Es una vieja ley del viejo Estado semifeudal y semicolonial: incrementar la violencia contra las clases populares para complementar, con derramamiento de sangre, el agravamiento de las políticas anti-pueblo en la esfera económica. Agravamiento este promovido sin la necesidad de mayor concertación o conspiración, pero invariablemente observado en momentos de agudización de la ya larga crisis estructural del modo de producción capitalista, porque golpear y matar es la única respuesta, o el único complemento, que el podrido Estado y sus gerentes de turno saben dar a la precarización de las condiciones de vida del pueblo generadas por sus propias políticas de miseria.
Ejemplo de eso es el aumento infame de los casos de asesinatos cometidos por la policía militar del estado de São Paulo en los primeros meses de este año, en comparación con el mismo periodo del año pasado. Entre enero, febrero y marzo de 2010, el número oficial es de 146 personas muertas por policías a tiros o por zurras, 40% más de que los ya inaceptables 109 muertos del primer trimestre de 2009. Queriendo empujar la culpa por las muertes para los propios muertos, los gerentes de turno, comandantes de batallones y los mentirosos contumaces del monopolio de la prensa repiten, delante de los números, que hubo aumento en el número de óbitos de gente que entró "en enfrentamientos con la policía".
Estos "enfrentamientos" alegados por la tropa de choque anti-pueblo acostumbran darse cómo aquel que terminó con la muerte del motomensajero Alexandre Menezes dos Santos, ocurrido en la madrugada del día 8 de mayo, un sábado. Alexandre, que tenía 25 años de edad, fue abordado por policías porque su nueva moto aún estaba sin placa. Los uniformizados estaban en un patrullero, y mandaron el muchacho parar. Desconfiado por la justa fama de la PM, la de asesina, Alexandre recorrió 50 metros más en baja velocidad hasta la puerta de su casa, y entonces descendió, juzgando estar en seguridad. Fue cuando cuatro policías salieron del coche y lo golpearon hasta la muerte, frente a su madre, que intentó socorrerlo, pero que uno de los facinorosos le apuntó un arma y mandó que saliera.
La mentira de los ‘enfrentamientos con la policía’
La compañera de Alexandre contó que él iría a regularizar la placa de la moto tres días después de cuando fue muerto. Fue el tercer caso de mayor repercusión de un motomensajero atacado sin cualquier motivo por policías en São Paulo en el intervalo de menos de un mes (no entran en la cuenta los que son extorsionados y humillados rutinariamente, y que no llegan a los titulares). En abril, un motomensajero fue torturado y asesinado dentro de un cuartel de la PM, el mismo cuartel donde nueve días después un otro motomensajero fue golpeado por policías porque se había envuelto en un accidente de tráfico.
En un esfuerzo para justificar los crímenes cometidos bajo su comando, el comandante general de la PM paulista, coronel Álvaro Camilo, dijo que "los enfrentamientos están aconteciendo con infractores de la ley. Ellos están enfrentando un poco más la policía, pero nada justifica las muertes". Como la máquina asesina de la represión funciona casi automáticamente, acoplada a los engranajes reproductores de la pobreza y de la explotación, los mandatarios de turno de la truculencia del viejo Estado saben que no es preciso dar la orden directa para que el trabajo sucio que les cabe sea hecho – basta sólo la complacencia para aceitar los engranajes sanguinarios bajo su responsabilidad. Siendo así, repiten impunemente la demagogia prevista en el guión.
De la misma forma, la hipocresía también es la regla de la cual se valen los gerentes de turno cuando interpelados por las muertes. Es así que el gobernador de São Paulo, Alberto Goldman, intenta lavar las manos, diciendo que pidió rigor en las investigaciones sobre los asesinatos de motomensajeros, y cacareando que no ve conexión entre los crímenes. La conexión es obvia: el exterminio de hecho de trabajadores es el complemento previsible para la eliminación gradual de sus derechos y garantías mínimas para vivir con dignidad, lo que es una requisición del capital en crisis. Son dos matices de la misma escalada fascista actualmente en curso.
Protestas contra los ‘excesos’
Igualmente, el monopolio de los medios de comunicación, que se muestra ahora escandalizado con la sucesión de casos notorios de violencia gratuita contra el pueblo, también tiene que responder por los trabajadores asesinados. Porque, sus integrantes no se cansan de promover campañas de difamación contra las clases populares, algunas de las cuales precisamente contra las "amenazas" representadas por los motociclistas en general, comúnmente presentados como virtuales asesinos y asaltantes. ¿Cómo es que ahora demagógicamente exigen explicaciones sobre los "excesos de la policía", si su papel es exactamente el de crear el clima, clamando por más represión y acciones "enérgicas", para que el Estado institucionalice sus políticas de derramamiento de sangre?
¿Cómo pueden los portavoces de la reacción demostrar indignación, por ejemplo, contra la matanza de seis habitantes callejeros que aconteció el día 11 de mayo, un martes (el mismo día en que la moto de Alexandre Menezes dos Santos sería emplacada), en la Zona Norte de São Paulo, cuando sus emisoras de televisión y periódicos viven esmerándose en la contrapropaganda del higienismo social, exigiendo que las "autoridades" tomen medidas para barrer los "mendigos" de las calles de las grandes ciudades?
Apenas las masas perseguidas y precarizadas tienen autoridad para exigir y hacer justicia – no la justicia del "Estado de Derecho" burgués, pero la justicia revolucionaria – contra los enemigos del pueblo. Y de sus enemigos el pueblo no se irá a olvidar cuando llegar la hora.
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