Las siglas del PCdoB y PCB, organizaciones políticas debidamente registradas en el Tribunal Superior Electoral, realizaron recientemente sus congresos. A pesar de una declararse abiertamente oficialista y la otra oposicionista, es visible la identidad que las une: eclecticismo en filosofía, oportunismo en política y revisionismo en ideología.
Tarso Genro, Luiz Inácio e Dilma Roussef "prestigiam" o congresso revisionista
Es lo que dejan patente los debates, resoluciones y declaraciones de ambos eventos. El discurso socialistero para cubrir la farsa electorera, aunque más declarado en el PCdoB, es también una marca del PCB que pretende llegar al socialismo con financiación del fondo partidario del viejo Estado burgués-latifundista servicial del imperialismo. Pero esto es apenas el velo, veamos algunos ejemplos de revisionismo recauchutado.
El nacionalismo burgués del PCdoB
Para aludir a todo campo del revisionismo internacional, adular los dirigentes reaccionarios del Partido Comunista y Estado chinos y aquilatar su ideología, el PCdoB marcó su congreso con los más vastos elogios al “socialismo al modo chino”. Lo que por su parte sirve también para formular su propuesta de un “socialismo al modo brasileño”, asegurando a las clases dominantes locales que continúan siendo gente de confianza. Esta es la fórmula que los revisionistas de todo el mundo usan para injuriar la revolución, la violencia revolucionaria y la dictadura del proletariado. Los golpes de Kruschov en la Unión Soviética y de Teng Siao-ping en China –para limitarse a los principales – que condujeron a la restauración capitalista los dos países, no sirvieron de advertencia para la camarilla de Amazonas-Rabelo y su zigzagueante trayectoria. Al contrario, los animó en la certidumbre de que el Estado fascista chino y su sistema capitalista burocrático deben ser enaltecidos y apuntados como modelo de desarrollo “socialista” que tuvo éxito.
Relanzando viejas tesis revisionistas del tipo Declaración de Marzo de 1958(1) el PCdoB enarbola un “Nuevo Proyecto Nacional de Desarrollo” como camino para el socialismo. Aduladora del proyecto de gerenciamiento PT/ FMI-Banco Mundial, esta agremiación revisionista descaradamente habla en “rumbo al socialismo” cuando se encuentra consagrada al mantenimiento de la vieja orden de explotación y opresión vigente y empeñados en fortalecer el capitalismo burocrático en nuestro país. Capitalismo burocrático que, hoy, vive de pugnas y acuerdos de las fracciones de las clases dominantes que tienen en el PT y en el PSDB, principalmente, las expresiones mayores de la gran burguesía, del latifundio y del imperialismo, principalmente yanqui y, así pues, protagonistas de la feroz disputa por el control del aparato de Estado.
Querer, entonces, llegar al socialismo a través del fortalecimiento de una de las fracciones de la gran burguesía, como si esta tuviera el mínimo interés en desarrollar la nación, además de ser una grotesca broma, políticamente no pasa del resucitar del viejo reformismo burgués “desarrollista”, muy funcional a la dominación imperialista al propagar en el seno del pueblo las ilusiones de una transformación gradual a su favor, desviándolo así de la lucha revolucionaria. Se trata de aquello que históricamente el imperialismo yanqui se ha servido cuando juzga serle útil. Exactamente como en la referida Declaración de Marzo de 1958, lanzada por el grupo de Prestes para oponerse a cualquier línea revolucionaria, abogando que el viejo Estado burgués-latifundista brasileño se había modificado en el sentido democrático y que, por lo tanto, el centro de la línea política del PCB no podría ser la de la ruptura revolucionaria con este Estado, y sí la que afirme su fortalecimiento para promover el “proyecto de desarrollo nacional”. Y fue contra esta alevosía que el gran dirigente comunista Maurício Grabois se levantó, lanzando uno de los más importantes manifiestos contra el revisionismo y el reformismo y en defensa del marxismo-leninismo en la historia del movimiento comunista brasileño y latinoamericano, el Dos concepciones, dos orientaciones políticas.
