El artículo de Hugo Souza en la edición pasada de AND que afirmaba que el “espectro del boicot ronda la farsa electoral” nos estimuló a profundizar el tema en esta recta final para las elecciones. Considerando el hecho de que el aumento de la protesta popular está en la raíz del comportamiento positivo de gran parte de los brasileños y, porque no decir, de los pueblos en los varios países de todos los continentes, el boicot electoral se presenta como un fenómeno mundial en medio de la crisis que atraviesa todo el sistema imperialista.
Pavoridos, los burgueses y oportunistas se descabellan en llamamientos y amenazas al electorado, tachando la actitud de abstenerse o de votar blanco o nulo como una alienación o una fuga de la tan decantada ciudadanía, posibilitada por su desgastado “Estado democrático de derecho”. Por el contrario, la abstención viene haciéndose el acto político cada vez más activo y consciente de crecientes contingentes populares y no una demostración de nihilismo, conformismo o indiferencia como quieren hacer creer los defensores de la vieja orden.
En el mundo y en Brasil
En realidad, un fantasma ronda las urnas electorales del mundo entero, el fantasma de la abstención. Comenzando por las elecciones realizadas por la Unión Europea que, como destacó Hugo, acusaron cerca 57% de abstenciones, media que esconde índices vejatorios como los 87% de la Eslovaquia, seguida por la Eslovenia, Polonia y República Checa alrededor del 80% y Letonia, Hungría y Croacia que también registraron altos índices de abstenciones, quedando más elevados que los índices de Portugal que alcanzó 55,5% y España con 55,3%.
En la India, el reaccionario Nerendra Modi, en el mando del estado de Gujarat desde 2001, fue elegido por el partido BJP. De los 814 millones de electores, 33,17% no comparecieron.
Ya en la Siria, Bashar al-Assad tuvo 88,7% de los votos en las áreas controladas por el régimen en una elección considerada una farsa pelo USA. Tal acusación siempre surge cuando la farsa electoral no es montada bajo su supervisión o por ser países de esfera de influencia de Rusia o de otra potencia imperialista en conflicto con él.
En Egipto, el general Abdel Fatah al-Sisi obtuvo 23 millones de votos contra la abstención de 53,2% comandada por la Hermandad Musulmana.
En Irak, el vendepatria Nuri al-Maliki comandó la farsa electoral de la cual más del 40% de los iraquíes boicotearon. Una farsa tan evidente que sus amos yanquis tuvieron que defenestrarla.
También en Afganistán más del 40% se negaron a participar de la farsa electoral comandada por Karzai, con más de 12 años como servil del imperialismo en aquel país.
En las elecciones de la Ucrania poco más del 50% de los electores votaron en las regiones pro-UE como Kiev y Lviv, mientras que en el este sólo 16% comparecieron, como en Volnovaha, Mariupol y Bobropolye.
En su segunda elección, desde que fue creado como país por la intervención de la OTAN, en 2008, Kosovo tuvo baja adhesión a las urnas en las elecciones de junio, con sólo 43% de los 1,8 millón de electores aptos a votar.
En Brasil, en las elecciones municipales de 2012, cerca de 24% se abstuvieron o votaron blanco o nulo. Esto en el primer turno, porque en el segundo turno este índice subió para 26%, lo que asustó, inclusive, al presidente del TSE. O sea, de los 138.544.348 electores inscritos, 22.738.693 no comparecieron para votar, 4.874.098 votaron en blanco y 5.057.996 anularon su voto, sumando un total de 32.670.787 de brasileños que dieron la espalda para la farsa electoral y sus candidatos demagogos, aprovechadores de toda clase, sirvientes del imperialismo, de los banqueros, de las contratistas, del latifundio, del agronegocio y de las multinacionales. No existe una estadística que apunte el número de jóvenes con dieciséis años que no sacaron el título de elector y, también, de las personas que tuvieron su título cancelado por no haber comparecido en las últimas elecciones. Así, podemos afirmar que el número de brasileños que rechazan la farsa electoral de esta vieja democracia burguesa y su falsa representatividad es, realmente, mucho mayor. Las violentas revueltas de 2013 fueron expresión de este rechazo, ya apuntando para otros niveles de su manifestación.
La rebelión justifica el boicot
La crisis que se desencadenó en 2008 (y sus consecuencias sobre todos los países del mundo) fue un fuerte argumento para reforzar la idea de que el capitalismo, principalmente en su fase empodrecida, el imperialismo, no tiene nada a contribuir con la paz y la prosperidad para los pueblos del planeta, como sus emisarios tanto pregonaron y siguen pregonando.
El aumento de la espoliación y opresión imperialistas en las colonias y semicolonias no ha sido suficiente para saciar tan hambrientos buitres y la disputa entre ellos pasó a una nueva situación, agravándola. USA desencadena ofensivas incrementando la guerra en Asia, en Oriente Medio y, más recientemente, en otras regiones, objetivando someter Rusia, que por aún detener la condición de superpotencia atómica, mantiene vastas zonas como su esfera de influencia. USA necesita alcanzar el completo dominio mundial para imponer de forma irrestricta sus políticas como medio de detener la crisis profunda y aguda, retomando un nuevo ciclo de expansión y salir de la peligrosa situación del gran desorden mundial que se prenuncia, asegurando su hegemonía.
