La reciente creación de la sigla PSD por el alcalde de São Paulo, Gilberto Kassab, y el consecuente vaciamiento de la facción Demócratas (ex-Partido del Frente Liberal) y de parte de la sigla PSDB, dio margen a que ciertos analistas del monopolio mediático, que no consiguen ver nada más allá de las apariencias, pasaran a decretar el fin de los liberales en el empodrecido parlamento brasileño.
Las ideas liberales surgieron con la aparición de la burguesía y se transformaron en ideología dominante a partir de la consolidación del capitalismo como sistema económico dominante y de la concentración del poder político en las manos de las varias fracciones de la clase burguesa. En lo económico, ellas se caracterizan por la defensa del libre mercado y, en lo político, por la realización de elecciones en las cuales el poder del dinero es el lo que decide todo.
Marx ya afirmaba que los hombres no pueden ser juzgados por que dicen de sí mismos y sí por su práctica social, lo que vale para instituciones políticas, jurídicas y culturales, particularmente los partidos. Ciertamente, esta afirmación de Marx nos sirve como un filtro para examinar toda la historia de los partidos políticos en el Brasil, marcada fundamentalmente por la dessintonización entre sus autodenominaciones y su práctica efectiva.
Breve histórico del partido único
Para no ir muy lejos, examinemos los partidos creados con la llamada redemocratización apos1945. Entre otras siglas de menor importancia fueron creados el PTB-Partido Laboral Brasileño, El PSD – Partido Social Democrático y la UDN – Unión Democrática Nacional.
El PTB fue creado por Vargas para abrigar una fracción de la gran burguesía, la burocrática, y más la burocracia sindical. Su objetivo era el de vaciar la influencia del Partido Comunista del Brasil sobre el emergente proletariado brasileño, colocándolo bajo dirección burguesa.
El PSD nada tenía a ver con las posiciones social-democráticas entonces surgidas en la Europa de la posguerra. Básicamente era una alianza de latifundistas con parcela de la burguesía burocrática en ascensión en el Brasil.
La UDN, que tenía su base en otra fracción de la gran burguesía, la compradora, y en la capa superior de la clase media, no salía de dentro de los cuarteles con su obstinación golpista, aunque se encubriese por detrás del atributo “el precio de la libertad es la eterna vigilancia”.
Abstrayéndose sus autodenominaciones, esas siglas se componían dentro del parlamento como fracciones del partido único de la gran burguesía asociada al imperialismo, principalmente, cuando estaban en juego los intereses de clase. Salvo uno u otro elemento progresista iludido con el parlamento, la gran mayoría se colocaba al lado de los intereses del latifundio, de la gran burguesía industrial y financiera y del imperialismo. El golpe militar-civil de l964 fue la prueba de lo que aquí afirmamos.
Bajo el régimen militar, el partido único se dividió en las fracciones del “sí” y del “sí señor”, con honrosas excepciones, naturalmente, expurgadas del parlamento por los Actos Institucionales de los milicos. La Arena – Alianza Renovadora Nacional, abrigaba la nata de lo que había de más reaccionario en las clases dominantes brasileñas y el MDB, Movimiento Democrático Brasileño, como oposición consentida, no postulaba más de que las libertades democráticas burguesas, como pudo ser comprobado posteriormente.
La negociación para el fin del régimen militar con la capitulación de las principales corrientes dichas de “izquierda”, simbolizada por el proyecto de amnistía general e irrestricta, o sea, para torturados y torturadores, coloca en el escenario parlamentar nuevas siglas derivadas del mismo partido único, con destaque para PMDB – Partido del Movimiento Democrático Brasileño, PFL – Partido del Frente liberal, PT – Partido de los Trabajadores, PDT – Partido Democrático Laboral e inmediatamente PSDB – Partido de la Social Democracia Brasileña.
Estas siglas, como no podía dejar de ser, no huyeron a la regla, mantuvieron sus autodenominaciones a gran distancia de su práctica. El PFL, nacido del vientre del régimen militar-fascista, trajo como destaque una figura que disfrutó los beneficios de ese régimen del inicio al fin. José Sarney llega a la gestión del Estado brasileño abrigando dentro de su sigla las principales figuras de las oligarquías regionales, como Antônio Carlos Magalhães, Marco Maciel, Bornhausen y otros.