En otro documento histórico, de 1972, Cincuenta años de lucha, el PCdoB revolucionario, que levantaba la bandera de la guerra popular, sintetizaba así el contenido de dicha declaración, pasados 14 años de su edición: “Pasa a regir la actividad política del Partido la línea contenida en la Declaración de Marzo de 1958. Esa declaración preconiza el camino pacífico y la colaboración con la burguesía. Defiende abiertamente la solución reformista, considera que el Estado brasileño está en proceso de democratización creciente y que la democracia y la independencia nacional serán conquistadas, paulatinamente, por medio de sucesivos gobiernos de las clases dominantes. Postula simplemente medidas de reforma agraria, abandonando la consigna de reforma agraria radical. Propugna un frente único de tal amplitud que incluye fuerzas reaccionarias y admite la dirección burguesa en este frente, anulando el papel de vanguardia del Partido. En relación al poder constituido, la política trazada es de apoyo al Presidente de la República y a la denominada ala democrática del gobierno Kubitschek. Este, es tenido, en su aspecto fundamental, como nacionalista y democrático.” ¡Cualquier semejanza nada tiene que ver con coincidencias!
Son tesis que ese PCdoB que ahí está viene postulando hace mucho tiempo y que a partir del gerenciamiento de Luiz Inácio pasó a ser el centro de su predicación. A propósito, explicando el porqué de la condición ineludible del proletariado tener que tomar el poder para hacer la revolución socialista, Lenin afirmaba que “fuera del poder todo es ilusión”. Por lo visto, los dirigentes del PCdoB, deben aún creer que el gran bolchevique tenía razón por lo menos en esta cuestión. Finalmente, ¿no estarían ellos impulsando la democracia rumbo al socialismo?
La experiencia del movimiento revolucionario internacional y la amarga experiencia brasileña comprueban que ninguna semicolonia, condición de Brasil crecientemente agravada desde 1822, puede alcanzar un pleno desarrollo, consumando cabalmente su formación nacional, sin que antes se promueva en ella una revolución que confisque todas las tierras del latifundio y todo el gran capital, hoy en las manos del imperialismo y de la gran burguesía. O sea, sólo a partir de la toma del poder político por las clases populares hegemonizadas y dirigidas por el proletariado revolucionario es posible realizar un proyecto verdaderamente democrático y nacional para un país de este tipo y avanzar para el socialismo.
Por estas y por otras no cuesta recordar a los menos informados que la actual sigla PCdoB no tiene nada que ver con el Partido Comunista de Brasil-PCB creado en 1922, reconstruido en 1962 con la sigla PCdoB y completamente liquidado por la camarilla de Amazonas/Rabelo inmediatamente después de la derrota de la Guerrilla del Araguaia y la Masacre de la Lapa. La misma camarilla que gerencia la actual sigla y que prospera en las altas esferas del viejo Estado genocida y corrupto hasta la médula.
El eclecticismo del PCB
Ya la sigla PCB (Partido Comunista Brasileño) o lo que restó del “Partidão” kruschovista/eurocomunista después de su transformación en PPS y salida de tránsfugas para el PCdoB, se asemeja a un remolcador de navíos que gasta todo su vapor en el silbido. En la mejor de las hipótesis una agremiación cripto-trotskista que predica un socialismo eclético y de pura retórica. Su análisis de la historia del movimiento comunista internacional no es nada más que el contrabando de toda propaganda anticomunista y antistalinista. Para esta agremiación no existieron los golpes revisionistas en la URSS (1956) y en China (1976) sino que la corrección de rumbo desviado por extremistas izquierdistas; para quien la restauración capitalista en la URSS sólo se dio en 1990 y China continúa socialista “a su modo”. O sea, donde hay revisionismo y oportunismo ven socialismo, donde hay revolución e ideología proletaria ven aventurerismo, izquierdismo y dogmatismo.
