El oportunismo, hoy en la gerencia del Estado brasileño, recorrió un largo camino para llegar donde llegó. Para tanto él tuvo que hacer uso de varias caras, o mejor, varias máscaras tanto para ilusionar el proletariado cuanto para aproximarse de la burguesía. Luiz Inácio, por ejemplo, gritó "¡Fuera Sarney!", acusó el Congreso de poseer por lo menos trescientos descarados y, hoy, se sostiene en los mismos descarados y defiende con uñas y dientes la permanencia de Sarney en la presidencia del Senado. Haya metamorfosis.
Del radicalismo pequeño burgués a la defensa del Estado burgués-latifundista servicial del imperialismo, pasando por el sindicalismo "propositivo", he ahí su retorcimiento estratégico para, en primer lugar, aparecer como radical defensor de los intereses de los trabajadores y, enseguida, conducirlos de las negociaciones sindicales al mostrador de negocios con el imperialismo, la gran burguesía y los latifundistas, además negociados de pasillos y subterráneos del viejo Estado.
El mito de la "clase trabajadora"
Pieza clave de esa farsa del PT-cutista (sindicalismo de la CUT) fue el uso oportunista de la expresión "clase trabajadora", asimismo, en el singular y no en el plural "clases trabajadoras" como sería lo correcto para designar el proletariado, el campesinado principalmente pobre, los funcionarios públicos, los profesores y la pequeña burguesía urbana de manera general. Completando con el uso de la expresión "clase patronal" en lugar de "clases patronales" para designar grande, media y pequeña burguesías, latifundistas y el propio Estado como instrumento político-militar del poder de las clases dominantes.
Para intentar someter a su dirección política el conjunto de los explotados por el capital y por el latifundio, el petismo no vaciló un sólo momento en vender sueños ‘socialisteros’ y proyectos de independencia a los trabajadores sin, no obstante, movilizarlos, politizarlos y organizarlos para la derrumbada completa de la orden reaccionaria y establecimiento del poder de los trabajadores.
Esta tarea fue facilitada con la liquidación del Partido Comunista de Brasil como partido revolucionario del proletariado por la hegemonía revisionista de su dirección combinada con el aniquilamiento selectivo por el régimen militar fascista, quedándose la clase obrera políticamente acéfala. Como consecuencia de esto, sindicatos y otras organizaciones populares, cuyas direcciones tenían origen en la izquierda marxista, se hicieron presas fáciles de la saña oportunista y revisionista, con el cuento del "nuevo sindicalismo" cutista.
Siendo una extracción pequeño-burguesa de la sociedad brasileña, la dirección del PT en su ansia de llegar a las cumbres del poder, aunque envuelta con los que explotan y oprimen nuestro pueblo, quiere hablar en nombre de una abstracción llamada "clase trabajadora" y propone un proyecto electoral que, por ser electorero, no pasa de otra demagogia, de tantas, destiladas a lo largo de estos treinta años.
Serviciales de una de las fracciones de la gran burguesía
Circula entre los del PT la propuesta de un modelo de desarrollo, denominado por ellos de "desarrollismo popular2", en una tentativa de diferenciarse del imperialista proyecto cepalino1 de sustitución de las importaciones. Proyecto este asumido por los gobiernos populistas de los años de 1950-1960 e impulsado por el régimen fascista cívico-militar después de 1964. Tal modelo, además de impulsar el capitalismo burocrático en el país, creó como consecuencia una capa de operarios bien pagos tanto en las empresas transnacionales cuanto en el Estado. Base social esta exactamente sobre la cual se asentó la creación del Partido de los Trabajadores y su complemento, la Central Única de los Trabajadores, conformado por la extravagante ensalada de intelectuales del CEBRAP3, dirigentes sindicales entrenados en los institutos yanquis para el "sindicalismo libre"4, un sin número de tendencias trotskistas, ex-guerrilleros arrepentidos y todo bajo las bendiciones de la ‘santa madre’ iglesia católica.
Lo que los petistas pretenden ocultar es que su proyecto es, nada más nada menos, que el proyecto de la fracción burocrática de la gran burguesía en lucha por la recuperación de la hegemonía perdida en la dirección del viejo y empodrecido Estado brasileño con las gerencias de Collor y Cardoso. El apoyo a las fusiones del tipo OI-Brasil Telecom, Perdigão-Sadia, renuncia fiscal del IPI para automóviles, electrodomésticos y material de construcción, y más, el apoyo irrestricto al "agronegócio" exportador (latifundio de nuevo tipo) son las expresiones más visibles de la misma política económica de las décadas de 1930 a 19905, pasando por la gerencia militar y la Nueva República de Tancredo/Sarney.
