônia: [email protected]
Fetagro: @pcnet.con.br
Ouvidoria Agraria: [email protected]”
Los campesinos que viven y trabajan en las tierras conquistadas de la hacienda Santa Elina, remanecientes de la batalla de 1995, mantienen altas sus banderas de lucha por la defensa de su conquista.
Un embuste para atacar la conquista de la Santa Elina
Tramos extraídos de manifiesto de la LCP datado de 20 de julio de 2011, publicado en resistenciacamponesa.con
En nota publicada en 16 de julio último, la Fetagro (Federación de los Trabajadores en la Agricultura de Rondônia) afirma que uno de sus directores, el secretario de medio ambiente Teófilo Santana, estuvo en la hacienda Maranatá (una de las tres partes en que fue desglosada la hacienda Santa Elina) y relató situaciones de amenazas a liderazgos “de los campamentos Río das Pedras, Zigolândia y Cambará” por parte de integrantes de la LCP. Habría dicho aún haber presenciado “hombres portando armas en reuniones” y que también habría visto “un grupo fuertemente armado que estaría en la divisa de la hacienda amenazando las personas que encontraban por el frente”.
Aún en la nota la Fetagro exige la desocupación “del área por la policía” y exclusión “de las familias del proceso de reforma agraria”. Por fin piden “con la máxima urgencia la presencia de la Policía Civil, de la Policía Federal que efectúe el desarmamiento de los liderazgos y acampados de la Liga para evitar otra masacre, sólo que esta vez entre trabajadores”.
En nuestra opinión es la Fetagro quien está amenazando e intimidando las familias al exigir la desocupación del área por la policía. Es la Fetagro quien está amenazando al alcahuetear y exigir prisión de campesinos y liderazgos. También es la Fetagro quien cobardemente miente sobre la existencia de campesinos armados para justificar todo tipo de represión policial.
Las familias que están hace más de una año en las tierras de la hacienda Santa Elina ya cortaron los lotes, construyeron casas, montaron escuela, arreglaron estradas y poseen una gran producción. Son motivos de sobra para estar decididas a repeler cualquier tentativa oportunista de la dirección de la Fetagro y sus sindicalistas de atacar sus intereses y su justa lucha.
Traducciones: [email protected]