Traductor: Enrique F. Chiappa
Millares de habitantes de Tailandia –a cerca de 260 Km de Belem –protagonizaron un gran levante contra una megaoperación de varias esferas del Estado en la ciudad en 19 de febrero.
Cuando fiscales del Ibama, protegidos por la policía comenzaron a cerrar las madereras de la ciudad, la población cercó los agentes del Estado, los dejó de un lado del río que corta la ciudad y permaneció del otro lado combatiendo los policías. La policía disparó contra los manifestantes, que revidaron con piedras y palos. El combate continuó por doce horas y la justa ira de las masas no perdonó ni mismo el Forum de la ciudad, que fue atacado.
Tailandia tiene aproximadamente 60 mil habitantes y desde su fundación en la década del 70 vive en función de la extracción de madera de la floresta amazónica, en gran parte realizada ilegalmente. Se estima que 70% de la economía del municipio dependa de la actividad, que emplea gran parte de la población, sea en la extracción, beneficiación en serrarías o hornos de carbón que abastecen los productores de hierro gusa en Pará y en Marañon.
Durante años las masas más empobrecidas, principalmente campesinos pobres fueron expulsos de sus hogares y tierras para las regiones más inhóspitas de la Amazonía, desbravando tierras para ser ocupadas por el latifundio enseguida. Hoy, poblaciones como la de Tailandia se ven encorraladas, obligadas a efectuar trabajo en pésimas condiciones, muchas veces en actividades ilegales.
Cuando la población de Tailandia se vio en la inminencia del desempleo y también de una nueva dislocación forzada, defendió la única cosa que tenían, el empleo. Sí, por que acabar con el desmate de la Amazonía para los gerentes semicoloniales significa hacer con que las poblaciones que allá habitan mueran de hambre, mientras que los dueños de las grandes madereras, muchas transnacionales, ya pueden “alquilar” un pedazo de floresta dentro de la ley.
Traducciones: [email protected]