El concepto de soberanía nacional, en una sociedad de clases, adquiere el carácter de la clase dominante. Sin embargo, cuando se trata de una semicolonia, pierde totalmente su contenido.
En 1964 los militares dieron un golpe de Estado, a servicio de los intereses imperialistas yanquis, derrumbando un gobierno legalmente constituido. La intervención de USA, inclusive infiltrando boinas verdes (marines) en nuestro país y colocado navíos y submarinos en la costa brasilera para mitigar una posible resistencia al golpe. Para ellos, nada de eso arañaba nuestra soberanía.
Los exgerentes Collor, Itamar y Cardoso tampoco percibían en su acción privatista, desnacionalizante y vende patria, ningún daño a la soberanía nacional.
La actual gerencia FMI-PT colocó Henrique Meirelles (hombre de confianza de la oligarquía financiera internacional) para conducir una de las mayores transferencias de recursos de la nación para el imperialismo (vía elevación de las tasas de interés y política económica sumisa). Aún así, Luiz Inacio quiere que creamos que ejecuta una política económica rigorosamente soberana.
Lo que todos estos gerenciamientos tienen en común, por tratarse de mentes colonizadas, es que ellos, al frente de un Estado burgués-latifundista servicial del imperialismo, ejecutan políticas y expresan una visión del mundo que se concilia con los intereses de las clases dominantes locales (latifundio y capitalismo burocrático), históricamente dóciles al capitalismo y al imperialismo sea europeo o yanqui.
Implantar algo como el Proyecto Jarí, desnacionalizar sectores estratégicos de la economía, incrementar un rígido control de la natalidad o alquilar florestas son acciones que favorecen la dominación de nuestro pueblo y efectivamente abalan la territorialidad de la nación brasileña, consecuentemente afectando nuestra soberanía.
Las mentes colonizadas no alcanzan el verdadero contenido de la soberanía nacional, de la misma forma que no alcanzan el contenido de la democracia. Tanto es así que después de la dictadura Vargas y después de la gerencia militar se hablo en redemocratización, como si en algún día hubiese habido democracia, fuera de una simulación formalista.
Otro mito, bastante repetido en nuestros días, es el que afirma que el Estado brasileño abandonó la Amazonia. Ciertamente que bajo la óptica del pueblo y de los intereses nacionales podemos considerarlo así, sin embargo, desde el punto de vista del estado burgués-latifundista a servicio del imperialismo, la Amazonia siempre estuvo bajo control, entregado a la saña devastadora y predatoria de latifundios nacionales y extranjeros que establecen verdaderos feudos, con derecho a leyes y fuerza armada propia, en extensas aéreas de tierras, en algunos casos, mayores de que algunos estados de la federación. No son pocos los casos de masacres y esclavitud de indios y de nordestinos entregues por el Estado como carne para los perros hambrientos del latifundio y del imperialismo, como en los casos del "ejército del látex" y de la construcción del ferrocarril Madeira-Mamoré.
El ejército es la columna vertebral del Estado. Así, no podemos olvidar que el ejército brasileño siempre funcionó como frente pionera en la matanza de indios — como ocurrió en la construcción de la Br 174, en Roraima — y de campesinos — como ocurrió en Canudos y Contestado. Todo esto para proteger los intereses del latifundio, de los grandes burgueses y del imperialismo inglés o yanqui. De la misma forma, este mismo estado brasileño siempre participó, a través de sus agencias y de los bancos (Sudam, Banco de Brasil y BNDS), financiando la devastación y el saque de la región. Véase, por ejemplo, el financiamiento de las haciendas de ganado, de los cultivos de soya y de caña, de las grandes madereras y serrarías y de los frigoríficos diseminados por la Amazonia.
Para las mentes colonizadas incrustadas en la burocracia estatal, en el ejército y en la imprenta de los monopolios de comunicación, es perfectamente natural que científicos travestidos de "misionarios” y los propios misionarios de las sectas más exóticas (incluidas las iglesias católica y evangélicas) se establecieron en la Amazonia causando graves perjuicios tanto en el paisaje físico como en la cultura nativa. También es natural para ellos la presencia de las ONG que con el pretexto ambientalista sabotean la soberanía nacional.
