“El intendente usó el incendio para expulsar los vendedores ambulantes”

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“El intendente usó el incendio para expulsar los vendedores ambulantes”

Tras el sospechoso incendio que destruyó el área donde trabajaban localizada en el centro de Rio de Janeiro, denominada “Camelódromo* de la Central do Brasil”, miles de ambulantes perdieron todo lo que tenían. La municipalidad aprovechó el incidente para echar a los más de mil trabajadores para la  acera y anunció la utilización del terreno para una supuesta ampliación del terminal de ómnibus Américo Fontenelle, que hace 30 años divide el espacio con los vendedores. Desamparados, los ambulantes están organizándose para retomar el área, tropezando inevitablemente en las tramoyas y falsas promesas de Eduardo Paes.

En el Centro de Rio de Janeiro, tres meses después del incendio que destruyó 18 mil metros cuadrados de una área de 32 mil del Camelódromo de la Central do Brasil, los trabajadores que hace 30 años ocupaban el local siguen desamparados. Ahora ellos ocupan la vereda en el entorno del terreno, con la esperanza de conseguir un nuevo local para trabajar. Mientras tanto, conviven con el humo de los coches y autobuses que pasan por la Calle Senador Pompeu, saliendo del terminal; y con el ‘Choque de orden’, que amenaza robar lo poco que restó del material de trabajo de los vendedores.

En el día 13 de junio, el equipo de reportaje de AND estuvo en el local y conversó con los trabajadores para saber cómo anda el lento proceso de realojamiento del Camelódromo — anunciado por la municipalidad inmediatamente después del incendio, en 26 de abril —, así como la rutina de sufrimiento de los vendedores después del trágico incidente que destruyó uno de los mayores centros comerciales de Rio de Janeiro.

— Los boxes aquí eran todos hechos de cemento. En sólo 15 minutos el fuego se diseminó por el camelódromo y destruyó todo. Eran 540 boxes. Eso quiere decir que aquí trabajaban más de mil personas. Por lo tanto, son más de mil familias que perdieron su sustento. Conmigo, trabajaban mi esposa y mis tres hijos. Lo peor es saber que ese terreno está parado aquí. Con la obra que iba a haber, nosotros seriamos realojados, lo que no sería bueno, pues ya somos referencia en la región de la Central do Brasil, pero con el incendio nosotros perdemos todo: nuestra mercancía, nuestro espacio, todo. Sin contar que nunca hubo una obra aquí, absolutamente nada. Entra gobierno y sale gobierno y no cambia nada. Y ahora perdemos lo poco que teníamos. El intendente usó el incendio para expulsar los vendedores de la Central, lo que él ya quería hacer hace  tiempo — destaca el comerciante Pedro Ferreira, de 47 años.

El trabajador también denunció el abandono del camelódromo, hace años sin recibir obras de mantenimiento; así como de los comerciantes que dependían de él para trabajar y sobrevivir, desamparados después del incendio.

— Nosotros quedamos abandonados después de lo que aconteció. Creo que ese dinero que pagábamos todo año para  la Coderte [Compañía de Desarrollo Rodoviário y Terminales del Estado del Rio de Janeiro] fue para el caja dos para la campaña de algún político, porque nosotros no recibimos ningún amparo después del incendio. Coderte es el órgano del estado que fiscalizaba el terreno que nosotros ocupábamos. Nosotros pagábamos 25 mil reales por mes para poder tener la concesión del terreno. Y en nuestro contrato con ellos existía una cláusula de amparo a los trabajadores en caso de accidente, incluyendo incendio. La municipalidad hizo una lista del personal que perdió todo, pero el protocolo que ellos nos dieron no tiene nada, ni un sello o un símbolo de la municipalidad. Es un papel que cualquiera puede imprimir, sin valor — protesta Pedro, lamentando aún las dificultades financieras de su familia y el hecho de haber abandonado los estudios para trabajar más y reponer lo que fue perdido.

— Yo soy cameló desde 1988 y siempre trabajé aquí en la Central. Con lo que aconteció yo paré mis estudios. Quería terminar el secundario este año para intentar hacer una facultad, pero después de ese incendio yo tuve que duplicar mi carga horaria de trabajo. Sin contar con los problemas dentro de casa, pues cuando usted pierde toda la mercancía, es muy difícil recuperar el ritmo de trabajo y la familia sufre por eso. Falta comida, falta dinero para las compras, para pagar las cuentas, es un sufrimiento. Este año, yo pagué mil reales de impuesto de renta. Yo tenía CNPJ, todos los documentos en orden y ahora ¿qué es lo que el Estado va a hacer por nosotros? — pregunta el trabajador, que ahora ocupa la acera de la Calle Senador Pompeu, frente al número 242, donde una espesa nube de humo producido por los autobuses dificulta la respiración y la visibilidad de los trabajadores y peatones.

