A presença ostensiva do aparato de repressão não intimidou
Bombas, tiros de bala de goma, spray de pimenta, arma sonora, prisiones arbitrarias y hasta el “caveirão’ (vehículo policial blindado). Ese fue el escenario en la Aldea Maracanã, el día 22 de marzo, durante las once horas de cerco de la tropa de choque de la PM al edificio del antiguo Museo del Indio, vecino al estadio del Maracanã, en la zona Norte de Río de Janeiro. Aquel día, no hubo ceremonias, cultos indígenas, contar historias, poesías, películas o aulas de tupi-guaraní. Sólo se oía la música. El canto de indignación y el sonido de los instrumentos indígenas maracas.
A las 12h, a mando del gerente estadual, Sérgio Cabral, cerca de 50 indígenas de 20 etnias diferentes fueron atacados por la tropa de choque y expulsados del edificio después de seis años de ocupación. Sin contar los más de cien años a lo largo de los cuales el inmueble abrigó el SPI (Servicio de Protección al Indio), la Funai (Fundación Nacional del Indio) y el Museo del Indio, fundado por el antropólogo Darcy Ribeiro en 1953.
El caso fue noticiado en varios periódicos internacionales como una evidente falta de respeto a los derechos de los pueblos. El día 22 de marzo de 2013 será recordado como el día en que los intereses del imperialismo, munido por la máquina burocrática y el aparato represivo del Estado, atropelló 147 años de historia con el argumento falluto de invertir en la accesibilidad de los turistas que vendrán a asistir a los juegos de la Copa del Mundo de 2014 en el casi recién reformado estadio Jornalista Mário Filho, el Maracanã.
Moradores exibem as bombas, balas de borracha e munição real usadas pela PM contra a população
Cediendo a la presión de un gran movimiento de intelectuales progresistas – en especial, estudiantes, artistas y antropólogos –, semanas después del primer cerco a la Aldea en enero de este año, la gestión Cabral desistió de demoler el edificio y prometió conservarlo. ¿Para qué? Para abrigar el Museo Olímpico Brasileño. La historia de los pueblos ancestrales reemplazada por una historia que ni siquiera fue escrita.
Para todo eso, un oficial de justicia y un contingente de 200 policías con cascos y armaduras cercaron la Aldea a las 3h de la madrugada para el cumplimiento de la emisión de posesión expedida por la 8ª Vara Federal (juez Renato Cezar Pessanha). Aún en el fin de la madrugada, decenas de personas llegaron al local para sumarse a las protestas del lado de fuera de la Aldea, ya que el acceso al edificio fue bloqueado por la policía. Algunos manifestantes intentaron interrumpir el tráfico en la avenida Radial Oeste, pero fueron atacados con bombas y spray de pimenta. Cuatro de ellos fueron detenidos y arrastrados para dentro de un patrullero, donde quedaron por más de tres horas sin ni siquiera poder beber agua.
En el inicio de la mañana, centenares de personas protestaban en el cantero central de la avenida, todos aprehensivos para saber lo que acontecería. Con un megáfono, la actriz Mônica Bello clamaba lemas de lucha y hacía intervenciones en defensa de la Aldea Maracanã.
– Lo que está aconteciendo aquí es un insulto a la cultura indígena por causa de una Copa del Mundo que es sólo para los empresarios, sólo para la élite. El pueblo no va a participar de eso. Nosotros intentamos entrar en la Aldea, pero nos lanzaron spray de pimenta. Nosotros no queremos otro centro comercial o un estacionamiento, nosotros no queremos que ese espacio, que siempre fue público, sea privatizado – dijo la manifestante a AND momentos antes de ser detenida y arrastrada por cinco policías para el vehículo de la tropa de choque.
A ação covarde da PM teve repercussão internacional
Hasta las 11h, aún sin más tumultos, muchas personas fueron detenidas – entre ellas, uno de los abogados de la Aldea, el indio Aarão da Providencia Costa Filho – y otras alcanzadas por spray de pimenta, todo “para mantener el tráfico libre”, según nota oficial divulgada por el mando de la policía militar. Concejales y diputados, entre ellos el presidente de la comisión de derechos humanos de la Alerj, diputado Marcelo Freixo, intentaron a todo momento negociar con el secretario de Asistencia Social, Zaqueu Teixeira y el mando de la PM para que la tropa de choque no actuara con violencia al entrar en la Aldea Maracanã.
Todos los esfuerzos fueron en vano. Exactamente a las 11:50h, cerca de 50 policías invadieron el local mientras indios y un grupo de apoyadores hacían un ritual cantando y bailando. Los indios fueron expulsados del local a golpes de cachiporras, bombas y tiros. Del lado de afuera, un indio desmayó y tuvo que ser socorrido por el cuerpo de bomberos.
