Siglo XXI y medioevo: La falencia histórica y política del sistema imperialista

Siglo XXI y medioevo: La falencia histórica y política del sistema imperialista

Traducción Enrique Chiappa

 

La actual pandemia mundial reveló en pocos días toda la falencia histórica y la abominable existencia política del capitalismo en su fase monopolista, parasitaria, en descomposición y agónica. Dejó patente cuánto los gobiernos imperialistas y sus lacayos por todo el mundo desprecian la Humanidad y con cuanta crueldad tratan las masas populares. Como países desarrollados dejaron caer, como nunca en su historia y de forma patética, la máscara notoriamente exhibida con jactancia de mejor de los mundos, pero que nunca se prepararon para enfrentar calamidades de grandes magnitudes y totalmente probables, porque no es lo que les interesa y conviene. De lo que se ocupan es, sí, de la extracción del logro máximo, en todas las situaciones y por todos los medios, principalmente de chupar de los trabajadores hasta la última gota de sangre y lanzar guerras de rapiña sobre las naciones oprimidas, promoviendo el exterminio de centenares de miles a millones de vidas, bajo el descarado pretexto de defensa de su vieja y corrupta democracia.

Es un siniestro revivir de épocas casi remotas de la historia de la Humanidad, como mediados del siglo XIV, cuando ocurrió la “peste negra” (peste bubónica) que barrió a Europa y Asia, matando 200 millones de personas; o aún el revivir de 102 años atrás, cuando de la “gripe española”, con muerte de decenas de millones. Sin embargo es indignante que, en pleno siglo XXI, con las conquistas de la ciencia y tecnología, haber tantas vidas humanas perdidas impiedosamente por la incapacidad de ese sistema de explotación caduco en socorrerlas. Incapacidad cabal por naturaleza de la clase explotadora que se choca en todo con los intereses de la Humanidad y aún la vida. Fue una desgracia terrible la “peste negra” y sus consecuencias, sin embargo es comprensible dado el grado de retraso histórico de la época. ¡Pero el medievo en pleno siglo XXI es un crimen de lesa-humanidad inaceptable!

En todo el mundo el avance del coronavirus, avasallador, demuestra toda la decadencia de las sociedades imperialistas y la de los países oprimidos, así como la putrefacción de sus Estados y regímenes políticos. Se trata de un imperio colosal de riqueza en las manos de un puñado de parásitos, conquistado con esclavitud y muerte de las masas populares de todo el mundo, especialmente de los países oprimidos. Según la insospechada Oxfam, la cuota del 1% más rico del mundo detiene más del doble de la riqueza poseída por 6,9 mil millones de personas; y los billonarios del mundo, que suman sólo 2.153 individuos, el año de 2019, detenían más riqueza de que 4,6 mil millones de personas. Y nada de eso importa para combatir una pandemia relativamente simple, al contrario, se explica. Los gobiernos dejan morir a miles de personas por día, que inmediatamente sumarán millones en todo el mundo, todo para no tocar en los grandes magnates del capital financiero et caterva.

La situación, por lo tanto, en todo el mundo es de creciente situación revolucionaria desigual en su desarrollo, y que converge con la crisis general de descomposición del imperialismo que no da señales sólidas de recuperación con las políticas más amargas aplicadas, al contrario, ha agravado su crisis de superproducción. Las explosiones de revueltas de las masas por todo el mundo en reacción a estas políticas de cortes de derechos y restricciones de las libertades democráticas anunciaron el desarrollo, aunque desigual, de la situación revolucionaria en escala mundial. Coincidentemente en este contexto surge el coronavirus como pandemia.

Siendo resultado de una evolución biológica natural o una maquinación del imperialismo yanqui (hipótesis que no se puede descartar del todo, pues coincide con los criminales “juegos de guerra” del Pentágono, creyente fervoroso del malthusianismo*), el coronavirus actúa como pequeñas bombas atómicas invisibles, aparentando otra forma de guerra mundial. No se debe olvidar de los artefactos atómicos que los Estados imperialistas y algunos de sus lacayos detienen, de gran porte y en grandes cantidades en sus arsenales, para permanentemente intimidar los pueblos. La cuestión es que con la pandemia la negligencia de los gobiernos eliminará poblaciones por ellos consideradas excedentes, especialmente envejecida y enferma. De modo general significa destruir fuerzas productivas, para inmediatamente justificar nuevos y milagrosos “planos Marshall” con el objetivo de recuperar la economía para una nueva expansión. La negligencia es deliberada, derivada de la naturaleza del imperialismo, sin embargo tergiversada con dosis reguladas de dramatización por los monopolios de prensa – Red Globo a la cabeza en Brasil – para mitigar la revuelta de las masas. Es la ley del imperialismo: las crisis en ese sistema sólo son parcialmente debeladas con la destrucción de fuerzas productivas, matanza de trabajadores y poblaciones “excedentes”, concentración/centralización de capital y conquista de nuevos mercados (guerra con arsenales bélicos).

