Traducción Enrique Chiappa
Supervivencia de relaciones feudales, semifeudales y otras pre-capitalistas, sobre todo en el campo, a través de la evolución de sus formas, siendo la base fundamental para el capitalismo burocrático. La fundamentación de la semifeudalidad en los países atrasados tiene origen y desarrollo en el pensamiento de V.I. Lenin, Presidente Mao y del Presidente Gonzalo.
Lenin, analizando el surgimiento del capitalismo en Rusia (independiente), afirmó que el desarrollo del capitalismo (y de la revolución democrático-burguesa) tiene dos formas de desarrollo: la vía norteamericana y la vía prusiana. La vía norteamericana se realiza a través de la destrucción violenta del latifundio por los campesinos – dirigidos por la burguesía –, que reparten las tierras y desarrollan una República democrática. Ya la prusiana se realiza mediante la “evolución lenta” del feudalismo al capitalismo, en la cual los latifundistas – que permanecen con el control económico, político, ideológico y militar sobre el campesinado – introducen paulatinamente formas capitalistas de explotación hasta suplantar completamente las formas feudales de explotación. Lenin sostiene que la primera vía es más benéfica para el pueblo, pues por medio de ella el capitalismo se desarrolla de modo mucho más rápido, mientras la segunda es más dolorosa, lenta, atrabancada y, en ella, el pueblo – especialmente los campesinos – sufre copiosamente por largos decenios.
El Presidente Mao Tsetung profundiza y comprende que el desarrollo capitalista en los países coloniales y semicoloniales no suplanta completamente el feudalismo hasta entonces dominante, pero se apoya en él como base de desarrollo y soporte para el imperialismo. Así, la gran burguesía nace como intermediaria de la espoliación imperialista y umbilicalmente conectada al latifundio, por eso es incapaz de llevar adelante la revolución democrática contra el feudalismo y la dominación extranjera. El latifundio es sostenido por el imperialismo, siendo uno de los cimientos para la superexplotación de las masas y retraso de la nación.
El Presidente Gonzalo, por su parte, observa que esa vía prusiana se desarrolla en los países dominados por el imperialismo, a través de la evolución lenta del feudalismo al capitalismo (burocrático). Por eso, en los latifundios se desarrollan, de modo lento, formas capitalistas (“agro negocio”). Sin embargo, no eliminan la feudalidad, la semifeudalidad u otras formas pre-capitalistas, y sí, las mantienen por medio de la evolución de sus formas.
Una de las manifestaciones de la semifeudalidad, además de la existencia del latifundio improductivo como reserva de valor (y especulación inmobiliaria) o de producción de monoculturas para exportación, es la pequeña producción campesina en los países atrasados, que es sometida a los monopolios del latifundio, de la gran burguesía e imperialismo y, por eso aún, permanece enfeudada y no se desarrolla de modo capitalista. El campesino es obligado, por los monopolios, a vender la producción a un precio inferior al valor y, para tanto, es obligado a explotar toda su familia en las relaciones de producción sin ni siquiera llegando a establecer un salario. El trabajo se da en pago de algunos productos, animales, otros objetos o del derecho de producir una pequeña plantación en la propiedad. Quién se apropia de ese trabajo gratuito, sin embargo, son los monopolios económicos (en los cuales están fundidos los capitales feudal, comprador e imperialista). O sea, el pequeño campesino o la capa inferior de los medios no usufructúan de la renta de la tierra que es transferida a los monopolios y al Estado (en última instancia, al capital financiero).
Tales relaciones feudales se mantienen, cambiando sólo su embalaje o forma de existencia, reproduciéndose. Ellas son, por su parte, base fundamental que permite a las clases dominantes alcanzar el logro máximo (ley del desarrollo del capital en su fase monopolista). La producción de la canasta básica por la pequeña economía campesina, en tales relaciones, permite a los monopolios, por ejemplo, pagar salarios bastante bajos al proletariado en la ciudad. El capitalismo burocrático, al profundizarse aún en el campo, no hace desaparecer la semifeudalidad, al contrario, en ella se apoya. Ella se manifiesta también en las ciudades, en las relaciones sociales y en la superestructura de la sociedad (ideas e instituciones políticas, jurídicas, de educación y cultura).