— Yo leí una materia en un periódico recientemente, diciendo que en São Paulo mueren 11 personas por día debido a la contaminación del aire con gas carbónico. Muchas personas aquí están pasando mal por causa de eso. Los autobuses pasan muy cerca de nosotros, todos con los caños de escape volcados para nosotros, a una distancia de menos de dos metros. Ese humo se mezcla al polvo, detritos secos, basura y otras cosas, y se mezcla al aire que uno respira todo el día aquí. No hay quien aguante esa polución toda. Estamos todos pasando mal — protesta el comerciante.

— Época de campaña electoral es peor todavía, pues muchos políticos quieren aprovecharse de nuestro sufrimiento, pero nosotros camelós ya estamos sabiendo de ese embuste  y ahora ellos ni pasan más por aquí, porque saben que no vamos a tragar la cantinela de ellos. Lo más triste es que cualquier cosa que usted quiera hacer aquí,  depende de las autoridades incompetentes, Policía Civil, Militar, Guardia Municipal. Ellos hablan en choque de orden, pero mira donde ellos nos colocaron: en medio de la vereda. Dentro de poco vienen aquí queriendo robar la mercancía de todo el mundo y prohibirnos de quedarnos aquí. Como si tuviéramos otra opción. Uno tiene que  apretarse con la gente en la vereda y cuando acontecer un accidente, el culpable va a ser el cameló — dice Pedro.

Después que Eduardo Paes anunció la demolición de lo que restó del camelódromo, cerca de 50 trabajadores fueron a la OAB, a la Asociación Asistencial del Microempresário Diferenciado del área Céntrica y entraron con un mandato de seguridad para garantizar el retorno al local. Pero la jueza de la 10ª Vara de la Hacienda Pública del Rio, Simone Lopes de la Costa, dio parecer favorable a la municipalidad y negó el pedido de los trabajadores que interrumpiría la demolición de las edificaciones que se mantuvieron erguidas en el terreno después del incendio.

— La municipalidad nos prometió un espacio y dijo que a lo sumo hasta el día 25 de julio que iba a mandar un representante aquí para decirnos el local, pero no es nada concreto. Nosotros estamos esperando. Mientras tanto nosotros no tenemos cómo comprar comida, mucho menos pagar las cuentas, tenemos que permanecer en la vereda dividiendo espacio con pedestres y aún al lado de un terreno vacío que podría estar siendo usado por los trabajadores para ganar el pan de cada día. Pero nosotros estamos reuniéndonos, organizándonos y vamos a seguir luchando. La gente aún tiene una esperanza, pero está difícil creer en promesa de político, principalmente de Eduardo Paes, que creó el choque de orden, que yo prefiero llamar de exterminio de pobres. El choque de orden es sólo para atacar los pobres. Quiero ver ir a atacar el mega-empresario de la zona sur con el choque de orden. Aquí ellos no vienen, porque las pocas veces que vinieron encontraron el enfrentamiento y nunca más tuvieron pecho para volver — cuenta el cameló Marinaldo Correa, de 31 años, hace 16 años en el local.

Nuevos robos y prisiones en el rastro del choque de orden

Mientras los camelós de la Central del Brasil, en el Río de Janeiro, organizan la resistencia a las medidas fascistas de la municipalidad para expulsarlos del local después del incendio en el camelódromo, otros trabajadores siguen luchando diariamente contra el choque de orden en las calles de la ciudad. Aún así, solamente el último mes, varios trapitos fueron detenidos y una gran cantidad de mercancía fue robada de los comerciantes que trabajan en la calle.

El día 28 de junio, durante operación del choque de orden en la Barra da Tijuca, una de las más “nobles” regiones de Río, el ambulante Ubiracy das Chagas Duarte, de 24 años y su ayudante Fernando Teixeira Mendonça, de 22 años, vendían dulces en la Avenida das Américas, cuando fueron atacados por los perros de guardia de la municipalidad. Toda la mercancía fue robada y, al cuestionar la truculencia de la Guardia Municipal, los trabajadores aún fueron prendidos por desacato a la autoridad. En el mismo local, nueve personas fueron detenidas por dormir en la calle.

Ya el día 15 de junio, cerca de 8 trapitos fueron prendidos en el entorno de la arena del Fifa Fun Fest, en Copacabana, y del Alzirão (calle donde se concentran los hinchas), en la Tijuca, durante el primer juego de la selección brasileña de fútbol en la Copa. Además de eso, cuatro personas fueron prendidas por orinar en la calle, siendo que en los dos locales había sólo 35 baños químicos, para una multitud de casi 250 mil personas. Los camelós también fueron atacados por el choque de orden y tuvieron 345 latas de cerveza, 12 de refrigerante y un carrito  manual robados por los guardias municipales.

El día 14 de julio la municipalidad colocó en la calle todo su aparato contra los trabajadores para oprimir, robar y destruir. En los barrios del Leblon, Ipanema y Copacabana, en la zona Sur de Río, 153 paraguas fueron robados de los camelós. En la Penha, zona Norte de la ciudad, siete quioscos fueron removidos del Mercado San Sebastião. Desde el día 17 de abril de 2009, el número de quioscos removidos o demolidos en el local ya llega a 50.

*Cameló: es el nombre común dado en Brasil a los vendedores ambulantes.


Traducciones: [email protected]

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