Sobre tal base, evidentemente, nada puede esperarse con respecto a todo el significado de la tenaz lucha a la que se ocupó toda su vida el gran Lenin contra el oportunismo y el revisionismo, contra el bernsteinismo y el kautskismo, contra el bukarinismo y el trotskismo. Y claro, coherentemente, no podrían darse cuenta del mayor embate ideológico de todos los tiempos que fue la confrontación del Partido Comunista de China bajo la jefatura de Mao Tsetung contra el revisionismo moderno de Kruschov, en los bastidores de 1956 a 1963 y este año desencadenada públicamente. Sobre la gran Revolución Cultural Proletaria entonces, mayor movimiento de masas revolucionario de la historia, en que centenares de millones se movilizaron en defensa del poder para el proletariado, no podían más que repetir el viejo cacareo de la reacción clasificándolo de auge “del izquierdismo en China”.
Pero veamos un poco más, ahora con respecto a la lucha de clases en nuestro país. Romper con el gerenciamiento de Luiz Inácio y después apoyarlo en la segunda vuelta de la reelección es colocado como un acto de coherencia, así como ajustarse a las nuevas reglas electorales que no exigen el registro de todos los militantes en el Registro Electoral y, aún, subsidiar su “proyecto revolucionario” con los presupuestos del fondo partidario.
Y el oportunismo no podría ser menor al analizar lo que, con desfachatez, considera su pasado, o sea, la historia del Partido Comunista de Brasil fundado en 1922 hasta la Declaración de Marzo de 1958 (repitiendo: periodo histórico en se luchó para asimilar el marxismo-leninismo, por una línea revolucionaria hasta acometerse gravemente por el reformismo y revisionismo consagrados por la Declaración de Marzo de 1958 y consolidado por el V Congreso) y a partir del V Congreso (1960) (de ahí en adelante sí, la verdadera historia de la agremiación en cuestión, el “Partidão”), después del cual la agremiación que de él resultó se integró completamente al viejo Estado brasileño, adoptando la denominación de Partido Comunista Brasileño, no constando en sus estatutos y programa cualquier mención a los fundamentos del marxismo como violencia revolucionaria y dictadura del proletariado.
De cualquier forma, su abordaje sobre los primeros 38 años del Partido Comunista de Brasil, pretende escamotear los serios desvíos derechistas, admitiendo apenas una tímida crítica a un episodio de ilusiones “electorales”. De su real historia, o sea, del “Partidão” (del V Congreso, de 1960 en delante) de trayectoria reformista, derechista y revisionista, nada tiene a decir a no ser resaltar que en 1992 ocurrió una división en que se separaron de los “liquidacionistas”. Pero sobre la posición capitulacionista y cobarde frente al golpe militar-civil de 1964, nada tienen a decir; y sobre su papel provocador en atacar los revolucionarios que se levantaron en armas contra el fascismo acusándolos de agentes de la CIA, también nada a declarar, claro.
Una vez más tergiversando sobre el pasado como mera retórica en búsqueda de incautos, dice defender todas las formas de lucha y llega a citar el Levante Popular de 35 y la guerrilla de Trombas y Formoso, sólo para afirmar que en su “revolución socialista” no existe una forma de lucha principal. Es típico del oportunismo no dejar claro y patente sus formulaciones, pero ir, como bien dijo Lenin de forma sinuosa y tortuosa. Durante los años de 1980 y aún de 1990, años marcados por el reniego en el campo de la izquierda, eran muy comunes los subterfugios oportunistas de afirmarse que consistía en un error definir la forma de lucha principal y de que sí, era necesario combinar todas las formas. Así, ya hace décadas, se hundieron en el más grosero oportunismo electorero, dejando a quién creyó en el cuento de la combinación esperando otras formas de lucha que nunca vinieron.
Pero como todo reformista que quiere hacerse pasar por revolucionario y para tal se utiliza del juego de palabras para engañar incautos, nuestros revisionistas creen que declararse socialista y definir como socialista la etapa actual de la revolución brasileña les asegura el título de marxistas y revolucionarios , mientras se denigran en la práctica más oportunista con sus tácticas reformistas.