Se agudizan las contradicciones fundamentales, entre naciones y pueblos oprimidos, como principal, entre superpotencias y potencias en la disputa interimperialista y entre burguesía y proletariado en los países imperialistas. Las masas serán, en lo que depender de los imperialistas, en sus propios países y en todo el mundo, víctimas indefensas del virus y, después, de la explotación despiadada con despidos, reducción de salarios y corte de derechos, mientras las corporaciones monopolistas tendrán sus perjuicios resarcidos, como ya ocurre en varios países, inclusive en Brasil. En todo el mundo la reacción levanta la cabeza imponiendo “toque de queda” y Estado de sitio para mantener su orden reaccionaria de hambre y de muerte. Ciertamente, el plan imperialista de lanzar todo en la espalda de los pueblos oprimidos y de los trabajadores del primer mundo se chocará con la intrépida decisión de las masas de combatir por sus derechos y por el fin de esa vieja orden. No hay solución posible que no sea la de avanzar la Revolución Proletaria Mundial, en cada país.

II

La situación política nacional, por su parte, es bastante grave, con el aislamiento político del fascista Bolsonaro y conspiraciones abiertas de los generales golpistas, como posibilidad concebida y tornada pública por los generales de sustituir Bolsonaro por Mourão, como chantaje para hacer el “presidente”, aunque indignado, mantenerlo bajo control.

El hecho es que Bolsonaro acumula fracasos, uno después de otro, en su intento de asumir la dirección del golpe militar. Está aislado en el propio Planalto por imposición del gobierno militar de hecho, de los generales representantes del Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA) reaccionarias. Pero, valiéndose del poder legal de mandatario de la nación, Bolsonaro viene intentando ganar apoyo de la opinión pública, apelando, como “el salvador” de las decenas de millones de pobres que viven a las márgenes de la economía, a los millones de pequeños y medios comerciantes desesperados, a juntarse a sus hordas de seguidores en la violación del “aislamiento impositivo”. Se aísla casi que por completo y pierde cada vez más el apoyo en el seno de las propias clases dominantes y sus grupos de poder, en el parlamento y en la judicatura. Basta ver el alejamiento de Ronaldo Caiado, el distanciamiento de la bancada de los latifundistas en el Congreso y hasta las afirmaciones de Paulo Guedes corroborando con la política de los generales.

El aislamiento político es tal que Bolsonaro se vio obligado a disminuir el tono de su agitación de difundir que el aislamiento social no pasa de una conspiración para paralizar la economía y derrumbarlo a coste de la miseria de la población. Discurso este que objetiva acumular fuerzas y capital político, como el “perseguido” y “agraviado”, y conseguir mayor poder de presión sobre los generales, cuando la situación de la nación desembocar en el desorden inevitable. Su plan naufraga, y la dirección de los generales en el golpe contrarrevolucionario toma impulso. El puesto de “presidente operacional” dada al general Braga Netto es un nuevo paso para hacer del gobierno militar de hecho un gobierno militar de derecho.

La crisis del capitalismo burocrático, agravada más aún, lanzará en un corto periodo, nuevos millones a la situación de miseria. El viejo Estado que suministra generosos “paquetes de incentivo” de miles de millones a algunas decenas de monopolios financieros, sin embargo oferta una migaja a las decenas de millones de masas. Y no sabemos por cuánto tiempo, apenas para intentar apagar la mecha de la explosión de revueltas populares que ya fue encendida.

¿Por qué ese bando de reaccionarios no dedica sus esfuerzos para entregar a todas las masas del país los materiales de protección contra el contagio (alcohol en gel, máscaras y otros) y las pruebas? ¿Por qué no obliga esas redes monopolistas de salud a abrir sus estructuras para atender toda la población en auxilio al limitado y maltratado sistema público? ¿La vida de los ricos vale más que la de los pobres, no es señores? ¿Por qué, en vez de amenazar prender y reprimir las masas, los canallas que gobiernan el país no ponen todos los médicos de las Fuerzas Armadas y sus lechos a servicio de los miserables condenados a la muerte, sin acceso a nada y que ni siquiera tienen condiciones de aislarse en sus viviendas humildes abarrotados y apretados? Son esos explotadores criminales, culpables directos y los negligentes que están por detrás de un nuevo genocidio de las clases populares.

Todos los hechos apuntan para tal situación en la cual las masas están desalentadas y entrando en desesperación. Exigen una solución a sus problemas, y el deber llama, a plenos pulmones, los verdaderos demócratas y revolucionarios a actuar. Por pequeños grupos,  movilizarlos por calle, edificios, barrios, villas y favelas, como en el campo, en comités sanitarios de defensa popular. Exigir de los gobiernos los equipamientos de emergencia de prevención, tratamiento, abastecimiento de alimentos y utensilios de primera necesidad. Sin embargo, luchar por establecer redes objetivando asentar las bases para un futuro sistema sanitario popular, sobre control, gestión y dirección de las organizaciones clasistas populares.

 

Nota:
* Teoría reaccionaria burguesa que, en lo esencial, coloca el crecimiento de la población mundial como responsable por los problemas del mundo, y no el sistema capitalista de explotación y opresión. Advoca que es imposible la sociedad humana proveer a todos y harmónicamente, teoría desmentida con la crítica científica marxista al capitalismo y con la construcción socialista el siglo pasado.

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