La convergencia ideológica de PT y PSDB
El PSDB llega al tope del Estado inicialmente en São Paulo, con Mário Covas, uno de sus fundadores y electo gobernador, proclamando que el Brasil necesitaba de un choque de capitalismo. Y no dio otra, en alianza con las oligarquías pefelistas, disparó no un choque, pero una verdadera descarga imperialista sobre el patrimonio nacional con las desnacionalizaciones y privatizaciones y los golpes sobre los derechos de los trabajadores.
El PT surgió de la mescla de sectores de la pequeña burguesía intelectualizada, más la corriente “progresista” de la iglesia católica y una parcela de la burocracia sindical. Estos sectores intelectualizados de la pequeña burguesía habían luchado contra el régimen militar en la perspectiva del socialismo, del cual inmediatamente capitularon y aún renegaron. Sostuvieron un discurso de apariencia radical hasta el fin de la década de 1990, capitulación consagrada con la llamada “carta a los brasileños”, en 2002, cuando de las elecciones presidenciales. Dejaron así caer la máscara ostentada hasta entonces, asumiendo descaradamente las ideas liberales bajo el cinismo de “Lulinha paz y amor”. Los ocho años de gestión de Luiz Inácio, cuyo análisis pormenorizado realizamos en ediciones anteriores del AND, sólo profundizaron la práctica liberal de esta sigla y su total distanciamiento no sólo de los intereses históricos del proletariado, del campesinado y de los trabajadores en general, que tanto pregonaron en sus inicios, como aún los inmediatos, sustituidos por los programas asistencialistas estipulados por agencias imperialistas como el Banco Mundial.
La llamada base aliada conformada bajo la alegación de dar sustentación y gobernabilidad a la gestión de Dilma Roussef, ahora acrecida por el recién creado PSD, trayendo en su interior migrantes del Demócratas y del PSDB es la demostración cabal de que el vaciamiento de estas dos facciones se dio por la defensa del ideario liberal llevado a efecto por el PT/PCdoB que, a despecho de sus autodenominaciones, se constituyeron cada vez más en representaciones de los intereses del latifundio, de la gran burguesía y del imperialismo.
Trayectoria sinuosa del PCB
Pero, retomando la historia de los partidos en el país, ni aún el PCB-Partido Comunista del Brasil pudo muy escape de la referida dessintonización entre la autodenominación y la práctica. La gloriosa conquista del proletariado brasileño, como ya tuvimos oportunidad de expresar incontables veces en las páginas del AND, sigue teniendo como su principal desafío la afirmación de una dirección proletaria basada en los principios formulados por Marx y Engels y desarrollados por Lenin, Stalin y Mao Tsetung.
En él la alternancia entre auges revolucionarios y retrocesos pueden ser registrados a partir de 1935, cuando el partido, con sólo 13 años de existencia, se alza a tomar el poder al frente de la Alianza Nacional Libertadora. Con la derrota del Levante y la falta de una correcta evaluación de los errores cometidos, el partido es conducido por el camino del oportunismo electorero y de las ilusiones constitucionales. Hubo momentos en que el Partido Comunista del Brasil consiguió, aunque parcialmente, superar deficiencias teóricas y prácticas responsables por errores graves y realizar un análisis más acertado de la realidad del país, lo que le permitió elaborar una estrategia y una táctica materializadas en un programa para una profunda transformación de la sociedad brasileña y de toda vieja orden vigente. Pero el PCB sufrió duros golpes, con las sucesivas capitulaciones de sus direcciones, que lo llevaron siempre por los caminos del oportunismo y del revisionismo, hasta liquidarlo por fin, como un partido revolucionario.
Un primer momento se inicia con el manifiesto autocrítico de 1948, es reforzado pelo manifiesto de 1950 y se afirma con la realización de su IV Congreso (diciembre de 1954/enero de 1955) como la formulación de una línea revolucionaria más avanzada hasta entonces, aunque aún en los marcos de la ideología pequeño-burguesa que lo caracterizaba. Sin embargo, será con la ruptura que se inicia en 1962, dando origen al PCdoB, en un movimiento crecientemente anti revisionista, que el partido comunista se constituirá efectivamente como partido comunista marxista-leninista. Al acercarse al pensamiento Mao Tsetung pudo armarse con la línea revolucionaria de la guerra popular como camino para la revolución en el Brasil.
