Para las fuerzas que componen y que apoyan el Estado ilegítimo de Israel en su ofensiva contra los palestinos, no basta que se oprima durante décadas una generación atrás de otra de una gente sistemáticamente ofendida en su propio suelo. A la fuerza de su máquina de guerra, los opresores suman como complemento previsible el esmero para condenar miles de familias de trabajadores a la desesperanza perpetua, encorralando el pueblo palestino contra la pared de un callejón sin salida económico, aparentemente inescapable.
En la Faja de Gaza y en Cisjordania, las consecuencias del sofocamiento económico impuesto por Israel y del bloqueo acatado por las potencias occidentales, son catastróficas para un pueblo que, en cierto momento de su historia, tuvo su territorio ocupado y su libertad restringida por la fuerza de las armas y del cerco económico. Son pocos los alimentos que entran en estas regiones. Combustible y electricidad son cada vez más escasos. Se destruyó el sector público y los puestos de trabajo que él generaba, la pequeña producción familiar está destrozada por la invasión de productos chinos permitida por Israel, y los palestinos son impedidos de cruzar los bloqueos militares para ir a trabajar y estudiar.
El sistema de vigilancia y control que Israel incrementa cada vez más en el territorio palestino ocupado, ayuda a hacer las condiciones de supervivencia aún más precarias. Son muros, cercas y fiscalizaciones racistas, además de una red de agentes entrenados para hacer, de la miseria de un pueblo, su tarea diaria. En Cisjordania, son más de 300 kilómetros de carreteras ladeadas por tanques y soldados de Israel, cuyas órdenes parecen ser en el sentido de que estén siempre prontos para dificultar el día a día de los palestinos.
La administración sionista alega motivos de seguridad, pero la verdad es que la circulación está total o parcialmente bloqueada como política permanente de sofocamiento, y no por medida transitoria para hacer frente a cualquier tipo de amenaza específica.
En muchas comunidades localizadas al sur de Hebrón, el suministro de provisiones básicas está comprometido. Los bloqueos instalados por el ejército de Israel en las carreteras de la región imposibilitan la llegada regular, incluso de agua.
Los habitantes, desesperados, cuentan que los llamados “puestos de control” israelíes hicieron duplicar el precio de este bien. No hay sistemas de abastecimiento. El agua llega principalmente transportada en camiones tanque. Las informaciones son que la simple instalación de nuevos bloqueos los últimos meses hizo el coste del transporte dar un salto del 30%.
Además de causar dificultades de este tipo, el sistema de vigilancia y control mantenido por Israel también castiga los palestinos en otros servicios fundamentales. Es el caso de las atenciones médicas (ver abajo). Es común ambulancias con pacientes en estado grave ser paradas en medio de las carreteras y obligadas a volver para el lugar de donde vinieron, así como se puede verificar con cierta frecuencia, partos y óbitos que acontecen allí mismo, mientras los soldados de los bloqueos hacen su trabajo sucio de boicotear el cotidiano de todo un pueblo.
Por la libertad y por la vida
Tanto en Cisjordania cuánto en la Faja de Gaza, los jóvenes entre los 15 y los 24 años sufren con la mayor tasa de desempleo del mundo. En Gaza, 45%. En Cisjordania, 25% – el doble de la media en todo el Oriente Medio. Eso es fruto directo de las políticas de asalto a la dignidad impuestas por Israel a estas regiones, con la convivencia sordomuda de la llamada “comunidad internacional”.
Mientras la agencia de las Naciones Unidas para Refugiados del Oriente Medio divulga números según los cuales la tasa de palestinos que viven abajo de la línea de la pobreza alcanza la indecente marca de los 52%, la propia ONU no puede ser considerada otra cosa sino una fiel avalista de los abusos responsables por esta situación. Otra parcela, de la responsabilidad sobre el genocidio lento y gradual de los palestinos, puede ser atribuida a Egipto, que se niega a abrir su frontera con Gaza.
Pero la administración egipcia no es la única a juntarse a los verdugos. En países como Arabia Saudita, Siria e Irak la vida para los refugiados palestinos no es nada fácil. Hoy, el pueblo palestino es compuesto por 10 millones de personas, 70% de las cuales son refugiados o sus descendientes. Este pueblo ha mantenido vivo el deseo de emancipación y el ímpeto para expulsar el invasor y refundar su nación, aún delante de tanta adversidad, y aunque la resistencia a veces tenga que hacerse bajo dificultades extras en el exilio.
