A la memoria de Sesnando Alves de Brito, incansable combatiente de la clase y gran compañero de luchas, fallecido en abril de este año.
Cartaz histórico da greve dos metalúrgicos da Mannesman em 1979
arquivo Liga Operária
1979 se quedó marcado como el año de las huelgas en Brasil. Hecho desconocido de muchos es que este año también fue un marco en la lucha entre dos caminos en el movimiento sindical brasileño, marcado por zigzagues en la línea de las diferentes corrientes de la izquierda brasileña. Recientemente el éxito electoral del oportunismo hizo caerse por completo todo el velo de combatividad y del nuevo sindicalismo surgido con la CUT, durante años divulgado por sus defensores, hoy encastillados en el viejo Estado reaccionario.
Los reflectores del monopolio de la prensa desde el ABC paulista, proyectaron nadie más nadie menos que Luiz Inácio da Silva, sindicalista salido directamente de los centros de formación yanquis de la Ciols para la dirección del Sindicato de los Metalúrgicos de São Bernardo. En el mismo periodo, en Minas Gerais, más de 400 mil trabajadores, entre obreros, profesionales liberales, profesores y trabajadores de diversos otros sectores, se erguían en un torbellino de huelgas combativas, enfrentamientos con la gendarmería militar, exigiendo salario, mejores condiciones de trabajo, libertad para los presos políticos y contra el régimen militar fascista.
Dos caminos opuestos, que a lo largo de un complicado y tormentoso proceso fueron deslindando campos. Aunque ya en la retomada del movimiento sindical a nivel nacional (CONCLAT) se conformaron dos grandes grupos (CGT y CUT) y la lucha entre los dos caminos en el movimiento sindical se trabó por largos años en el interior de estas centrales, con nuevas divisiones y reaproximaciones. La CUT, impulsada por la ideología ecléctica del liberalismo radical pequeño burgués del Partido de los Trabajadores — PT, llegó a su completo pudrimiento como parte de la gerencia de turno del viejo Estado. De ella aún se desprendió la actual central Conlutas (PSTU/PSOL) y más recientemente la oficialista CTB (PCdoB). La CGT, como un aglomerado de corrientes, principalmente reformistas, se fragmentó originando la Fuerza Sindical — FS, la SDS, la UGT y la CGTB, que al final se adhirieron al oficialismo del PT siendo premiadas con su legalización y harto presupuesto del famoso impuesto sindical. Este es el campo en que hoy marcha unido como fuerza auxiliar y legitimadora de la política de corte de derechos practicada por la gerencia del PT. Con excepción de la Conlutas que, como fuerza centrista, en la disputa por juntar fuerzas, concilia con el oficialismo. Ahora mismo, el día 14 de agosto, a propósito de un día nacional de protestas, todo este campo marchó unido para llevar a escena la defensa de los derechos de los trabajadores mientras los apuñalan por la espalda colaborando y apoyando el gobierno.
El otro camino, lleno de percances, ha sido recorrido por pequeños grupos aún atomizados que solamente un auge futuro de masivas luchas operarias los reunirá en una sola organización sindical. De estos, un más unido grupo de trabajadores originados en las huelgas de Minas Gerais, hace más de 15 años, condujo a la reanudación del movimiento sindical clasista y combativo con la conformación de la Liga Operária.
Cofres capitalistas llenos, bolsillos operarios vacíos
Minas Gerais se desarrolló industrialmente gracias a la política vendepatria de la gerencia militar. Siguiendo la misma ley de la sangría con que las reservas auríferas y del mineral de hierro de las tierras de Minas fueron y continúan siendo agotados para el enriquecimiento de las potencias, partiendo de la base existente de grandes siderúrgicas/metalúrgicas transnacionales como Mannesman y Belgo Mineira, y la estatal Usiminas, la implantación de las fábricas de electro electrónica, de la montadora italiana FIAT y la siderúrgica estatal Açominas, a partir de mediados de los años de 1970 se dieron de igual manera, con la completa subordinación de los intereses nacionales al capital extranjero imperialista.
Orocílio,tratorista assassinado
La FIAT fue instalada en el municipio de Betim, región metropolitana de Belo Horizonte, durante la gerencia del gobernador Rondon Pacheco. Ya antes de asumir el gobierno, él fue hasta Italia conferenciar con Giovanni Agnelli, presidente de la FIAT, en Turín. Las negociaciones culminaron con la firma, en 14 de marzo de 1973, del "Acuerdo de Comunión de Intereses para la implantación de una industria automovilística en Betim, Minas Gerais".
