Poco a poco, se aproxima otro proceso electoral farseado en la semicolonia de Brasil. A lo largo de los próximos meses, los grupos de oligarcas y oportunistas que disputan la primacía del gerenciamiento entreguista y servicial del viejo Estado semifeudal brasileño se exhibirán como pavos reales para las instituciones de dominación política del imperialismo y de las clases dominantes nativas, esmerándose para probar lealtad a quién realmente manda. Reunidos en partidos y coligaciones de partidos, en octubre de 2010 toda la gavilla se enfrentará en otra elección presidencial, ápice de esta carrera que lleva el sello indeleble del comprometimiento de todos los candidatos con las demandas de la rapiña neocolonial, con las políticas anti-pueblo y con los esfuerzos para dar sobrevida a las instituciones burguesas en avanzado estado de descomposición.
Con esa mayor proximidad de un nuevo sufragio burgués en nuestro país, es tiempo de estallar las falsas alternativas electorales, que se presentan y son presentadas a las masas brasileñas como fuerzas transformadoras identificadas con las clases populares, pero que representan nada más de que el continuismo, la reacción y el oportunismo más predatorio escondido atrás de la defensa aguerrida de la ética de las costumbres (trapaza, de hecho, que no resiste a la primera necesidad de arreglos en el Congreso Nacional, como el "ex-ético” PT no se cansa de demostrar).
Fue así con Heloisa Helena y el PSOL en 2006, viene siendo así ahora con la senadora Marina Silva y el Partido Verde. La revista Época que salió el día 15 de agosto llegó a los quioscos del país trompeteando el "factor Marina”, diciendo que "entró oxígeno puro en la campaña electoral de 2010. La novedad se llama Marina Silva”. Reza el perfil de la pre-candidata que ella es honesta, serena y defensora de la floresta, y que encarna "la oportunidad de un Brasil sustentable”. Una presentación que además de todo opta por la lisonja infinita a esa agente de ONG internacionales.
La farsa de la candidatura no-institucional
Marina Silva, inclusive, viene siendo comparada, por oportunistas más descarados, con el jefe del imperialismo yanqui, Barack Obama, sobre todo en razón de un tal carácter "apartidario” de su figura, o sea, no-institucional, por encima del bien y del mal. Eso, dicen, caracterizaría su probable candidatura a la presidencia de la República, en una estrategia de marketing electorero idéntica a aquella usada por Obama para pedir votos a los estadounidenses.
Pero la conexión de Marina con el imperialismo realmente existe y es notoria, a través de las ONGS, principalmente yanquis, que actúan libremente en territorio nacional, intentando asegurar, a través de discursos "ecológicos”, que nuestras riquezas no sean nacionalizadas.
En el final de semana, de los días 15 y 16 de agosto, varios de los mayores vehículos de la prensa burguesa nacional dedicaron sus más nobles espacios para propagandear el nombre de Marina Silva como candidata presidencial del Partido Verde en 2010. Repitiendo la cantinela de una candidatura "apartidaria”, la revista IstoÉ, que estampó Marina en la capa, llegó aún al tono de eslogan, diciendo que "Brasil no es sólo PT y PSDB”, no sin mencionar la información de que números del Instituto de Investigaciones Sociales, Políticas y Económicas (Ipespe) revelaron "fuerte presencia de Marina en las clases A y B”, o sea, entre las clases dominantes. Tal cual se diseña el escenario de Marina Silva no como alternativa para las masas brasileñas oprimidas, pero sí como más una opción que el imperialismo tiene a disposición para ayudarlo en su más nueva doctrina de reafirmación de la dominación, la de mascararse para las semicolonias.
Este señuelo, el de estar por encima del bien y del mal, hace tiempo es utilizado por el propio PV. Entre las varias falacias que componen su declaración de principios, se presenta el PV como un partido que "no se aprisiona en la estrecha polarización izquierda versus derecha. Se sitúa al frente”. Se trata de un estratagema torpe, oportunista, cuyo propósito es aprovecharse de la repulsa cada vez mayor que emana de las masas hacia el fisiologismo de la política partidaria de la burguesía y al podrido Estado burocrático, a fin de intentar vender al pueblo otra sigla electoral hipócrita, aunque se autocalifique como de nuevo tipo, eructando ética y bajo la fachada ecológica, ansiosa por mayor protagonismo en las sucesivas farsas electorales.
Reaccionarios pintados de verde
Este es el PV, agremiación que adhiere entusiásticamente al sufragio universal y a todos los otros principios de la democracia burguesa parlamentaria, la del tipo contrarrevolucionaria. En sus estatutos, se abogan panaceas como la redistribución de la renta, el supuesto papel regulador y protector del Estado burocrático, el control sobre los movimientos especulativas de capitales y la conquista del poder a través de los diversos niveles de los poderes legislativo y ejecutivo.
Sus dirigentes defienden toda clase de mecanismos que no interesan a las luchas populares auténticas, de mitigación de la lucha de clases, predicando "la convivencia pacífica, harmoniosa, solidaria y cooperativa entre los ciudadanos”, como consta en el programa del partido. El mismo programa, de hecho, que no deja de traer la reconocible profesión de fe del oportunismo, al decir que el partido "no sigue los cánones de la izquierda tradicional”, lo que, en el caso de los "verdes”, significa el rechazo de las premisas científicas de la economía política y la adopción de los postulados demagógicos de la "ecología política”.
O sea, nada de nuevo en relación a los demás grupos que se alinean poniendo el ojo en el botín que la gestión del Estado burocrático reserva a quien gana el privilegio de ocupar. O mejor, la novedad queda por cuenta de que reaccionarios de la estirpe de Alfredo Sirkis y Fernando Gabeira (¿quién no se acuerda del vigor punitivo en cuestión de seguridad pública abogado por ambos en sus campañas electoreras en Rio de Janeiro?) arreglaron una candidatura presidencial pintada de verde que puede ser una moneda de negociación más cara en los arreglos partidarios para la farsa electoral de 2010. Una candidatura que buscará valorarse en la base del engaño, hablando en exigir de los monopolios certificados inútiles de responsabilidad "socioambiental”, para evitar hablar de los asuntos que realmente interesan al pueblo brasileño, para evitar el tema de la lucha de clases y del proceso revolucionario en curso.
Es preciso aún decir que el PV es más una sigla para figurar en el feudo del señor del Maranhão, ya que Zequinha Sarney, el hijo pródigo, es una de las figuras de proa de la agremiación.
Marina Silva es más de lo mismo, una más para llamar de fiesta "de la democracia” los sufragios de la burguesía, que continuarán siendo los sufragios de la burguesía — nada ni nadie que se presente para participar de ellos irá a cambiar su naturaleza antipueblo.
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