As sobras das demolições são abandonadas juntando ratos
La política de remociones y desalojos compulsivos de favelas y barrios miserables sigue violando las leyes y los más elementales derechos de miles de trabajadores pobres en todo el Brasil. En Río de Janeiro – el laboratorio de políticas antipueblo del Estado reaccionario – los tractores del ayuntamiento, bajo el mando del gerente municipal Eduardo Paes, siguen avanzando sobre las favelas de la ciudad.
En la recién militarizada favela de Manguinhos, en la zona Norte de la ciudad, una obra aún sin finalidad definida, ha avanzado sobre las casas de decenas de familias que viven hace décadas en el local. Una de las víctimas, el jubilado José Geraldo, de 57 años, es uno de los pocos que sigue resistiendo. En el inicio de febrero, nuestro reportaje fue al local y conversó con el señor Geraldo, que protestó vehementemente contra más ese crimen del Estado contra el pueblo.
– Yo me mude para acá en 1975. Aquí no había nada. Nosotros fuimos construyendo casas de madera. Ellos decían que ese terreno era de la estación de ómnibus. Esas casas de ladrillos comenzaron a aparecer en 1982. Hoy, estamos con todo legalizado y ellos están ofreciéndonos 40 mil, siendo que una casucha en la favela está costando, en media, 100 mil reales. Todos los reportajes que vinieron aquí hicieron esa investigación. Yo no quiero dinero. Quiero sólo una casita aquí por cerca para poder vivir dignamente. Ellos hicieron unos departamentos a unos 30 minutos de aquí, pero son muy pequeños. Nosotros somos una familia grande y nuestra casa tiene cuatro ambientes. ¿Cómo vamos a vivir en un departamento de 40m²? – pregunta.
– Esos departamentos, ellos habían dicho antes que irían a construir aquí mismo y que, por eso, nosotros tendríamos que salir. Después, dijeron que teníamos que salir porque ellos irían a ensanchar la pista de la Leopoldo Bulhões para la obra del PAC [Programa de Aceleración del Crecimiento de la gestión Dilma-Luiz Inácio]. Mi hijo Tiago tiene 26 años. Él nació aquí dentro de esa casa prematuro, con 600g y seis meses. Quedó quince días en el Hospital General de Bonsucesso. Mi hija y mi nieta también. Todos nacieron aquí. Yo vine a vivir aquí solo, soltero y construí no sólo mi casa, pero mi familia en este local. Para mí, yo iba a morir aquí – lamenta.
El jubilado contó que algunos de sus vecinos aceptaron salir y acabaron perdiendo todo lo que tenían.
– Una vecina nuestra fue para Xerém. Ella quedó con miedo, porque ellos amenazan. Dicen que si usted no aceptar el dinero, va a quedarse sin nada. Ella recibió los 40 mil y sólo consiguió una casa allá lejos en Xerém. Cuando aconteció ese anegamiento allá en el inicio del año, el agua entró en su casa y perdió todo. Por poco no perdió la vida. Aquí, el agua nunca subió mucho. Aquí en casa hasta ya entró agua, pero donde ella vivía en la favela, nunca había acontecido eso. Xerém, Queimados, Nova Iguaçu, quién aceptó el dinero está yendo para esos locales. Un vecino nuestro fue parar en Ponta Negra. Yo tengo mis hijos todos estudiando y trabajando en esta región. ¿Cómo vamos a hacer se tengamos que ir para un lugar tan lejano? – cuestiona.
El señor Geraldo aún se quejó de los escombros de las casas que ya fueron demolidas. Los restos son abandonados en el local, acumulando humedad, ratones e insectos.
– Todos los años pintaba mi casa. Yo vivía haciendo una reparación, adornando la casa. Ahora nosotros no tenemos ánimo para más nada. Mira el techo, lleno de infiltraciones, moho. Hay mucha humedad, porque ellos demolieron las casas de quien aceptó salir y largaron esos escombros ahí. Ahora, nosotros sufrimos con ratones, víboras, cucarachas y humedad, mucha humedad. La gente está viviendo en una situación precaria. Sin contar que ellos están siempre interviniendo en la red eléctrica. Ya hubo una caída de energía en mi casa y yo perdí una heladera. Después ellos se van y nos largan en el oscuro. Esas lámparas esparcidas por la calle fuimos nosotros que colocamos. Nos juntamos y vamos rehaciendo la iluminación – afirma.
– Esa historia de Copa del Mundo y Olimpíadas está acabando con la ciudad. Ellos están cuidando de esos negocios, gastando millones. ¿Porque no invierten ese dinero en la salud pública, en educación ? – concluye.