Pero la "comunión de intereses" significaba, en la práctica, la subordinación a los intereses de la montadora, que vinieron bajo la forma de exención fiscal, explotación de la fuerza de trabajo con el pago de salarios miserables, la donación del terreno para la construcción de las instalaciones, entre otros favores.
También en los años de 1970 las mayores industrias de la región como la siderúrgica /metalúrgica Mannesman y la Belgo Mineira, en el municipio industrial de Contagem, inician la modernización de las antiguas instalaciones de la maquinaria, ampliando exponencialmente el ritmo de la producción y el nivel de explotación de los obreros.
Irrumpen las huelgas
Las huelgas en Minas Gerais tienen inicio ya en 1978 con las paralizaciones de los metalúrgicos de João Monlevade en el Vale do Aço y de la FIAT en Betim. Esas dos huelgas operarias tuvieron carácter de masas y organización espontánea de los trabajadores, expresando el nivel exacerbado de descontento en los medios obreros.
Nuevas explosiones de masas surgieron en todo el estado, contando con la decisiva actuación de organizaciones revolucionarias empeñadas en la construcción de núcleos y comisiones clandestinas que desarrollaban un febril trabajo de formación, organización y movilización de la clase.
La gerencia militar ya presentaba claras demostraciones de las dificultades en seguir oprimiendo las masas a través del fascismo abierto y ensayaba los primeros pasos de la llamada ‘distensión’. Pero eso no significaba una persecución menor de los liderazgos combativos de las masas y de los partidos y organizaciones revolucionarias que, en la clandestinidad, luchaban por la derrumbada del régimen.
De ahí la gran importancia de las huelgas de 1979 que, en plena gerencia militar, movilizaron centenas de miles de trabajadores. Noticias vehiculadas en los periódicos de la época — y no fueron pocas las veces que las huelgas y protestas ocuparon los titulares de los principales periódicos y revistas — contabilizaban que aproximadamente 400 mil trabajadores adhirieron a las huelgas en Minas Gerais. Metalúrgicos, obreros de la construcción civil y construcción pesada, choferes y cobradores de autobuses, empleados del comercio, funcionarios de hospitales, bancarios, profesores públicos y privados. El ambiente de estas huelgas se mesclaba con las irrupciones de huelgas y manifestaciones de estudiantes universitarios.
Entre las principales huelgas del histórico año de 1979, en Minas, se destacan la huelga de la Mannesman, de los obreros de la construcción civil y de la FIAT.
Operários da construção civil marcham pelas ruas de Belo Horizonte em 1979
En la noche del 22 de mayo, en la ciudad industrial de Contagem-MG, una asamblea de miles de obreros de la Mannesman había tomado el sindicato de asalto deflagrando la huelga y controlando completamente la fábrica por 8 días. Los obreros, organizados en comisiones, no permitieron la entrada en sus instalaciones de ningún director, gerente o jefe. Solamente ingresaron en el interior de la fábrica los grupos de obreros organizados para controlar los altos hornos y áreas estratégicas como el gasómetro de la fábrica, para prevenirse de provocaciones y sabotajes destinados a inculpar los huelguistas. La huelga de la Mannesman, según sus dirigentes, había sido preparada a lo largo de meses y tanto por su nivel de organización y combatividad, cuanto por su contenido político explícito en la posición de sus liderazgos, significó un salto de calidad en el movimiento obrero.
La organización y disciplina de las masas paralizaron por completo la acción de la represión que tuvo que mantenerse a distancia. Fueron 8 días en que los obreros se quedaron concentrados en los seis portones día y noche, recibiendo apoyo de las comisiones de trabajo externo, de sus familias y de la población de los alrededores que traían agua, comida, mantas y otros utensilios. Además de las reivindicaciones económicas del 20% de aumento salarial y fin del régimen de relevamiento conocido por ‘7 letras’, fueron levantadas banderas políticas, en que, en las asambleas diarias y en la masiva marcha al fin de la huelga triunfante en sus reivindicaciones económicas, los obreros hicieron coro a las consignas de libertad para los presos políticos y por la derrumbada del régimen militar.