Un correcto análisis de las clases
El marxismo nos enseña que para hacer una correcta intervención en la lucha de clases es necesario que efectuemos un correcto análisis de las clases envueltas en ambos lados del conflicto.
Marx y Engels acuñaron el término ‘aristocracia obrera’ para designar la capa aburguesada de la clase obrera que, en el transcurso de los altos logros de los monopolios, recibían un tratamiento diferenciado de sus patrones haciéndose dóciles, expresando en la extensa burocracia sindical para la defensa de la conciliación de clase. O sea, se hicieron los "esclavos diferenciados" de la esclavitud asalariada. Estos sectores, representados a la época por las trade unions inglesas, fueron los pioneros a correr para dentro del parlamento, enlazándose con la burguesía.
Lenin al proponer la formación del partido revolucionario del proletariado y su alianza con el campesinado dejaba bien claro en nombre de quien debería ser elaborado el proyecto de una nueva sociedad y cual su aliado principal en esta jornada, así como de la necesidad de la escisión con el falso socialismo, el oportunismo originado en esa aristocracia obrera.
Mao Tsetung llegó, inclusive, a diferenciar entre los campesinos, los pobres, los medios y ricos y destacar solamente los pobres y la capa inferior de los medios como aliados seguros del proletariado. Todo eso para cotejar con más exactitud el nivel de contradicción de cada capa y así poder proponer una táctica correspondiente.
Con relación a la burguesía, Mao también la clasificó cómo pequeña, media y grande y llamó la atención para el hecho de que en los países coloniales y semicoloniales la expresión "burguesía nacional" sólo cabría ser aplicado a la media burguesía (genuinamente nacional), una vez que, en estos países, la gran burguesía — compuesta por dos fracciones, la compradora y la burocrática — se conformó a partir de la comunión, aunque subalterna, de intereses con el imperialismo. Y esta comunión de intereses — asociación subalterna — sobre la base arcaica de la semifeudalidad es que da origen al "capitalismo burocrático", o sea, el capitalismo engendrado por el capital financiero imperialista a través de la exportación de capital y de la política colonial.
La ruptura revolucionaria
En la condición de semicolonia, Brasil sólo podrá asumir un proyecto independentista si enfrentar los restos feudales, de los cuáles Sarney es fiel representante, y la dominación imperialista, mantenedora de un capitalismo burocrático que sólo favorece la sangría de los recursos nacionales en detrimento de su democrático retorno al pueblo trabajador.
La ruptura de esta situación sólo puede realizarse por la destrucción cabal del decrépito Estado burocrático-latifundista, garante de esa vieja orden, a través de la revolución democrática ininterrumpida al socialismo. La revolución agraria, en lucha por desarrollarse en el campo brasileño, juega papel desencadenador y propulsor de la Revolución de Nueva Democracia, bajo dirección del proletariado con base fundamental en la alianza obrero-campesina. Movimiento revolucionario necesario para la construcción de un nuevo Estado que liquide por completo el latifundio, entregando las tierras a los campesinos pobres sin tierra o con poca tierra, impulsando su organización en formas cooperativas, que confisque el gran capital de la burguesía local y del imperialismo: el Estado de Nueva Democracia.
Sólo en este caso, de posesión del poder político y económico las clases trabajadoras, bajo la dirección del proletariado, podrán construir una nueva sociedad y una verdadera república democrática popular en Brasil.
1 Nota del Directorio Nacional del PT Brasília, 10 de febrero de 2009.
2 Referente a la Cepal — Comisión Económica para América Latina: organización de la ONU realizada en Chile.
3 CEBRAP — Centro Estudios Brasileños: institución financiada por la Fundación Ford que entre sus miembros estaban algunos de los próceres fundadores del PT como Francisco Wefor, Francisco Oliveira, Paul Singer, etc., etc.
4 Para citar un sólo caso de los centenares de dirigentes sindicales entrenados por el IADESIL (Instituto Norte-American para el Desarrollo del Sindicalismo Libre) y otras organizaciones financiadas y monitorizadas por la CIA, el señor Luiz Inácio cursó similar en la Universidad Jhon Hoptiquins.
5 Fuera apenas el pequeño interregno del gobierno Goulart que políticamente pretendió hacer "reformas de base" de carácter nacionalista-burgués.
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