Los comandantes israelíes de la guerra temen la posibilidad de un retorno masivo y organizado de los palestinos que, por diversas razones, fueron obligados a emigrar. En esta hipótesis, los verdaderos dueños de la tierra serían mayoría dentro de las fronteras forjadas del Estado judío, reforzando la ya aguerrida resistencia a la opresión económica y militar, y acabando con cualquier esperanza que los dirigentes sionistas tengan de perpetuar indefinidamente el robo y las políticas de exterminio llevadas a cabo con tiros, desempleo, pobreza y precariedad de vida.
Los que viven en las ciudades israelíes son forzados a cortar los lazos con sus hermanos, bajo pena de todo tipo de represalia, y están cada vez más aislados de su pueblo. Una reciente encuesta entre ellos mostró que 62% de esas personas temen un día ser expulsas de donde viven. Los 250 mil palestinos que viven en Jerusalén Oriental, anexionada por Israel en 1967, tienen autorización de residencia, pero pueden perderla para siempre, si se atrevieren a visitar Cisjordania o la Faja de Gaza.
El castigo colectivo se intensifica a medida que la capacidad de resistencia de los palestinos se hace presente cada día más poderosa.
Controlando las fronteras por tierra, agua y aire, Israel intenta minar las esperanzas de una Palestina libre impidiendo todo de entrar y a casi todos de salir, llevando a cabo la decisión de hacer un pueblo entero de rehén, bajo la exigencia inaceptable de que abdiquen de su lucha, curven la cabeza y besen los pies del opresor.
Los palestinos, a su vez, responden a la truculencia de las armas con combatividad, y a la truculencia del bloqueo con solidaridad, articulando estrategias de supervivencia en medio a la desertización económica.
Israel ahora hace chantaje hasta con los enfermos palestinos
Un drama personal da muestra de la más nueva estratagema sórdida que Israel resolvió usar en su saña asesina contra el pueblo palestino.
Un documento elaborado por la organización internacional Médicos por los Derechos Humanos trae la historia de lo que aconteció con un palestino de 38 años que llegó a un hospital de Tel Aviv en busca de ayuda especializada. Allí, le dijeron: “Usted tiene cáncer, y va a irradiarse para el cerebro. Si no nos ayudar, tendrá que esperar que Rafah sea abierta”.
Rafah es el nombre del pasaje fronterizo entre la Faja de Gaza y Egipto, que raramente es liberada para el tráfico de palestinos. Ya la amenaza de abandonar el hombre con cáncer a la muerte lenta sin cuidados médicos partió de un oficial del Servicio de Seguridad General de Israel, el Shin Bet, que en realidad no pasa de una policía política.
Es eso mismo: el Shin Bet está condicionando la entrada e internación de palestinos en hospitales de Israel a la traición de estos a su propio pueblo. Resumiendo: o habla, o vuelve para casa sin atención.
Israel viene valiéndose de su servicio de seguridad para llevar a cabo todo tipo de sabotajes a la indoblegable resistencia en la Faja de Gaza y en Cisjordania.
Como A Nova Democracia informó en la edición 43, el Shin Bet viene aprovechándose de la tragedia económica que se abate sobre la juventud que habita los territorios palestinos para sembrar la traición, tal cual hace ahora en los pasillos de los hospitales, reclutando milicianos entre los propios palestinos – contratando mercenarios cuya misión es asesinar sus hermanos.
El documento de la organización Médicos por los Derechos Humanos trae dos informaciones que se complementan: el Shin Bet pasó a hacer interrogatorios en hospitales israelíes que reciben pacientes palestinos, aprovechándose de su estado de salud debilitado para hacerlos informantes del enemigo y el creciente número de pacientes palestinos rechazados en hospitales israelíes – hubo aumento del 10% en la primera mitad de 2007 para 35% en el mismo periodo de este año.
Estas informaciones garantizan dos evidencias para los trabajadores de todo el mundo que se solidarizan con la causa palestina:
La primera es que la política de “coerción” y “extorción” – en las palabras de la organización que recogió los datos – se instaló en el sistema de salud de Israel, al cual recurren no sólo los palestinos enfermos, pero también los heridos en virtud de la truculencia del ejército israelí.