En junio, estalla la huelga de los choferes y cobradores del transporte colectivo en la región metropolitana de BH. Y ya el día 30 de julio, con la deflagración de la huelga de los obreros de la construcción civil de la región metropolitana que quedó conocida como "Rebelión de los Pedreiros (Albañiles)", la combativa huelga contó con la adhesión de más de 30 mil trabajadores. En el primer día de protestas el obrero Orocílio Martins Gonçalves, tractorista de una contratista de la Mannesman, fue asesinado con varios tiros en el pecho por la tropa de choque de la Policía Militar. El cobarde asesinato sólo hizo aumentar la furia de la masa operaria que, con su masividad y combatividad, barrió la pompa represiva del Estado y, por 4 días, se extendió al Centro de Belo Horizonte.
En septiembre, la huelga de los obreros de la FIAT, marcada por protestas y el asesinato del obrero Guido León, atropellado por un coche de policía de la PM cuando su grupo de piquetes reculaba delante de un ataque de la caballería durante un enfrentamiento entre obreros y policiales.
La característica común de estas huelgas fue la de que todas ocurrieron pasando por encima de los respectivos sindicatos. Y aún en el caso de las que, después de la dirección sindical intentar impedir su eclosión y no consiguieron, las asumieron intentando maniobrar, o no tuvieron cualquier papel o consiguieron sabotearla. Tal situación dependía exclusivamente del nivel de organización que los obreros obtuvieron en el liderazgo del movimiento. Ese fue el caso de la huelga de los choferes, cobradores y de los obreros de la construcción. En esta, además del colaboracionista Francisco Pizarro, presidente del sindicato nombrado por el Ministerio del Trabajo del régimen militar, actuó el grupo organizado por João Paulo Pires, del sindicato metalúrgico de João Monlevade, Dídimo de Paiva, de los periodistas, Arlindo, de los bancarios (articuladores en MG de la propuesta de fundar el PT), que trajeron Luiz Inácio de São Paulo para que actuasen como bomberos al lado de Pizarro, que a través del chantaje, del terror y amedrentamiento, impusieron la aceptación de la propuesta del tribunal del trabajo.
El fruto de la lucha clasista
El resultado de la lucha clasista de las huelgas de 1979 fue la intensificación de la lucha política en la organización de los trabajadores.
Después de las huelgas de 1979 los obreros más combativos lucharon años por una dirección nueva en los sindicatos. En los metalúrgicos, la propaganda del monopolio de prensa, que temía por el fortalecimiento de cualquier liderazgo comunista en el movimiento sindical, proyectó Luiz Inácio y sus seguidores. Esta influencia, hoy confirmada, fue nefasta para toda la clase operaria. Estos factores, combinados con seguidos errores cometidos por las organizaciones revolucionarias, de dentro y fuera de la CUT, favorecieron al fortalecimiento de una derecha neocolaboracionista que en algunos años pasó a controlar los mayores y principales sindicatos del país, mientras que una derecha tradicional consolidó su control mafioso en el mayor sindicato, el de los metalúrgicos de São Paulo, llevando a prácticamente la completa liquidación de una oposición organizada.
En Minas Gerais, los aventureros de la CUT que asumieron el Sindicato de los Metalúrgicos de BH /Contagem fueron rindiéndose uno a uno a la línea cutista. La huelga de ocupación de la Mannesman de 1999, promovida en el afán de una certera victoria electoral del PT, fue un gran fracaso, que, a pesar de la disposición de lucha de los obreros, sufrió duros alternes y llevaron a un profundo abatimiento de las masas. Estas posiciones, basadas en la verborragia radical y en el aventurerismo, en la práctica rápidamente dieron lugar a la línea oportunista en el extremo opuesto que ya hace mucho tiempo había pasado a vigorar cómo hegemónica en la CUT. Situación similar ocurrió también en Betim en el Sindicato de los Metalúrgicos.
Los operarios y operarias surgidos de estas grandes huelgas siguieron aglutinándose en el Movimiento Marreta, a través de la organización de luchas en barrios y fábricas, y en 1988, organizados en la Marreta, ocuparon el Sindicato de los Trabajadores de la Construcción de BH y Región expulsaron la dirección oficialista, organizaron y vencieron las elecciones para la dirección del sindicato con el apoyo de las masas.
Lo mismo sucedió con el Sindicato de los Rodoviários, un año después, que también fue retomado por la línea combativa. Todas esas posiciones más combativas y radicales, aún articuladas a nivel nacional en la CGT, impusieron, en 1989, una ruptura interna y en 1995 realizaron un profundo balance autocrítico de la práctica yendo hasta al fondo en la escisión completa con todo el oportunismo, rompiendo definitivamente con el sindicalismo de Estado. Este proceso dio origen a la Liga Operaria, vertebrada en una línea clasista, combativa e independiente.
