Después de una serie de declaraciones de los generales del Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA), el juicio sobre la parcialidad de Sérgio Moro y el Habeas Corpus (HC) de Luiz Inácio fue, en la práctica, aplazado por el Supremo Tribunal Federal (STF), después de una sesión plenaria a toque de caja ocurrida el día 25 de junio.
Centro de Comunicação Social do Exército/Divulgação
En el plenario, los ministros del STF Edson Fachin, Celso de Mello y Cármen Lúcia decidieron aplazar el juicio del HC por sospechas de parcialidad del entonces juez, Sérgio Moro, manteniendo el líder petista preso. Ya Gilmar Mendes y Ricardo Lewandowski, derrotados, votaron para que el juicio sobre la parcialidad de Moro también fuera aplazado, sin embargo concediendo provisoriamente libertad a Luiz Inácio hasta su reanudación.
El pedido de HC fue encaminado al STF por la defensa del petista en noviembre de 2018, sin embargo estaba bajo vistas pedidas por Gilmar Mendes. La defensa argumenta que la decisión de Moro fue parcial y, por lo tanto, debe ser anulada, concediéndose libertad al reo. El pedido fue puesto en pauta por Gilmar en medio a las filtraciones de mensajes publicados por el The Intercept, que expusieron la conspiración del Ministerio Público Federal (MPF) con el ex juez.
Generales agitan las bayonetas
Para evitar que Luiz Inácio fuera suelto, el ACFA, a través de sus generales en el gobierno, presionó el STF.
La posición más incisiva vino del general Augusto Heleno, ministro del Gabinete de Seguridad Institucional (GSI). Él afirmó que “quieren macular la imagen del doctor Sérgio Moro” y que “su integridad y devoción a la patria están por encima de cualquier sospecha”. En tono de amenaza, disparó: “Van a ser desenmascarados, otra vez. El juicio popular dará a los detractores la respuesta que merecen”. La declaración fue publicada en una red social.
Augusto Heleno, a propósito, días antes, después de tomar conocimiento de una entrevista en que Luiz Inácio acusa Bolsonaro de haber forjado el episodio de la puñalada, tuvo una reacción bastante agresiva en medio a una reunión en el Palacio del Planalto. En la ocasión, él sugirió, a los bramidos y golpeando la mesa, que el petista sea condenado a “prisión perpetua”.
Otro general reservista que tomó posición bastante explícita contra cualquier soltura del líder del PT fue Villas Bôas, ahora asesor especial del GSI. “Desde el punto de vista del ministro en sí, recelo que eso venga a tomar un bulto que perjudique el país”, dijo en una entrevista en Senado, el día 13 de junio. Él hizo referencia y comparó esa a otra filtración de conversaciones que causó inestabilidad: la de Joesley Batista y Michel Temer, cuyo contenido expuso que el jefe máximo de la República en la época estaba envuelto en casos de corrupción y generó una ola de inestabilidad que, inclusive, llevó a una gran agitación en los cuarteles a favor de un golpe militar tradicional.
Villas Bôas, antes, vía red social, ya se había pronunciado brevemente. En la ocasión, declaró que los mensajes dan “margen para que la insensatez y el oportunismo intenten vaciar” la Operación, en una clara referencia a la soltura del petista y, consecuentemente, de varios otros presos.
El vicepresidente y general Hamilton Mourão también se pronunció. Él afirmó que el ex juez es una persona “de la más inmaculada confianza” y calificó los mensajes con Dallagnol sólo como “conversaciones privadas”. Naturalmente, el general no explicó por qué en tales “conversaciones privadas” el ex juez Sérgio Moro sugirió nuevas operaciones, coordinó algunos aspectos de la actuación del MPF y hasta ordenó la no participación de una procuradora en una audiencia.
Ya el general y ministro de la Defensa, Azevedo e Silva, dijo: “el ministro Moro tiene nuestra total confianza. Nuestra total confianza. Él es un ministro, él es un hombre de mucho respeto y de bien”, rechazándose a tomar posición sobre los mensajes. La declaración fue dada día 10 de junio.
Antes de ser dimitido de la Secretaría de Gobierno, el general y ex-ministro Santos Cruz llamó la filtración de “osadía criminal”, pero no llegó a opinar sobre el contenido de las conversaciones. “No puedo hablar. No leí ninguna línea para comentar. Entonces, no puedo comentarte nada. Ahora, lo que yo pienso, del principio de la cosa, es que usted no puede admitir esa osadía criminal. Es sólo eso”, dijo a la G1, el día 10 de junio.