La segunda es que los palestinos, de acuerdo con los números, cuando confrontados con la elección entre recibir tratamiento o traicionar sus hermanos, vienen decidiendo volver para casa y arreglarse. Sin duda un drama de sufrimiento sin par –otra forma de penalidad concebida por el Estado criminal de Israel –, pero también una actitud que depone de forma definitiva sobre la infinita capacidad de este pueblo de resistir a todo tipo de brutalidad, en nombre de la dignidad.
Con la presencia de los yanquis, persecución a palestinos en Irak no tiene fin
La agencia de la ONU para refugiados es una especie de departamento supranacional especializado en remediar las consecuencias de los genocidios afianzados en su propio Consejo de Seguridad. El día 6 de julio, estos gerentes encargados de los rechazos humanos producidos por los avances imperialistas decidieron “realojar” en Islandia y en Suecia 200 mujeres y niños palestinos que vivían como indigentes en la frontera entre la Siria e Irak.
Fueron enviados para Europa los que necesitaban de cuidados médicos más urgentes. Cerca de otros dos mil palestinos permanecieron encorralados entre los dos países, imposibilitados de quedarse donde son perseguidos, impedidos de entrar donde no son bienvenidos.
Desde la llegada del ejército invasor a Irak, en 2003, los palestinos iraquíes vienen siendo atacados, secuestrados, asesinados sin que ninguna agencia internacional se incomode con eso. USA y el gobierno lacayo iraquí atribuyen esta violencia direccionada a la resistencia iraquí, que llaman de “milicias” y “terroristas”, pero la verdad es que la persecución es patrocinada por los invasores y llevada a cabo por los traidores del pueblo iraquí, resentidos por la forma como el presidente Sadam Hussein acogió la causa palestina.
Irak fue el destino de muchos palestinos que fueron obligados a dejar su tierra tras la creación, por la fuerza, del Estado ficticio de Israel. A partir de la llegada de Sadam a la autoridad del Estado iraquí, en 1963, los miembros de la diáspora que se establecieron con dificultades en territorio iraquí pasaron a recibir ayuda del gobierno.
Ellos tuvieron amplio acceso a la salud, educación, vivienda y trabajo. Fue así hasta que USA invadió y destruyó el país, en 2003. La solidaridad de los iraquíes legítimos y del gobierno de Sadam para con el pueblo palestino fue algo que los invasores y los traidores no dejaron pasar. Además de colocar un fin a cualquier soporte oficial a estos exiliados, se inició verdadera ofensiva para boicotearlos, expulsarlos y matarlos.
Hoy, de los 34 mil palestinos estimados que vivían con dignidad en Irak antes de la guerra movida por USA, sólo de 10 mil a 15 mil permanecen en el país, bajo amenazas y con humillación y muerte a la acecha, contando sólo con la protección que la resistencia puede ofrecer – y muchas veces participando activamente de la guerra contra el ejército extranjero.
Se estima en cerca de mil el número de palestinos muertos simplemente por ser palestinos desde la llegada de los yanquis. En los últimos 14 meses, 12 ya sucumbieron a enfermedades en los campos de refugiados en la frontera entre Irak y la Siria. La instalación médica decente más próxima queda a 400 kilómetros de distancia.
Al contrario de lo que dicen los portavoces del imperialismo – sea de USA, sea de la ONU o del gobierno iraquí lacayo – no hay cualquier esfuerzo para minimizar el sufrimiento de esta gente palestina o de la propia gente iraquí sistemáticamente castigada por la opresión impetrada por fuerzas extranjeras interesadas solamente en la rapiña de aquella tierra.
No. Los tiempos son otros en el gobierno central de Bagdad, y los objetivos también. La doctrina del capital es la que se impone. Mientras los palestinos en Irak padecen bajo la persecución, las autoridades colocadas allá por USA conmemoran el aumento del superávit primario previsto para 2008: US$ 79 mil millones economizados sólo para impresionar la banca internacional. Pero el vigor de la resistencia indica que este tiempo está cerca del fin.
La resistencia iraquí se mantiene como fiel aliada de la lucha de los palestinos contra la opresión militar y económica de Israel. Finalmente, los palestinos y los iraquíes comparten un norte semejante: vencer el poder de la máquina de guerra y del capital internacional para hacer valer la soberanía de sus pueblos y la libertad de los trabajadores del Oriente Medio.
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