Para no dejar de citar algo de sus actos, veamos las resoluciones del PCB: “Nuestra primera constatación es la de que Brasil se hizo un país capitalista completo, o sea, se trata de una formación social capitalista en la cual predominan las relaciones asalariadas, la propiedad privada burguesa de los medios de producción, las formas de producción y acumulación ampliada de capitales que completaron su camino hasta la formación del monopolio, llegando a actuar de manera interconectada e inseparable de la forma imperialista que hoy determina las relaciones económicas mundiales. Más de que un punto a través del cual el imperialismo opera su reproducción ampliada de la acumulación capitalista, Brasil desarrolló un parque industrial monopolista, sectores de infraestructura de minería, energía, almacenamiento, transporte, puertos y aeropuertos, mallas urbanas, un comercio nacional e internacional, capitalizó el campo, generó el monopolio moderno de la agricultura, un sistema financiero moderno e interconectado al mercado financiero mundial, estructuró una malla logística de servicios y acciones públicas necesarias a la reproducción de las relaciones burguesas de producción.” Probablemente y por lo visto en una segunda o próxima constatación, esta sería la de que Brasil se hizo una potencia imperialista.
Es necesario preguntarse: ¿Cómo podemos tener una sociedad burguesa completa sin que haya acontecido una revolución burguesa en el país? ¿A quién, efectivamente, sirve todo este “desarrollo” capitalista y toda su infraestructura? ¿Cual provecho se obtuvo de este desarrollo, y no vamos aquí a referirnos a las condiciones de vida de las masas explotadas y oprimidas (lo que debería ser la primera cuestión para quien dice ser representante del proletariado), pero en beneficio de completarse la formación de la nación brasileña y su real independencia? Basta que se compare con los países que realizaron una revolución burguesa para llegarse a la conclusión que este capitalismo en Brasil, engendrado por el imperialismo contando cómo compañeros la burguesía compradora y el latifundio y usando el Estado como principal palanca, constituye un complejo de contradicciones que van más allá de la contradicción capital y trabajo centralmente existente donde la burguesía derrotó la nobleza, demolió sus instituciones, barrió su Estado y estableció su república con revoluciones violentas.
Todas estas formulaciones no se amparan en el materialismo histórico y dialéctico, y sí en concepciones mecanicistas y eclécticas. Y no es una particularidad del PCdoB y PCB, en realidad viene encomendado por la verborragia ultra-radical que el trotskismo y demás revisionistas acuñaron sobre un supuesto “etapismo “, siempre presentado como la esencia del “reformismo stalinista”. Según tal concepción la revolución en etapas es reformismo (¿como una revolución puede ser una reforma?) y la dialéctica materialista, cuyas leyes rigen todo movimiento por etapas y saltos, fue asesinada.
El verdadero camino de la revolución brasileña
Diferentemente de tales proezas analíticas, las leyes universales del materialismo histórico y dialéctico explican que en el proceso de desarrollo de nuestra formación económico-social, desde que surgieron los elementos capitalistas no ocurrió ningún salto cualitativo (sino de acumulación cuantitativa de elementos de un capitalismo burocrático) quedando pendiente y por concluir la revolución democrática, la cual en la época del imperialismo sólo puede realizarse como revolución democrática de nuevo tipo, y decurrentemente dirigida por el proletariado en alianza con el campesinado . Como en todos los países atrasados, en el pasaje del capitalismo de su etapa de libre competencia a la de los monopolios, aquí el imperialismo, a través de la exportación de capitales y de la política colonial, se asentó sobre la semifeudalidad y estableció una condición semicolonial con la cual sometió todas las clases imponiendo su asociación con la gran burguesía y el latifundio, engendrando el capitalismo burocrático para la opresión nacional y superexplotación de las masas trabajadoras.
