Manifestante conclama uniao internacional em protesto no Rio de Janeiro
Pronunciamiento de Dilma Roussef y reunión con todos los gobernadores y alcaldes de las mayores ciudades del Brasil. La gerente del viejo Estado dice ser inequívoco el progreso del país en los últimos años. El pueblo, en protesta, desmiente mil veces esta mentira. La propuesta del gobierno: reforma política, creación de nuevos impuestos y bla-bla-bla. Palabras, palabras, palabras, nada más que palabras…
Lo que nosotros queremos vosotros no pueden darnos. Las leyes no bastan. Los lirios no nacen de la ley.
En su discurso, Dilma Roussef, que en el régimen militar entregó sus propios compañeros y ayudó la policía en la prisión de otros, una vez más apunta su dedo alcahuete contra lo que llamó de “minorías violentas y autoritarias”. Habito de delatora en consonancia con el monopolio de la comunicación que maniobra para dividir y enflaquecer las manifestaciones.
¿Quién es esta “minoría” de centenares de miles de personas que se revuelta contra todos los gobernantes, de “izquierda” o derechista, y reaccionan a la violencia de la policía fascista?
Somos nosotros, mi señor, pero no tiembles,
nosotros quebramos nuestras esposas
para pedirte las esposas y madres.
Este es el hijo del anciano que mataste.
Este – hermano de la mujer que manchaste…
Oh! No tiembles, señor, son tus perros.
La rebelión está en la calle. Nosotros haremos que usted nunca lo olvide. Y siempre recordarte de la guerra que está por venir.
Faixa da Frente Revolucionaria de Defesa dos Direitos do Povo na manifestação do dia 30 de junho, no Rio de Janeiro
Sectores oportunistas del movimiento popular, que hace diez años lucran con la gerencia petista, están temerosos de perder sus asientos confortables y rentosos. Se apresuran en canalizar la rebeldía en “reivindicaciones concretas”, “posibles de ser alcanzadas”. Pero son rechazados en las manifestaciones. El principal resultado de este levante es el avance para la destrucción de esta “abstracción” que es el viejo Estado fascista.
Estos mismos gobiernistas, irritados con el rechazo popular, afirman que la mayor parte de los manifestantes es de “clase media”, que el movimiento estaría tomando un rumbo “conservador, derechista y fascista”.
¿Clase media? Lo que vemos son jóvenes enfrentando con piedras el caveirão del Bope(vehículo policial blindado), en Río de Janeiro, y espantando la caballería, en Belo Horizonte. Escenas que recuerdan la Intifada Palestina. Son flores en el asfalto.
¿Conservador? Mientras las banderas del PT fueron retiradas a fuerza, el arco-iris de la diversidad sexual fue hastiado sin ninguna retaliación. Uno de los carteles más visto en las manifestaciones fue el contrario a la llamada “cura gay”, Proyecto de Ley defendido en el Congreso Nacional por el diputado y pastor fundamentalista Marco Feliciano, parlamentario que integra la base aliada del gobierno Dilma.
¿Derechista? Esta onda de manifestaciones se irradió a partir São Paulo, donde el gobierno del estado es del PSDB (abiertamente derechista) y el ayuntamiento municipal del PT (falsamente de izquierda). Unidos, PT y PSDB aumentaron los pasajes, reprimieron las manifestaciones y redujeron las tarifas cuando ya era imposible mantenerlas. Derechista es el gobierno Dilma, que tiene como antiguos aliados viejos zorros de la oligarquía política del Brasil.
¿Fascista? Fascista es la Fifa que prohíbe hinchas de entrar con camisetas en apoyo a las manifestaciones, que retira de las tribunas personas que pintan en el propio cuerpo consignas de las calles y amenaza cancelar las credencias de periodistas que registran esta represión. Fascista es Dilma que en su pronunciamiento a la nación dijo: “Aseguro a vosotros: vamos a mantener la orden.” Dijo esto para la Fifa, que inmediatamente agradeció. Y entonces el gobierno movilizó el Ejército y Fuerza Nacional para reprimir las próximas manifestaciones en Belo Horizonte y en Río de Janeiro.
Oportunistas son estas organizaciones de gobiernistas que lloran cuando sus banderas son arrancadas, pero no denuncian ni la prisión, ni la muerte de manifestantes. En 1968, cuando el estudiante Edson Luiz fue asesinado en Río de Janeiro, la consigna que movilizó centenares de miles de brasileños fue: Mataron un estudiante, podría ser su hijo. Hoy, cuando un joven de 18 años muere atropellado en una protesta en Ribeirão Preto, asistimos al silencio de esta falsa izquierda, tal vez en sus reuniones en los gabinetes gubernamentales digan: “mataron un estudiante, podría ser derechista”. ¿O sería un “vándalo” el joven de 21 años que murió en Belo Horizonte después de caer de la autopista?
Nacionalismo no quiere decir fascismo. Las personas están en las calles con las banderas verde-amarillas en un sentimiento justo de defensa del país. Utilizan los símbolos que están al alcance de las manos.
Pacifismo no quiere decir necesariamente derechismo. Las masas en lucha prefieren siempre una solución pacífica a la violenta. Pero la lucha es una escuela y en ella aprendemos que existen dos poderes sobre la tierra: el poder organizado de la reacción y el poder desorganizado de las masas. Sólo en la lucha se eleva la organización popular.
En 1905, en la Rusia, una marcha pacífica, liderada por un religioso vinculado a la policía, se dirigió al palacio del zar. Miles de personas cantando himnos y cargando pancartas pretendían entregar una petición a Nicolau II. Fueron recibidos a plomo, centenares de manifestantes pacíficos fueron asesinados. Este episodio que quedó conocido como Domingo Sangriento, fue una carísima lección, cuyo aprendizaje resultó en la insurrección obrera armada el mismo año y en la revolución socialista triunfante en 1917.
La lucha está sólo en su comienzo y en varias ciudades el pueblo está percibiendo que violento es el Estado.
El proceso es confuso, aún sin rumbo definido. Así es la historia. No existen recetas para revoluciones. La teoría es gris, verde es el árbol de la vida.
El camino es zigzagueante, lleno de vueltas y reviravueltas, sin embargo las perspectivas son brillantes.
Que tiemblen los reaccionarios y los oportunistas. El pueblo no tiene nada a perder a no ser sus esposas, tiene un mundo a ganar.
De mi parte, acepto la revolución con todos sus horrores, sin cualquier reserva cobarde.
Muchas indefiniciones, una única certeza: Nada será como antes.
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En itálico citaciones de Shakespeare, Carlos Drummond, Castro Alves, Banda Devotos, Engels, Goethe, Mao Tsetung, Manifiesto del Partido Comunista y José Carlos Mariátegui.
Traducciones: [email protected]