Luiz Inácio avala presencia militar yanqui en Brasil

Luiz Inácio avala presencia militar yanqui en Brasil

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Luiz Inácio fue a USA a mediados de abril. Según su agenda ampliamente repercutida por el monopolio de los medios de comunicación, él desembarcó en Washington, cubil del imperialismo yanqui, para participar de la llamada "cúpula de seguridad nuclear" promovida por la Casa Blanca.

Pero aún antes de abrir la boca para cumplir el papel para el cual fue convocado, o sea, reforzar la demagogia atómica que las potencias andan trompeteando por ahí, él mandó su ministro de la Defensa, Nelson Jobim, a sacar la lapicera del bolsillo para firmar con su congénere de la administración Obama, Robert Gates (genocida remaneciente de la administración Bush) un odioso acuerdo de cooperación militar "en todos los niveles" justamente con los mayores enemigos del pueblo brasileño, en particular, y de los pueblos del mundo en general.

Los términos del trato incluyen "visitas navales" de los yanquis, justamente en el contexto de la reciente reactivación de la IV Flota de la marina de USA – cuya misión es permanecer con el dedo en el gatillo y apuntando para la costa del océano Atlántico —, e "intercambio de informaciones", justamente en el contexto de exaspero de las luchas de los pueblos latinoamericanos contra las políticas fascistas de las gerencias locales y de crecimiento de la insatisfacción con la rapiña imperialista. El arreglo entre la gerencia brasileña y sus superiores, sacramentado en la sede del Pentágono, no prevé expresamente la instalación de bases militares de USA en territorio brasileño, ni tampoco autoriza claramente la presencia ostensiva de marines por aquí, pero lanza las bases legales en la esfera del derecho internacional — el derecho del imperialismo — para eso, o sea, para que se repita en Brasil lo que hace años viene aconteciendo en Colombia: la transformación de una nación suramericana en enclave de la mayor y más opresora potencia del planeta.

La propia decisión de reactivar la IV Flota, tomada en los días finales de la administración Bush, constituyó una especie de alternativa para posibles resistencias que USA podría encontrar   en los países bañados por el Atlántico a la instalación de sus bases militares en tierra firme. Y vale señalar que si la gerencia petista y la administración Obama no acertaron por ahora la instalación de una base militar yanqui en Río de Janeiro, no fue por defensa de la soberanía nacional, ya que es vende patria, pero sí por preocupaciones electoreras y en función de la fuerte resistencia popular que la noticia de las negociaciones en este sentido levantó. La puñalada de una base yanqui en Río sería dada a título de combatir el tráfico de drogas, como se hizo en Colombia. Pero, en vez de eso, Luiz Inácio y Nelson Jobim sacramentaron la legalidad de las "visitas navales" de la IV Flota. O sea: enmascararon la presencia autorizada del Mando Sur de USA en el Brasil, que en vez de instalarse en tierra firme en el continente permanecerá preparada flotando en el mar, garantizando la observancia de la "cooperación militar en todos los niveles".

Es Luiz Inácio mostrando que la gerencia petista quiere imitar el gerente Álvaro Uribe, que alquiló Colombia a USA. Es Luiz Inácio atendiendo a la exigencia del jefe Obama al colocar la nación brasileña directamente en la rueda de la carrera imperialista en la región, días después de Hugo Chávez firmar un pacto semejante con la Rusia de pretensiones coloniales (con respecto a eso, los especialistas escalados por el monopolio de la prensa se dedicaron llenos de eufemismos para explicar el "convenio", diciendo que se trata del preparo del Brasil para la llamada "guerra asimétrica", o "guerra sin enemigos", nombre fantasía de la ofensiva de dominación global lanzada por los yanquis después de los ataques que sufrieron el día 11 de septiembre de 2001).

No por casualidad fue en Bogotá, capital colombiana, que Robert Gates dijo pocos días después de firmar el infame contrato con Nelson Jobim que los acuerdos militares firmados con las gerencias de Uribe y Luiz Inácio "servirán para enfrentar desafíos comunes, como el terrorismo y el narcotráfico" — el álibi para las ofensivas militares globales y el álibi específico para camuflar la ocupación militar yanqui de América Latina. Gates dijo también: "espero que las personas entiendan que estos acuerdos de cooperación en cuestión de defensa son sobre la expansión de nuestras relaciones de Fuerzas Armadas en nivel bilateral". ¿Pero, qué tipo de bilateralidad puede haber en un acierto entre una potencia y una semicolonia, sino la del tipo lesa-pueblo — en este caso, el bravo pueblo de nuestro grande y oprimido continente?

Traducciones: [email protected]

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