Al contrario de la verborragia socialistera, que quiere hacer creer que la revolución socialista surgirá de todo este basurero que constituye la práctica del oportunismo electorero y su palabreado sindical , la revolución socialista en nuestro país, como la historia comprueba, tendrá que ser preparada en el curso de sucesivas batallas duras y sangrientas, único camino posible para se cohesionar y forjar la fuerza social capaz de demoler todo el aparato de Estado reaccionario y edificar otro sobre sus cenizas. Tendrá que construir la hegemonía del proletariado para imponer su autoridad política y moral. ¿O será que la alianza obrero-campesina surgirá espontáneamente, o los campesinos se unirán con los obreros por mera simpatía o porque está escrito en los textos marxistas? No, tendrá que ser construida de forma tal que el proletariado gane las masas campesinas para esa alianza, y esto no se obtendrá con promesas generosas y declaraciones de buenas intenciones. Tendrá que ser construida en la lucha decidida del partido comunista auténtico que aliándose a los campesinos pobres, ayudándolos, organizándolos y dirigiéndolos en la lucha por la tierra, destruyendo el latifundio y por sus derechos, lo que sólo será posible (una vez más, como comprobado por la historia) a través de la guerra revolucionaria, de la revolución agraria.
Aislar las clases latifundistas, la gran burguesía y el imperialismo es la llave para derrotar la contrarrevolución parte por parte y hacer triunfar la revolución. Tal tarea exige defender los intereses de las demás clases explotadas, oprimidas y perjudicadas por su dominación y es esto que quiere decir construir el frente único revolucionario con base en un programa que, obviamente no puede ser un programa socialista de inmediato (y menos aún parodia de socialismo que prevén la existencia de la propiedad privada de medios de producción como las de la pequeña y media burguesía como preconiza PCdoB y PCB entre otros ultra-socialistas electoreros). Pero sí un programa democrático-revolucionario que concurrentemente además de confiscar el latifundio, la grande burguesía y el imperialismo y colocar todos esos recursos en beneficio de las masas populares y del progreso de la nación, defienda y proteja la pequeña y media burguesías. Y en las condiciones de nuestro país, confiscar el latifundio, la gran burguesía y el imperialismo significa confiscar el grueso de las tierras y de los capitales (tareas democráticas agraria y antiimperialista). Sin embargo, el pequeño y medio capital deberán ser asegurados hasta que la revolución establezca su nuevo poder en todo el país para pasar a la lucha por la supresión de la propiedad privada, o sea salte a la construcción socialista.
Por esto también, la revolución en nuestro país sólo puede ser la revolución democrática de nuevo tipo ininterrumpida al socialismo. Es revolución democrática, sin embargo de nuevo tipo, porque tal revolución sólo puede ser realizada si dirigida de forma absoluta por el proletariado revolucionario a través de su auténtico partido comunista, basado en la alianza obrero-campesina como núcleo de un frente de clases revolucionarias. Frente único revolucionario y no frente popular electorero con su cacareo de ocupación de espacios “democráticos” en el Estado reaccionario y de acumulación “fría”. Frente, no para concursar a los cargos de gerenciamiento del viejo Estado burgués-latifundista y pedir votos en la carrera corrupta, demagógica y populista por los “lugarcitos rentables”, como diría el viejo Lenin, en el putrefacto parlamento burgués. Pero para apoyar la revolución y sostener la guerra revolucionaria. Frente, no para administrar el viejo Estado y perpetuar sus podridas instituciones y las ilusiones constitucionales sobre las masas, pero para cercar los enemigos del pueblo, aislarlos y aplastarlos. Frente para destruir el viejo Estado genocida y edificar un nuevo Poder y un nuevo Estado, una nueva economía, una nueva democracia y la construcción de la sociedad socialista. ¡Y es por etapas, caballeros!
1. Declaración de Marzo de 1958 – Documento político lanzado en esa fecha por el grupo de Prestes profundizando la orientación reformista del PCB y estableciendo el revisionismo moderno de Kruschov como su base ideológica, posiciones que se consolidarían con el V Congreso de 1960.
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