El intenso trabajo de los círculos obreros organizados en los barrios, de los obreros de la Marreta, que se empeñaron en la construcción de los grupos de base de la Liga Operaria en los locales de trabajo, la lucha clasista de los trabajadores viales de Belo Horizonte y Región, sumado a las luchas combativas de la clase como las históricas y combativas luchas contra las privatizaciones de la Usiminas y Açominas, en el Movimiento Unificado de los Trabajadores en Transportes que resultó en una combativa paralización nacional en 1997, entre otros, contribuyeron para el salto cualitativo de la organización clasista de los trabajadores.
Apenas un año después de su surgimiento, en 1996, la Liga Operaria tuvo participación decisiva en el apoyo a los campesinos de Corumbiara que habían tomado la hacienda Santa Elina y resistieron bravamente a la masacre planificada por la Policía Militar y bandos de pistoleros al servicio de los latifundistas. Luego un apoyo decisivo a una importante toma de tierras urbanas en BH. En marzo de 1996, las familias, organizadas en el movimiento Lucha Por la Moradia (Vivienda) tomaron un terreno de la municipalidad de Belo Horizonte (PT), enfrentando fuerte represión policial y que resultó en una gran victoria de las masas oprimidas y explotadas.
Toda esa acumulación de luchas combativas de los trabajadores culminó en el primer Congreso de la Liga Operaria, realizado en marzo de 97, con lo cual se establecieron los pilares de su organización en la lucha clasista y combativa, realizó y consolidó un profundo balance del movimiento obrero sindical en el país y estableció las bases para el programa general de la lucha de liberación social y nacional de la clase operaria y demás masas populares, apuntando la alianza obrero-campesina como problema estratégico para su completa realización.
En el transcurrir de los últimos 12 años después de la realización de su 1º Congreso, la Liga Operaria realizó otros dos congresos, extendió su organización y construyó núcleos en otras regiones del país, teniendo participación activa en la defensa de la histórica resistencia de la Vila Bandeira Vermelha, en Betim, el año de 1999, cuando se hizo internacionalmente conocida debido a los ataques histéricos de la reacción contra su postura de defensa irreductible de la resistencia de las masas del campo y ciudad.
La ofensiva del colaboracionismo ha sido nefanda para la clase operaria. El movimiento sindical llegó al fondo del pozo en su proceso de pudrimiento, se transformó en una organización de tipo mafiosa, en un mostrador de negocios y todo tipo de prácticas corruptas y degeneradas. El propio Sindicato de los Rodoviarios de BH, que por muchos años fue portavoz de posiciones clasistas combativas al lado de la Liga Operaria, sufrió gran golpe con el pasaje de la mayoría de su dirección para el pantano, afiliándose a la Nova Central. El PT, la CUT y el señor Luiz Inácio tienen gran responsabilidad en todo este proceso. El cobro vendrá más tarde y va a ser muy radical.
El llamamiento de la Liga Operaria a todos los activistas combativos a que rompan con las centrales colaboracionistas y por la intensificación de la propaganda de la huelga general contra las "reformas" anti-operarias, anti-pueblo y anti-nación, ha repercutido cada vez más. La lucha en el movimiento sindical va aumentar con el agravamiento de la crisis mundial y sus reflejos en el país, que están siendo maquillados y lanzados al frente por el oportunismo electorero. Más tiempo, menos tiempo, van a explotar luchas tales como, y probablemente más radicalizadas, las grandes huelgas de 1979. Pero ellas tendrán la misma característica de aquellas, van a pasar por fuera de los sindicatos, contra las actuales direcciones pelegas1 y neopelegas. El joven proletariado brasileño, como en el resto del mundo, ya está buscando nuevos caminos, nuevas formas de lucha y de organización. Las banderas de la Liga Operaria y su Programa se basan en la defensa inflexible de los intereses inmediatos y estratégicos de la clase operaria.
* Gerson Guedes Lima, dirigente de la Liga Operaria, en 1979 era operario de la Fiat Automóviles y fue dimitido en función de su participación en el movimiento huelguista
1– Pelego: En Brasil nombre dado a aquel "líder" sindical o político que tiene la función de amortiguar, distraer y traicionar la lucha de sus representados. Trabaja disimuladamente contra los intereses de los trabajadores.
Traducciones: [email protected]