En el mes de marzo, los tractores del ‘choque de orden’ atacaron en las favelas del Rio, dejando decenas de familias sin tener para donde ir. En dos operaciones, en los Morros de la Cotia y de la Babilônia, 13 construcciones fueron reducidas a polvo. Ellas eran habitadas por un total de 93 personas, siendo 42 niños y 14 ancianos, que ni siquiera fueron avisados con antecedencia y tuvieron que ir para los oscuros abrigos de la municipalidad. Y no para por ahí. A finales de febrero, en Madureira, los perros de guardia del ‘choque de orden’ deflagraron el mayor asalto a los vendedores ambulantes desde el inicio de la gestión fascista de Eduardo Paes. Solamente en esta ocasión, siete toneladas de mercaderías fueron robadas de los trabajadores.
A finales del mes de febrero e inicio del mes de marzo, Eduardo Paes extravasó todo su odio al pueblo, intensificando las acciones del ‘choque de orden’. Solamente en el Morro da Babilônia, Zona Sur de la ciudad, seis casas fueron destruidas por los tractores de la municipalidad, dejando decenas de personas en la calle. Las familias reclaman que no recibieron siquiera un aviso previo y depositaron su poco dinero y sus mayores esperanzas en la nueva vivienda, reducida a escombros por más de 100 guardias municipales bajo el mando del secretario de ‘orden’ pública, Rodrigo Bethlem, brazo derecho de Eduardo Paes.
— No tengo otro lugar para ir con mi marido. No quiero ir para un abrigo. Tampoco es justo pagar alquiler, siendo que yo vivo en esa casa hace 12 años — protestó al periódico O Globo el ama de casa Fabiana Monteiro, que vivía en el local con el marido y los cuatro hijos.
La operación fue realizada el día 10 de marzo por la mañana y recibió total apoyo de la Unidad de Policía Pacificadora, impuesta a los habitantes de la favela en junio del año pasado por el gerente estadual Sérgio Cabral.
En la operación que destruyó las casas de varios trabajadores, Bethlem admitió que "tras la inauguración de la UPP en los morros del Chapéu Mangueira y Babilônia, el acceso de la municipalidad para las acciones de la Seop en esas comunidades quedó más fácil". Gracias a esa facilidad, prometió demoler otras 10 casas en el Morro da Babilônia en los próximos meses.
— Tanta casa ahí que va a ser derrumbada y nadie hace nada. Gasté más de 30 mil reales en la mía. Íbamos a mudarnos dentro de tres meses. Una tragedia de esas sin ningún aviso o explicación — lamentó la vendedora Betânia Ximenes.
"¿Adónde vamos vivir?"
Una semana antes, en el Morro da Cotia, a las márgenes de la carretera Grajaú-Jacarepaguá, otras siete viviendas y un quiosco comercial fueron perversamente atacados por el ‘choque de orden’. El reportaje de AND estuvo en el local y conversó con uno de los trabajadores que perdieron sus casas. Según el obrero de la construcción civil Leandro Maciel, de 30 años, los guardias y agentes, coordinados de cerca por Rodrigo Bethlem, llegaron por la mañana intimidando los trabajadores y retirando todos de dentro de casa.
— El choque de orden llegó aquí 10h de la mañana. No avisaron nadie antes y quieren que uno tire todo de dentro de casa hoy. Y las familias que viven aquí, ¿van a vivir adónde? En el total, además de los adultos y ancianos, tenemos 27 niños, pero no hay negociación. Dijeron que va todo el mundo para abrigos y que van a llevar nuestras cosas allá para la Ilha do Gobernador. No dieron ninguna notificación, no avisaron nada antes. Hay gente que ya vive aquí hace más de 20 años. Yo vivo aquí hace 5 años. Si avisasen, por lo menos uno buscaba algún lugar decente para vivir antes que tener que salir de aquí. Ellos ya llegaron aquí intimidando la gente con el GAT (Grupo de Apoyo Táctico de la PM) diciendo para todo el mundo quedarse quieto y no resistir. Nadie está aquí para ser humillado, somos todos trabajadores — dice el obrero, cercado por guardias municipales, con las cachiporras listas.
Cuando el equipo de AND llegó al local, bajo fuerte lluvia, decenas de personas — incluyendo mujeres, niños y ancianos — observaban con mucha tristeza sus casas siendo devastadas por los tractores de la municipalidad.
