En la segunda quincena de junio, jefes de Estado del mundo entero estarán en Río de Janeiro para una reunión que tiene todo para ser una nueva actividad despistadora para encubrir los reales y más candentes problemas que la humanidad enfrenta en los días actuales.
Hambre, peste y guerra
Las personas de las generaciones más antiguas se crearon oyendo las rezadoras concluir sus cantinelas con la súplica: líbranos del hambre, de la peste y de la guerra. Hoy, los pseudocientíficos, sacerdotes del ecoterrorismo, diseminan el pensamiento único enseñando a las masas una nueva cantinela: líbranos del agujero en la capa de ozono, del efecto estufa y del calentamiento global. Pero, el temor de las rezadoras continúa más que nunca en la orden del día.
Según las estadísticas de los organismos internacionales, cerca de ochocientos millones de personas sufren en el mundo de hambre crónico. Por hora, mueren mil niños todos los días por variadas molestias cuya base es la subnutrición.
Estas mismas poblaciones, principalmente por la condición de famélicas, están expuestas a un sin número de epidemias como AIDS, ébola, malaria, dengue, fiebre amarilla, cólera, además de las gripes de moda como la porcina, la aviaria y otras.
Tan letal cuanto el hambre y la peste, la guerra ha sido una constante en la vida de los pueblos, principalmente los de las naciones explotadas, víctimas de la ganancia de las naciones imperialistas. El capitalismo, al alcanzar su fase superior, el imperialismo, en el pasaje del siglo XIX para el siglo XX pasó a servirse de la guerra de rapiña para apoderarse de las fuentes de materia prima y dominar el mercado consumidor de los cuatro cantos del mundo. Durante todo el siglo XX e inicio del siglo XXI fueron decenas de guerras desencadenadas o incentivadas por las naciones explotadoras, teniendo al frente el imperialismo yanqui, para apoderarse del botín de cada una.
Descontando el juego de escena de los organismos internacionales o la demagogia de los políticos estas cuestiones continúan sin el debido enfrentamiento y siguen clamando por su superación. Claramente la vida ya demostró que no será en la vigencia del sistema capitalista que las mismas serán resueltas y no es casual que las mismas son la base de la situación revolucionaria que se desarrolla en el mundo entero. Resta, por lo tanto, a los pretensos dueños del planeta aterrar las masas con sus amenazas de calentamiento global y otras sandeces que, para ganar fórum de respetabilidad, son ensalzadas a partir de encuentros de cúpula como Eco-92, Kioto, Cancún, Copenhague, Río + 20, etc…
Lo que la ciencia nos dice
Nadando contra la corriente del pensamiento único impuesto por el centro del poder mundial, algunos científicos han luchado bravamente para desmitificar todas estas babosadas difundidas en el sentido de quitar la atención de los pueblos de los principales problemas que los afligen y, encima, mantener la explotación de las colonias e impedir su desarrollo.
En el Brasil podemos destacar, entre lo pocos científicos que se atreven a contestar la hipótesis del calentamiento global, el profesor e investigador de la Universidad Federal de Alagoas (Ufal), Luiz Carlos Molion, el cual concedió una esclarecedora entrevista al Programa Canal Libre, posteada en el Youtube juntamente con otras intervenciones suyas en otros eventos destruyendo todas las tesis, según las cuales el planeta marcha para el calentamiento global y llega a afirmar exactamente lo contrario.
Otro científico que ganó notoriedad en los últimos días por haber participado del Programa Jô Soares, en la Red Globo, fue el profesor e investigador de la Universidad de São Paulo (USP) Ricardo Augusto Felício. Tras su entrevista y hasta por la proximidad de la Cúpula Río + 20, Felício pasó a recibir una gran cantidad de convites para proferir palestras en escuelas y universidades, tal el espanto con que las personas fueron tomadas delante de alguien que osó desafiar el pensamiento único, afirmando que lo que los pseudocientíficos aseveran ser la Teoría del Calentamiento Global, en realidad ni teoría es, y sí, simplemente una hipótesis sin ninguna comprobación científica. Y corroborando las afirmaciones del profesor Luiz Carlos, afirmó categóricamente que lo que se avecina es un periodo de resfriamiento del planeta.
Ecoterrorismo y dominación
Roberto Felício denuncia, por ejemplo, la industria química detentora de patentes sobre gases refrigerantes como una de las fuentes generadoras de este terrorismo, todo por meros intereses comerciales. De la misma forma que los países ricos se utilizan de estas falsedades para mantener el dominio sobre las semicolonias, impidiéndolas de usar sus fuentes de energía fósiles como el petróleo, el carbón mineral y el gas natural. Los monopolios y los gobernantes de países ricos transformaron el ecoterrorismo en un inmenso negocio diseminado a través de financiaciones de proyectos en universidades y ONG generando empleo y renta para aquellos que se comprometen a abrazar esta ideología manipuladora. Parte de estos recursos es dirigido para los monopolios de comunicación responsables por la cadena mundial de la desinformación y, más que eso, de la intimidación de las masas por el terror ecológico.
Apariencia y esencia
Ricardo Felício llama la atención para el hecho de que las personas viven en microclimas. La experiencia de vida en el microclima, que puede ser alterado por la acción del hombre, puede llevarlas a imaginar su transposición para el clima global. Sin embargo, el clima global, por sus dimensiones, tiene en el sol, en los océanos y en los volcanes las principales fuentes de alteraciones. Explotando la ignorancia de las masas, los pseudocientíficos esconden la esencia de los fenómenos e inducen las personas a aceptar como cierto aquello que es sólo la apariencia.
Es claro que la urbanización, la industrialización y la civilización del automóvil modificaron y cada vez más tienen la capacidad de causar tremendos trastornos a la vida de las personas, así como la deforestación desreglamentada y la falta de protección de las nacientes pueden provocar incalculables perjuicios al medioambiente en una esfera microclimática, lejos, sin embargo, de interferir de forma global en el clima del planeta.
El desarrollo de la técnica al servicio del bien estar del pueblo y no del capital puede perfectamente apuntar soluciones para controlar los efectos negativos de la intervención humana en el microclima. Sin embargo, la fantástica energía emanada del sol, de los volcanes y de los océanos no puede ser controlada. El ser humano tiene que reconocer su insignificancia para intervenir en esta esfera de la organización de la materia.
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