Las adversidades sufridas por el partido después de estos dos momentos de auge están íntimamente vinculados al desvió sufrido por el PCUS después de la realización de su XX Congreso. Así, tal como el PCUS deja de ser el Partido Comunista de la Unión soviética y pasa a ser un partido revisionista, social-chauvinista, el PCB, después de su V Congreso (1960) y el PCdoB, tras la “masacre de la Lapa” (1976), dejan de ser el Partido Comunista del Brasil, configurándose en partidos revisionistas, socialdemócratas.
Aldo Rebelo (PCdoB), chupamedias del latifundio
Según el dicho popular “la ocasión hace el ladrón”. Pues bien, fue sólo recibir en sus manos la relatoría del proyecto de modificación del código forestal para que el PCdoB a través de su dirigente Aldo Rebelo, mostrara toda su vergonzosa servidumbre a los intereses de las clases dominantes nativas y al imperialismo.
Tal como la UDR (Unión Democrática Ruralista), organización reaccionaria del latifundio brasileño, que mantenía fuerza paramilitar y usaba los pequeños y medios propietarios de tierra como masa de maniobra para el mantenimiento de sus privilegios, el decrépito parlamentario elaboró todo un discurso en defensa de su sucio informe, afirmando que su preocupación era con los pequeños y medios propietarios. Lo que no es verdad, ya que en más de una oportunidad la senadora Kátia Abreu, comandante en jefe de la reacción latifundista, vino a público defender el informe de su noble servicial parlamentario, al tiempo que no economizaba en adjetivos para elogiar la “exención” y la “franqueza” del representante “comunista”.
Apenas los tolos pueden confiar en una cosa de esas. En un país en que el latifundio se dedica a la mono cultura, a la diseminación de transgénicos, al agotamiento del potencial del suelo y al envenenamiento del suelo y de los manantiales, un código forestal que sirva juntamente a latifundistas y campesinos sólo será posible si este en la práctica beneficiar a los grandes propietarios de tierra. Aquellos que históricamente siempre usaron de su oligárquico poder político para conseguir y mantengan privilegios, al punto de no pagar préstamos contraídos o prorrogar sus pagos ad infinitum, además de la obtención de intereses subsidiados. Se incluyen, también, entre sus privilegios, previamente negociados por su extensa bancada en el parlamento, la amnistía de multas resultantes de toda especie de crímenes por ellos practicados.
Sin dar la mínima para la contradicción entre latifundistas y campesinado pobre, que hace quinientos años sigue sin solución, el parlamentario “comunista de mercado” coloca una joya de argumento según el cual es necesario apoyar el agronegocio brasileño en su competición con los congéneres del USA y de la Europa. Vean sólo con que suerte de argumento el queridito de la Kátia Abreu quiere justificar su embuste. Tales posiciones, como ya afirmamos, son la prueba cabal de la degeneración de posición del tipo revisionista socialdemócrata para el terreno de las ideas liberales, cuyo tono es establecido por el imperialismo a través de sus agencias como el FMI, el Banco Mundial y la OMC. De la misma forma con que de este podrido y corrupto parlamento jamás saldrá una justa solución para la contradicción entre latifundistas y campesinado pobre, el código forestal en su esencia reflejará la fuerza de la reacción latifundista con la ayuda de sus nuevos serviles PT – PCdoB.
Es importante en esta cuestión no descuidarnos de la acción nefasta de las ONG que, también, haciendo la defensa de la pequeña producción y, principalmente, del “medio ambiente”, hacen el juego de los intereses imperialistas. A pesar de sus pugnas aparentes, ellos están en permanente colusión para impedir que una revolución agraria pueda ganar espacio en el país y dé un nuevo rumbo a la cuestión de la tierra, por la óptica de los que en ella trabajan y que principalmente no tienen su propiedad.
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