— Me siento muy indignada. Una lucha para tener una vivienda, aunque sea una casucha y ahora es humillado, pierde todo y tiene que ir para un abrigo. ¿Y cómo vamos a resistir, con un montón de niños en el medio y esos PM y guardias municipales queriendo un motivo para golpear a todo el mundo? Ellos ya llegaron con arma de choque para intimidar. Y no nos dieron ningún comprobante de nada, también dijeron que nosotros es que vamos a tener ir a conseguir algún amparo — denuncia Leandro, muy indignado, mientras más de cien hombres de la municipalidad destruían su casa a mazazos.
— Yo no voto más en nadie. Inclusive ya rasgué mi título de elector. Yo tengo problema en el pulmón y me quedo un día entero en el puesto de salud esperando para hacer sólo una nebulización. Usted compra remedio, usted paga impuesto, usted compra alimento y está pagando impuesto y ¿donde está siendo invertido ese dinero? En la vida del pueblo que no es. Para pagar un camarote para Madonna asistir el carnaval, Eduardo Paes tiene dinero, pero para dar una vivienda y un empleo digno para la gente, no tiene dinero. Al contrario, el dinero que es invertido sólo sirve para atacarnos, haciendo cobardías como esa que usted está viendo ahí — protesta el obrero.
"Si insistir, te dan cachiporrazos"
Leandro cuenta también, que ya fue atacado por el ‘choque de orden’ en otras ocasiones, cuando trabajaba de vendedor ambulante para complementar la renta de su familia.
— Yo soy obrero, pero cuando no hay trabajo yo vendo bebidas en torno al Maracanã para complementar la renta de mi familia y ya fui, en diversas veces, reprimido por el choque de orden. En esa operación hay guardias que ya robaron mi mercancía en día de partido. Yo siempre me preocupo en vender en el límite definido por la policía, pero eso no los impide de atacarnos. Ya llegan apuntando armas y diciendo que si corriese me darían un tiro en la cara — cuenta Leandro, refiriéndose al apoyo dado por la PM a las acciones criminales del ‘choque de orden’ en el entorno del estadio Maracanã.
— La última vez yo perdí más de diez cajas de cerveza. Si es prohibido cerveza, usted podría vender por lo menos agua o gaseosa, pero no, ni eso ellos dejan. ¿Y nosotros que vamos a hacer? Ellos tienen armas y son descarados. Ya me llevaron carrito, bicicleta, varias cajas de telgopor, además de la mercadería y ahora están llevando mi casa. Primero ellos dicen para ir al portón 18 del Maracanã que van a dar un lacre y contar la mercancía incautada, pero cuando usted llega allá, ya está todo mezclado y ellos te mandan para casa. Si insistir, te dan cachiporrazos. Todo eso me indigna. No hay empleo y aún así uno intenta sobrevivir honestamente, pero ni así tenemos paz. ¿Uno que va a hacer? ¿Va a robar? Si usted roba, usted está actuando equivocadamente y si usted trabajar también está equivocado. No tenemos más qué hacer — se lamenta el obrero y ambulante, desolado por la dura realidad impuesta por este Estado parasitario, enemigo de los trabajadores.
Saña contra los ambulantes
Así como Leandro, miles de vendedores ambulantes son atacados todos los días por la ferocidad de la guardia municipal de Eduardo Paes. Solamente en la operación realizada en el barrio de Madureira, a finales de febrero, más de siete toneladas de mercaderías fueron robadas de vendedores que trabajan en la región. Entre el material incautado estaban DVD, CD, anteojos, cargadores de celular, cuchillos, herramientas, aparatos electro-electrónicos, mochilas, bolsas y piezas de vestuario. Este fue el mayor asalto de la municipalidad contra los ambulantes, desde el inicio de la sádica gestión de Paes y Bethlem, en 2009.
Al día siguiente, el equipo de AND estuvo en el local y conversó con algunos de los comerciantes que fueron robados. Nuestro reportaje registró el evidente sentimiento de indignación entre los trabajadores, que perdieron todo lo que tenían, mientras algunos fueron agredidos y humillados por la guardia municipal.
