O jardineiro Jorge, em sua casa antes da remoção na Vila Recreio II, em agosto do ano passado, e agora na construção de sua nova casa na favela Vila Taboinha
En julio de 2011, la favela Vila Recreio II fue blanco de los tractores del ayuntamiento de Río de Janeiro, empeñada en remover favelas y barrios pobres de las áreas nobles de la ciudad, abriendo camino para las mega construcciones exigidas por el COI y por la Fifa para la realización de la Copa y de las Olimpíadas en Río. La favela – que ocupaba las márgenes de la Avenida das Américas, en el barrio Recreio dos Bandeirantes, zona oeste de la ciudad – tenía más de 200 familias, que recibieron valores irrisorios por sus casas.
Uno de los antiguos habitantes de Vila Recreio II, el jardinero Jorge Santos de Oliveira, de 52 años, fue removido del local con su mujer e hijos y recibió 8,6 mil reales de indemnización. Tras meses viviendo de alquiler, Jorge se mudó con su familia para Vila Taboinha – otra favela que fue blanco de los tractores del ayuntamiento y una de las únicas donde la resistencia de los habitantes venció. En la Taboinha, Jorge construye su nuevo hogar y aún es voluntario en el proyecto de construcción de una guardería en la favela. Nuestro equipo de reportaje fue al local y conversó con el trabajador, que rememoró los días de tensión vividos por los habitantes de Vila Recreio II durante el proceso de remoción.
– Ellos removieron la gente porque decían que la pista de la Avenida de Américas necesitaría ser ensanchada, pero no lo fue. Entonces dijeron que iban a hacer un reculo, después un retorno. Pero si usted va allá ahora, verá que nada fue hecho en el lugar de la comunidad. Cuando fuimos a cuestionar eso, ellos dijeron que la Funcef, Fundación de los Economiários Federales, compró el terreno. Pasaron años mintiendo para nosotros, esa es la realidad. Pero no para por ahí. Después descubrimos que sólo 20% de las casas de la comunidad estaban en el supuesto terreno comprado por la Funcef. Nosotros protestamos con la ayuda de estudiantes, trabajadores, y conseguimos una indemnización buena para los habitantes, pero sólo para algunos. Otros recibieron esos míseros 8 mil. Acampamos en la puerta del fórum de la Barra da Tijuca, porque queríamos que el juez fuera hasta la comunidad para ver la realidad. ¿Como él puede juzgar alguna cosa que está aconteciendo en un lugar si nunca fue en ese lugar? Pero la realidad es que, a finales de ese proceso, después que todas las casas cayeron, todos los habitantes salieron perdiendo, no sólo financieramente, pero también un gran perjuicio emocional – cuenta.
Para Jorge, entre todas las necesidades básicas de los seres humanos, la vivienda es la más importante.
– Todo ser vivo tiene que tener una casa para vivir. Los animales, por lo menos, tienen libertad para construir su cueva, su nido. Pero nosotros humanos, tenemos que contar con el cumplimiento de la constitución y con fondos del gobierno, con las limosnas. La constitución dice que, caso la persona no tenga condiciones de comprar su casa, el gobierno tiene que dar, pero nosotros sabemos que eso no acontece, a pesar de existir recursos. Si usted no tiene donde dormir de noche, ¿como usted va a trabajar y conquistar su sustento? Entonces, después, ellos cuestionan el habitante callejero, recogen, golpean, matan, pero es el propio gobierno que produce esa miseria. Hasta después de morir el sujeto necesita de una vivienda – dice Jorge con buen humor.
Él cuenta que muchas personas que vivían en Vila Recreio II, acabaron sin tener para donde ir, teniendo en cuenta el bajo valor pagado por el ayuntamiento a los habitantes removidos.
– Hasta hoy, una señora que también vivía en el Recreio II está padeciendo. Ella ganó 8 mil reales de indemnización y vivía hace décadas en la comunidad. ¿Qué va a hacer ella con 8 mil? Tuvo suerte que un compañero tenía una casucha próximo a la comunidad y la dejo ir a vivir. Después, ese compañero necesitó la casa y ella tuvo que ir a vivir con la hija en un lugar distante de aquí. Cambiaron totalmente la vida de una anciana – lamenta.
Jorge cuenta que no es de hoy que los condominios de lujo que se instalaron en la Barra da Tijuca y en el Recreio dos Bandeirantes dificultan la vida del pueblo pobre que vive hace siglos en la región.
– Yo construí una casa tres veces. Los terraplenes de condominios dictan las reglas cuando llegan en un área entonces deshabitada, como era el Recreio. Ellos llegan y levantan dos metros de terraplén encima del manglar. ¿Y para donde va el agua del manglar cuando llueve? Para dentro de nuestra casa. Por causa de eso, cuando yo vivía en el Recreio II, tuve que reconstruir mi casa tres veces por causa de las inundaciones. Ahora estoy construyendo aquí en Vila Taboinha. La mayor parte de mi casa la construyo con material reaprovechado. Ladrillos, varas de hierro, yo retiro de escombros que encuentro por ahí – cuenta el jardinero, que termina diciendo vivir muy feliz en Vila Taboinha.
– Cuando yo vine para Vila Taboinha, me preguntaron: “¿Jorge, usted va a vivir de nuevo en una favela?” ¿Y voy para donde? Yo aún tengo fuerza para trabajar, tengo voluntad para trabajar y dar el sustento para mis hijos. Entonces si yo no puedo construir en un lugar con una estructura digna, voy a construir en la favela. Si el Estado no me da condiciones para pagar alguien para construir mi vivienda, me las arreglo y construyo. Sin contar que la comunidad es diferente de otros lugares. Aquí las personas se ayudan. Los vecinos son amigos solidarios unos con los otros. En el fin de semana, siempre hay un vecino dispuesto a ayudar en mi obra. También estamos construyendo una guardería en la Taboinha. La presidente de la Asociación de Habitantes, Alessandra, montó una cooperativa de venta de comida para llevar y estamos usando ese dinero para construir la guardería. Eso es nuestra unión. Si ellos vienen a removernos de nuevo, vamos a mostrar que estamos unidos, como en 2010. Mi lucha contra las remociones es una lucha para toda la vida – garantiza.
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