Saluzinho: La saga de un ‘fuerte’ contra el latifundio

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Saluzinho: La saga de un ‘fuerte’ contra el latifundio

Heroísmo hay en el agreste, para todo siempre perdidas, tragedias asombrosas

Euclides da Cunha en ‘Os Sertões’.

Pocos días después las tropas del 10º Batallón de la PM de Montes Claros [MG], auxiliadas por pistoleros, bajo el comandado y a sueldo del mal afamado Coronel Georgino Jorge de Souza invadieron Cachoeirinha, en el año de 1967. En el mismo municipio de Varzelândia, en la localidad de Campo Redondo, un campesino de media edad, con el rostro marcado por los días de trabajo al sol y los cabellos ya canosos entraría para la historia del agreste del norte del Estado de Minas Gerais. Este campesino era Salustiano Gomes Ferreira, más conocido como Saluzinho. Atrincherado en una cueva con sólo un recipiente con agua (que inmediatamente se quebraría con el tiroteo), una pistola garrucha con alguna munición y un revólver 38 con sólo dos balas, Saluzinho resistió durante cinco largos días a una verdadera operación de guerra montada por tropas de la PM y agentes del DOPS, que utilizaban ametralladoras, bombas y todo tipo de armas hasta entonces desconocidas en aquellos rincones. No demoró para que los periódicos de Montes Claros y por todo el país comenzasen a crear las más estrambóticas explicaciones para aquel acto de indiscutible bravura. De la noche a la mañana, brotaban historias sobre la existencia de una ‘célula comunista’, la implantación de un ‘foco de guerrilla’ y la expansión de las ‘peligrosas’ Ligas Campesinas en la región.

Como todo comenzó…

Describimos el inicio de la saga de Saluzinho  contra los coroneles del “sertão norte minero” en las palabras del Dr. Luiz Antônio Chaves, que trabajó junto a la FETAEMG (Federación de los Trabajadores en la Agricultura del Estado de Minas Gerais) en el inicio de la década de 1980, suministrando importante apoyo a la lucha de los agricultores de Cachoeirinha por la reanudación de sus tierras1:

“[…] Saluzinho decidió salir en defensa del agricultor Manoel Teço, que reclamó del hacendero Oswaldo Antunes [propietario de ‘El Periódico de Montes Claros’] el hecho de que su pequeña posesión estaba siendo invadida por un empleado de él. Por ese motivo, Manoel Teço fue brutalmente zurrado por el matón de nombre Jerônimo, ‘vaquero’ del hacendero. Inclusive el hijo y la mujer de Manoel Teço, que salieron en su socorro, fueron pisoteados y chicoteados […]. Aquel día Jerônimo mandó un recado para Saluzinho. La próxima víctima sería él, que tenía fama de valiente y de defensor de comunistas. Varios agricultores ocupantes del área ya habían ‘perdido’ sus tierras […]”.

“En aquella madrugada de octubre de 1967 [en verdad, 17 de noviembre de 1967], con el día aún oscuro, cuando Saluzinho abrió la puerta de su rancho para atender a quien llamaba, fue recibido a bala por misteriosos visitantes. Instintivamente, él se protegió en el marco de la puerta del rancho, que quedó destruido por varios disparos seguidos. Al alcance de la mano del agricultor, atrás de la puerta, estaba su pistola garrucha de dos caños, cargada de plomo para cualquier emergencia de las actividades campesinas. No tuvo duda. Abrió fuego en la dirección de los agresores y, aún sin firmar puntería, acertó el brazo de quien estaba al frente del grupo. Con el segundo tiro, casi simultáneo acertó otro individuo que cayó del caballo […]”.

Fue este episodio que obligó Saluzinho a buscar refugio en la cueva a pocos metros de su casa a espera de la inevitable revancha. Hasta entonces, Saluzinho ni siquiera sabía quiénes eran, de hecho, aquellos que lo persiguieron en su propia casa y, tampoco, que había acertado además de un pistolero, un policía. No demoró para que los policías, con refuerzos y junto con pistoleros, retornasen, zurrando y torturando agricultores ocupantes vecinos, los hijos y la esposa de Saluzinho , hasta descubrir su paradero en la cueva.

Fruto de su época

Saluzinho nació el año de 1917, en Limoeiro, pequeña comunidad campesina del municipio de Varzelândia y falleció ya anciano y en el anonimato, trabajando en su plantación en el municipio de Itacarambi, Norte de Minas Gerais, en 13 de febrero de 1990. No llegó a tener una formación política revolucionaria. Desde el punto de vista ideológico, Saluzinho expresaba las posiciones de un campesino pobre, ocupante, que sentía en la piel la imperiosa necesidad de defender el sagrado derecho a la tierra para quién en ella trabaja. Fue el fruto genuino de una época en la cual los latifundistas, encorajados por el régimen militar fascista engendrado por los yanquis en el país, avanzaban sobre las tierras de ocupantes a  cuesta de la sangre de muchos héroes del pueblo aún hoy desconocidos. Al contrario de las mentiras difundidas por sus detractores en periódicos como O Jornal de Montes Claros, Saluzinho sólo tuvo algún contacto con el marxismo, aun así de forma bastante incipiente, entre los años de 1968 y 1969, cuando estuvo como preso político en el DOPS, en Belo Horizonte. Allá, Saluzinho conoció militantes políticos revolucionarios como el presidente del Centro Académico de Derecho de la UFMG, José Afonso Alencar, y José Carlos Novaes da Mata Machado, entonces dirigente de la Acción Popular Marxista-Leninista (APML), con los cuales estableció una profunda relación de compañerismo, respeto y admiración mutua.

Auténtico liderazgo campesino

Saluzinho fue forjado en la práctica concreta de la lucha de clases. El ejemplo de la heroica resistencia de los ocupantes de Cachoeirinha y la propia violencia del latifundio le impuso la necesidad de resistir, con armas en las manos, a las embestidas de pistoleros y policías a servicio de los latifundistas. Saluzinho fue – a pesar de nunca haberse dado cuenta de eso –, además de un héroe de nuestro pueblo, un importante liderazgo político, que presentó a los campesinos pobres, en la práctica, la única vía posible de hacer valer los derechos e intereses de su clase. Aunque sin mucha claridad de la importancia de lo que estaba haciendo, su ejemplo ejerce aún hoy una fuerte influencia en la elevación moral de los que siguen combatiendo por la destrucción del latifundio. Para los reaccionarios de ese agreste Saluzinho es un fantasma, para las masas campesinas es como una especie de leyenda, para los revolucionarios su nombre es una bandera roja! Viva Saluzinho! Viva la Revolución Agraria!


Nota:

1- CHAVES, Luiz Antônio. Saluzinho y la Lucha por la tierra en el Norte de Minas. Revista Verde Grande. Montes Claros, MG, Ed. Unimontes, v. 1, n. 3, dic.-feb. 2005.

Referencia:

CAMPOS, Leonardo Alves da Silva. Saluzinho, lucha y martirio de un bravo – La sociología de los conflictos agrarios en Brasil – Belo Horizonte: Editora D`Plácido, 2014.

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