Partido Único en andrajos

Charge: Vini Oliveira

Partido Único en andrajos

El debilitamiento de las siglas que componen el Partido Único es el hecho más evidente de la farsa electoral de 2018.

Faltando menos de tres meses para el pleito, o sea, la concretización del fraude, las siglas intentan coligarse en una especie de abrazo de ahogados para superar su inanición.

Como se trata de agremiaciones sometidas a un estatuto normalizado que impone la adhesión a la política imperialista de subyugación nacional, explícitamente en algunas y de forma avergonzada en otras, sus autoproclamadas definiciones ideológicas son una farsa.

En realidad están todas en el campo de la derecha por aceptar el estatuto normalizado, por justificar y dar soporte legal al régimen de explotación y opresión del pueblo, por curvarse a los designios del mercado y por cohonestaren esta farsa, que se repite cada dos años desde los tiempos imperiales.

Los discursos de diferenciación son desmentidos por la práctica inmediata, como fue el caso de Ciro Gomes que, además de su trayectoria reaccionaria, afirmó no hacer alianza con “golpista” y en el paso siguiente entró en arreglos con el gorila “centrón”.

Este nido de ratas llamado “centrón” prefirió “negociar” con Geraldo Alckmin, el “cachorro flaco”, arrancándole el compromiso de dividir el poder al apoyar los indicados del “centrón” para vicepresidente y para las presidencias de la Cámara y del Senado.

Pero no es sólo: en este flagelo de cinismo y canalladas todo puede ocurrir. ¿Sería absurdo que para Luiz Inácio, impedido de ser candidato, la salvación sea jugar para que Alckmin sea el electo presidente? Claro que no. La victoria de Alckmin sería el retorno de la carcomida polarización PSDB/PT, garantía de vida política para ambas siglas del Partido Único.

Principalmente en los estados, todas las casi cuarenta siglas se barajan en una verdadera sopa de letras que, una vez más, dan contenido a la afirmación de que son todos la misma cosa.

Lo que diferencia esta farsa electoral de sus semejantes pasadas es el hecho de ella acontecer en un momento de una profunda crisis internacional y nacional, momento en el cual la solución de las contradicciones tiende a ser encaminada por medio de la guerra.

Basta que se vea las contradicciones entre media docena de naciones imperialistas y los centenares de naciones sometidas a la explotación colonial y semicolonial. Crisis que también abarca las contradicciones interimperialistas que tiene como contendores principales a USA (superpotencia hegemónica única), a Rusia (superpotencia atómica), las potencias de Europa y a China. Tales imperios transforman el territorio de las colonias y semicolonias en escenario de guerras de rapiña.

El Brasil, como país semicolonial y semifeudal, en el cual se desarrolla un capitalismo burocrático que drena lo principal de sus recursos naturales y de su producción para la cuenca imperialista, principalmente yanqui, además de su crisis endémica dada  su naturaleza, está totalmente sometido a la crisis general del capitalismo.

Delante de la fragilidad de sus instituciones montadas en bases formales, por tratarse de una nación carente de independencia nacional y de una verdadera democracia, es hecho corriente la existencia de una situación revolucionaria ora estacionaria, latente, ora patente, en desarrollo engendrando las crisis políticas.

La crisis financiera que eclosionó en USA en 2008, esparciéndose por el mundo, fue encubierta y maquillada aquí hasta que desbordó a finales de 2014, potencializando la crisis política con el impeachment de Dilma Rousseff. Y con el ascenso de la cuadrilla de Temer todos los poderes de la República fueron arrastrados para la fosa común de la desmoralización y, juntamente, las instituciones que le dan sustentación, principalmente el sistema político anclado en la existencia del Partido Único.

Siendo una elección en medio de tremenda crisis económico-político-moral marcada por el desempleo masivo, por la quiebra de las medias y pequeñas empresas, por la impunidad de los políticos y empresarios corruptos, por la guerra reaccionaria contra el pueblo pobre y con el contexto de la preparación de un golpe de Estado militar contrarrevolucionario preventivo contra el inevitable levante de las masas, no hay discurso o programa que consiga levantar el ánimo del pueblo para esta nueva edición de la farsa electoral.

Repulsa y asco es lo que los políticos reciben en sus apariciones en la televisión y más aún en tentativas de caminadas en los centros de las ciudades.

La “izquierda” oportunista ahonda en este lodo, con sus viejas fraseologías socialistescas aprobadas en sus congresos para engañar sus militantes, principalmente jóvenes. De los que estuvieron por 13 años al frente del viejo Estado brasileño quedaron los programas asistencialistas para aplacar el odio de las masas, amortiguar las contradicciones de clases y servir a la salvación del sistema de explotación y opresión. Al participar de este fraude, comete un crimen contra el pueblo una vez que ella propia sabe que este país jamás cambiará mediante una o aún varias elecciones.

A los revolucionarios y revolucionarias cabe desencadenar una tremenda campaña de agitación repitiendo mil veces que sólo la Revolución de Nueva Democracia ininterrumpida al Socialismo podrá demoler esta vieja orden y construir un Brasil Nuevo.

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