— Nadie avisa. Ellos ya llegan de armadura, revólver de choque y espray de pimenta, llevando todo, sin preocuparse en decir por qué. Yo fui a la comisaría y registré denuncia, porque soy anciano y me golpearon con cachiporra en la pierna sólo porque me coloqué en frente cuando iban a llevar mi mercadería. Yo quería saber por qué, pero ni eso ellos podían decirme. Es mucha ignorancia. Dicen que el ambulante incomoda la vida del peatón. Pare aquí en mi frente por una hora y perciba cuántas personas compran mis mercaderías, cuántas de esas jóvenes que pasan aquí son mis clientes. Trabajo aquí hace 29 años. Yo viví en la época de la dictadura militar y vi como golpearon a mi hermano dentro de casa sólo porque era líder comunitario allá en la Serrinha, donde yo vivo. Para mí, hoy está peor, porque ni necesitas protestar para que te golpeen. Sin contar que, quedarse sin trabajar, sin tener cómo llevar dinero para casa, viendo su nieto con hambre y no poder hacer nada es más que una tortura — lamenta el comerciante Charles Balbino de Souza, de 62 años.
— Ya perdí todo el año pasado, cuando el choque de orden vino aquí y nos llevó más de 200 tiendas [Ver AND 59 — Choque de Orden — Más robos y demoliciones]. Ahora que yo estaba consiguiendo recuperarme, después de pasar el final de año sin nada, acontece la misma cosa, siendo que esta vez fue peor, porque llevaron también lo que teníamos en el depósito de la Plaza Magna, aquí al lado. ¿Van a darme un empleo? O acaso, ¿van a dar de comer para mis tres hijos mientras yo esté desempleado? Mientras yo me recuperaba de la primera aprehensión, mis hijos sólo comían en la escuela y este año no tuvimos condiciones de comprar material escolar para que ellos estudien. No es posible un gobierno que encuentre eso correcto. Eso todo deprime mucho mi amigo, hace que uno se quede sin esperanzas — protesta el ambulante Alessandro Rodrigues Redondo, de 34 años.
UPP y PAC también atacan favelas
Y no es sólo el choque de orden que anda expulsando trabajadores de sus casas. En el Cantagalo, en vez de construir un edificio para abrigar la nueva Unidad de Policía Pacificadora — como aconteció en las otras favelas militarizadas — Sérgio Cabral prefirió retirar 26 familias de un edificio en el alto del Morro para transformarlo en otra fortaleza policial e incrementar el régimen de terror en la favela. Las familias recibieron propuestas de indemnizaciones irrisorias, o sino una habitación provisoria en otra localización del Morro de Cantagalo.
El departamento que ellas ocuparían queda en el sospechoso edificio construido por el Programa de Aceleración del Crecimiento, el PAC de Luiz Inácio. Según denuncias, algunos departamentos estarían en nombre de personas que ni al menos viven en el Cantagalo y estarían alquilando las habitaciones por precios que varían entre 400 y 500 reales.
En uno de los casos el técnico hidráulico Josué Thiago Caetano, que vive en un ático en la Ladeira Saint Roman, en Copacabana, tiene uno de los departamentos en su nombre y, lo alquila por 500 reales a Thiago de Oliveira Vieira, que vive con su madre, Marilene de Oliveira, y paga el valor con mucha dificultad.
También, el número 207 del edificio B estaría ocupado por una turista austríaca, llamada Anita. Otro beneficiado, José Airton Gomes da Silva, habría alquilado su departamento y viajado para el Maranhão. Muchos habitantes dijeron que él es un empresario de Copacabana que, sospechosamente, había recibido el beneficio.
Según las denuncias, al menos 10% de los departamentos construidos por el PAC están en la misma situación. Mientras Luiz Inácio concede a turistas austríacos, maranhenses y habitantes de Copacabana, decenas de familias son expulsadas de sus casas y colocadas en abrigos de la municipalidad, que no poseen seguridad ni mínimas condiciones sanitarias.
En los edificios construidos por el PAC en otras favelas, habitantes reclaman de las pésimas condiciones estructurales que, en los departamentos de Manguinhos, por ejemplo, causaron el anegamiento de varios pisos después de las lluvias del día 5 de marzo.
— Mi departamento en el segundo piso anegó y fui para el de un amigo. Aquí, el agua entró por la ventana de la cocina, que no cierra. En los vecinos, el agua brotó por rajaduras en las paredes y por los agujeros de las lámparas — afirmó el síndico del bloque 1, Thiago da Silva, de 25 años, que vive hace algunos meses en los edificios construidos por el PAC de Manguinhos, presupuestado en 235 millones.
En los edificios del Cantagalo, habitantes reclaman de las cuentas de luz, que en departamentos con sólo una televisión y una heladera, llegan a 200 reales. Otras habitaciones, según los habitantes, presentan infiltraciones y peligrosas fugas de gas, lo que muchos, frente a la inoperancia de las gestiones de turno, tienen que resolver con su exigua renta familiar.
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