En esta pelea entre potencias, las masas que resisten y combaten, como hacen los palestinos, iraquíes y afganos en sus luchas de liberación nacional, necesitan pasar a otro nivel de sus luchas oponiendo a la guerra imperialista la guerra popular, como ocurre en India, en Turquía, en las Filipinas y en Perú.
De 2008 para acá, todos los continentes fueron barridos por rebeliones y levantamientos, los cuales podemos afirmar que son parte de una nueva situación revolucionaria que se desarrolla de forma desigual, sin embargo recorriendo todo el mundo. En este cuadro, el proceso electoral burgués y su fallida “democracia” representativa pierden fuerza cada vez más.
En Brasil, las luchas contundentes de las incansables masas campesinas por la tierra, las rebeliones obreras que venían ocurriendo en las obras del PAC (como Suape, Pecém, Jirau, Santo Antonio, Bello Monte y en el nuevo complejo petrolífero de Río de Janeiro – Comperj) sumadas a los masivos y violentos protestos de la juventud por pase libre y contra los aumentos en los precios de los pasajes de autobuses fueron las chispas que encendieron las llamaradas en que se constituyeron los masivos y violentos protestos que tomaron las grandes y medias metrópolis por todo el país.
El mes de julio de 2013 fue el ápice de manifestaciones que se chocaban con el viejo Estado, su gestión de turno y demás apéndices institucionales como los partidos oficiales, las centrales sindicales y los llamados movimientos sociales oficialistas. Este tsunami de masas dejó como lección que lugar de reivindicación es en la calle y no en los gabinetes de la burocracia o del parlamento.
Desde las protestas de junio no hay un sólo día en que poblaciones de favelas o periferias, principalmente de las grandes ciudades, además de las heroicas luchas de los campesinos por la conquista de la tierra y contra el latifundio, no presenten sus reivindicaciones inscritas en la hoguera de neumáticos, y autobuses quemados en las vías públicas. Para estas masas la farsa electoral no es más que la afronta descarada de los explotadores para dar cara de “democracia” para su sistema de opresión y que cuentan en su legitimación con la participación frenética de la “izquierda” oportunista electorera.
Partido Único quiere capitalizar protestas
Todas las siglas del Partido Único vienen intentando beneficiarse de las manifestaciones de 2013 y de su significado en la vana ilusión de atraer las masas para el pantano electorero. A estos, la juventud ha respondido desde las manifestaciones gritando “No me entienda mal, yo estoy cansado de campaña electoral…” y consignas más contundentes de “Elección es farsa, no cambia nada no, el pueblo organizado va a hacer revolución” hasta campañas de pintadas por todo el país llamando a no votar y boicotear la farsa electoral.
Este es el espíritu que toma no sólo la juventud como de las poblaciones oprimidas en las zonas rurales fustigadas por el pistolerismo latifundista y por los aparatos judiciales y policías, de aquellas acosadas en los barrios y favelas por la represión, finalmente, de amplias masas populares del campo y de la ciudad frente al abandono en que se encuentran la salud, la educación, la sanidad, el transporte público y de toda clase de abusos e iniquidades que contra ellas cometen el viejo Estado y sus gestores de turno, desde las esferas municipales, estaduales y federal.
Un sistema cayendo a los pedazos
El gran engaño que representa el proceso, que es a la vez un circo electoral, con todo su cinismo y payasada, va menguando. La descomposición y desmoralización de todo este sistema político es cada vez más evidente. Las campañas electorales están reducidas al horario gratuito de propaganda en la televisión y radio, a la publicación de censos de intenciones de votos y a las jugadas de los marqueteros.
Ya no hay comicios de ninguna especie y los televisores son desconectados en el horario electoral. También los impresos de propaganda cuando recibidos van directo para el suelo donde se encuentran los caballetes pateados por el pueblo indignado con tanta suciedad política y moral. Mientras lo que decide aún es la guerra de millones que mueven esquemas desde cabos electorales en cada municipalidad, pasando por los ayuntamientos, gobiernos de estados, ministerios y gobierno federal. La utilización total de la máquina estatal por quién de ella se apodera y de las financiaciones legales y encubiertas de bancos y contratistas por todos los concurrentes.
El retrato más fiel de esta descomposición y desmoralización de todo el sistema político electoral es la disputa presidencial. La manipulación de la opinión pública ya pasa de los límites de lo permisible. El hecho de los tres candidatos tenidos como los principales concurrentes defiendan la misma política de sumisión al imperialismo, o mejor, su continuidad, los obliga a intentar diferenciarse en querellas, mientras la situación económica y social del país desbarranca para el caos. Hay que reconocer que ha sido un verdadero quiebra cabezas para los marqueteros encontrar algo relevante que distinga Dilma, Marina y Aécio. En cuanto a los demás candidatos, que sólo son mencionados para dar foro de disputa democrática, no pasan del papel de bobos de la corte. Y entre estos, hay los de la “izquierda” oportunista electorera que, en su contribución de dar legitimidad de “democracia” a esta farsa, se agitan y cacarean en sus ridículas caricaturas de “comunistas” y “socialistas”.
Después de las elecciones, la crisis, ahora escondida por los oportunistas de turno en la gestión del Estado brasileño, aparecerá de cuerpo entero. Aún con la represión, cada vez más fascista y refinada, las masas ocuparán nuevamente las calles para hacer valer su voz y acumular más fuerza rumbo a una Revolución de Nueva Democracia.