– La mayoría de los indígenas ya estaba preparada para salir. Nosotros estábamos tocando maracas, haciendo un canto de despedida para la Aldea Maracanã. Fue cuando la policía entró de forma truculenta, dando tiro para cima – dijo un indígena cuando salió del edificio.
En ese momento, un grupo de personas que estaba del lado de afuera bloqueó una de las pistas de la avenida Radial Oeste para protestar. A partir de ahí, policías de la tropa de choque desencadenaron una brutal represión contra todos que estaban en el local: manifestantes y periodistas. Bombas explotaban a todo momento y poco se visualizaba en medio a la nube de gas lacrimógeno que se formó. Un grupo de manifestantes corrió para la Universidad Estadual (Uerj), pero fue perseguido por la tropa de choque, que aún sin ser hostilizada, no paró de tirar bombas y balas de goma contra los apoyadores de la Aldea en fuga.
Un ejemplo emblemático de la truculencia policial: mientras el camarógrafo y colaborador de AND, Guilherme Chalita filmaba la herida de un manifestante, un policía se aproximó y preguntó: “¿el señor está herido?”. El chico respondió que sí y el policía, para sorpresa de todos, completó “entonces el señor está detenido”. Preguntado por periodistas porqué el chico estaba siendo preso, el policía se negó a responder y dijo para que se dirigieran a la asesoría de prensa de la policía militar. Al fin del desalojo, decenas de personas quedaron heridas – muchas de ellas intoxicadas por el spray de pimenta y el gas lacrimógeno– y muchas otras fueron detenidas.
– Nosotros actuamos dentro de la legalidad, dentro de una regla de negociación, con mucha tranquilidad y mucha sinceridad – es lo que afirmó a la prensa el coronel Frederico Caldas, relaciones públicas de la PM.
– Un policía tiró una bomba en mi pierna. Cuando ella explotó, hizo varios cortes. Yo sólo estaba trabajando – dijo el fotógrafo Pablo Jacob, del periódico Extra.
– La policía actuó con mucha truculencia hoy aquí. Lanzaron spray de pimenta en niños, bebés. Un niño de dos años está sin conseguir ver. No había ningún papel, o documento que justificase toda esa violencia. Nosotros no queremos terreno en Jacarepaguá. Este es nuestro terreno. Este patrimonio no se vende, no se intercambia. Ese es un patrimonio indígena, un patrimonio de los pueblos originales – dijo el profesor Uruatu Guajajara, uno de los líderes de la Aldea Maracanã.
Enseguida, manifestantes siguieron para las escalinatas de la Asamblea Legislativa de Río, donde hubo un nuevo enfrentamiento con la guardia municipal. Cocos y piedras fueron tirados contra los agentes. Con la llegada de la policía, bombas y spray de pimenta fueron tirados contra la masa. En la ocasión, otros tres manifestantes fueron detenidos.
Algunos indígenas aceptaron la oferta del estado y fueron para un terreno en Jacarepaguá que, hace décadas, sirve de internado para portadores de lepra. Sólo dos días después de la llegada del grupo al local, una lluvia de apenas treinta minutos inundó el patio y los conteiner donde los indígenas estaban alojados. A los que no aceptaron ir para ese espacio, les restó la opción de quedar abrigados en un hostel – una especie de albergue con cuartos compartidos. Oferta hecha por el mismo gobernador que, en 2011, fue fotografiado con sus secretarios y el dueño de la constructora Delta, Fernando Cavendish, brindando en uno de los restaurantes más caros de París.
El sábado, día 23 de marzo, indígenas que no aceptaron el acuerdo ofrecido por la gestión estadual, acamparon en el edificio de la Funai, donde hoy funciona un pequeño museo con parte del acervo original del Museo del Indio, en Botafogo. En la madrugada de sábado para domingo, la tropa de choque llegó al local acompañada de policías federales. Los indígenas y otros cerca de veinte apoyadores del movimiento fueron detenidos y encaminados para el edificio de la justicia federal, en el centro de Río, donde aconteció una audiencia pública sobre el caso de la Aldea Maracanã. A los indios les fue ofrecido un edificio vecino a la Aldea. Sin embargo, técnicos visitaron el local y constataron que no era posible habitar el edificio. Al final de la audiencia, no hubo acuerdo con los indígenas, que se fueron sin ningún abrigo.
Acceda al blog de AND y vea los vídeos con la cobertura completa del criminal desalojo de los indígenas de la Aldea Maracanã.
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