De acuerdo con estudio de la Doctora Nazira Camely publicado en la página del Internet del Centro Brasileño de Solidaridad a los Pueblos (www.cebraspo.com.br), es en el estado de Acre, administrado por el PT, que hace más de diez años vienen siendo hechos todos los ensayos para la profundización del control y explotación imperialista sobre las riquezas de la Amazonia. De acuerdo con el estudio "En Acre fueron creadas varias ONG revelando un verdadero Estado administrado por los petistas antes que llegasen a la administración del gobierno local en Acre. Allí no hay límites en el nivel de podrecimiento y corrupción. Una de esas ONG es la CTA — Centro de Trabajadores de la Amazonia, de donde salió Marina — ex ministra del Medio Ambiente — Jorge Viana — Gobernador de Acre en su segundo mandato, su hermano Tião Viana — senador. Otra ONG, la SOS Amazonia, entregó buena parte de las tierras de Acre en la frontera con Perú para la TNC — The Nature Concervancy — bastante conocida por tentar comprar tierras en Brasil y en Bolivia en canje de deuda externa. La última hazaña de esos señores es tentar expulsar antiguos habitantes de una región conocida como Sierra del Divisor. Otra vía del semicolonialismo es el PESAGRE, una ONG vinculada a la Universidad de Florida, con larga experiencia en la Amazonia: Pará, Acre, Bolivia, que viene formando cuadros para el ambientalismo enviando estudiantes a EUA y trayendo para Amazonas estudiantes de universidades norteamericanas además de espías con experiencia en contra insurgencia en otros países”.
Por otro lado los pueblos originarios mal denominados por los colonizadores de indios siempre estuvieron en la región y los campesinos que vinieron a sumarse al poblamiento son los que realmente la defienden y la preservan. Estos se constituyen en un obstáculo y un estorbo para los planes del latifundio de viejo y nuevo tipo, para el capitalismo burocrático y para el imperialismo. Llegan al cúmulo de acusarlos de acciones predatorias cuando el Ibama, por ejemplo, toma sus espingardas y hoces.
Al contrario de sus discursos demagógicos, las ONG bancadas por el imperialismo, no tienen ningún interés en preservar las florestas ni "los pueblos de la floresta”, sus acciones encubren intereses subalternos de rapiña. Esta rapiña que es anunciada por ciertos sectores como pretensión futura de ciertas naciones ya viene siendo practicada hace cinco años en la Amazonia y en el resto de Brasil. Estos sectores que se dicen nacionalistas, por causa de la demagogia de las ONG con los pueblos indígenas, colocan ambos en el mismo nivel. Tratan los pueblos indígenas como enemigos, comprometidos con una conspiración separatista.
La verdad es que estos sectores colocan la cuestión como una amenaza futura porque, en realidad no quieren o tienen miedo de enfrentar el imperialismo y sus aliados internos. El imperialismo, principalmente el yanqui, hace mucho tiempo que ya lleva de la Amazonia y de Brasil lo que precisa y la interesa. Para oficializar su rapiña él requiere que sea homologada por el Congreso Nacional como fueron los acuerdos militares, la ley de patentes, la alteración en la Constitución Federal para la entrega de las estatales y ahora el alquiler de las florestas.
¿Por qué estos "bravos nacionalistas” solo saben destilar su valentía contra los indios y campesinos?
En realidad, ellos como las clases dominantes, no tienen ningún problema de conciencia ante el genocidio colonial ni mucho menos ante la segregación a que los pueblos indígenas fueron sometidos por el Imperio y por la república como garantía de su aniquilación paulatina.
Nunca pasó por la cabeza de las clases dominantes y de su ejército, concebir Brasil como un estado multinacional, asegurando derechos nacionales a los pueblos indígenas y aplicando una política de reparación a la secular opresión ejercida contra aquellos pueblos y colaborando para su desarrollo material, técnico-científico y según su libertad para la preservación de sus raíces culturales.
El General Heleno, que retornó de una misión de agresión de soberanía de otro país, como comandante de las tropas del Ejército Brasileño en la ocupación de Haití y de represión a la resistencia popular de aquel país que rechaza el gobierno marioneta impuesto por USA, declaró que mientras él sea comandante "no hay parte del territorio brasileño en que mis tropas no entren”. Por lo tanto, la soberanía de los pueblos indígenas no cuenta. Este es el concepto constituido a lo largo de los siglos de colonización iniciada por la invasión y genocidio de las poblaciones originarias.
Ya se dijo que fue la malaria quién cumplió el papel más patriótico por la defensa de la Amazonia. Hoy, sin embargo, es el movimiento campesino quién está más capacitado para garantizar la ocupación, la preservación y la defensa de la soberanía brasileña de este inmenso territorio en coexistencia cooperativa con los pueblos indígenas que allí habitan desde tiempos remotos.
Dado el carácter reaccionario del latifundio y de la gran burguesía es imposible que su Estado asegure una verdadera democracia y una efectiva independencia nacional. Solamente una revolución democrática y nacional pavimentada por una revolución agraria podrá cumplir esta misión, libertando, así, las fuerzas vivas y auténticas de los pueblos brasileños de las amarras que impiden completar la formación de la nación brasileña y construir su gran futuro como auténtica República Popular de Nueva Democracia.
Traducciones: [email protected]