En Río de Janeiro, después de un año de incursiones diarias, policías del BOPE ocupan permanentemente la Villa Cruzeiro, en el barrio Peña, imponiendo una penosa rutina de terror a los habitantes de la comunidad, ya acostumbrados a las cenas de tortura y ejecuciones sumarias en plena luz del día. Datos de la Secretaría de Salud, con base en los atendimientos hospitalarios del Hospital Getulio Vargas, totalizan 235 muertos en un año en el Complejo do Alemán.
En el inicio de la mañana del martes, 15 de abril, cerca de 200 policías — siendo 80 del BOPE — invadieron la Villa Cruzeiro e hicieron 15 víctimas, siendo 9 fatales. De acuerdo con los vecinos, el número de heridos es mayor, tomando en cuenta que gran parte prefirió tratarse en casa para evitar el riesgo de salir en pleno fuego cruzado.
Después de la invasión, el BOPE permaneció en la favela y montó una base en el Puesto de Policía Comunitario (PPC). Los traficantes huyeron para las comunidades vecinas y los moradores sin otra opción continuaron con sus vidas normalmente. Sin embargo, circular por la favela con la presencia del BOPE se tornó un riesgo de vida inminente. El relato de una moradora muestra que los policías — que solamente usan ropas negras — agreden y torturan personas inocentes sin criterio para elegir sus víctimas.
En los días siguientes a la ocupación 7 personas fueron asesinadas por la policía y otras 5 heridas. Gran parte de los moradores que fueron víctimas de agresiones, torturas, o que tuvieron parientes ejecutados, no denunciaron por miedo de futuras persecuciones.
Represión sin límites
Moradora de Vila Cruzeiro, la empleada doméstica María Aparecida cuenta como ha sido la rutina en la favela desde que el BOPE comenzó la ocupación. Las dificultades enfrentadas por los moradores van desde la falta de luz, hasta el miedo de ser torturado por un policía del BOPE. María, que tiene dos hijos — uno de 15 y otro de 17 — cuenta que lo más seguro es no salir de casa, principalmente para los jóvenes.
— Sabemos que estudiar es importante, pero el BOPE elige cualquiera. Y la mayoría de las veces los jóvenes son las víctimas. No dejo mis hijos salir para nada. Solamente conmigo. Ellos no van a la escuela hace semanas. Todos los días cuando salgo les dejo comida para que no necesiten salir. El primer fin de semana con ellos aquí, invadieron la casa de mi vecina, llevaron todo de la heladera y también torturaron su hijo de 15 años. Ellos usaron un cuchillo para escribir la sigla de una facción rival a la que domina la favela en el brazo del joven — cuenta
De acuerdo con ella, los traficantes huyeron de la favela en el segundo día de la invasión, aún así los policías continúan aterrorizando los habitantes de la comunidad, con sesiones de tortura y ejecuciones sumarias, además de hurtos y saques a establecimientos comerciales de la favela.
— Aquí no hay más ningún bandido. Todos huyeron. Pero ellos continúan imponiendo el terror a todos. En el primer día de la ocupación ellos invadieron un supermercado de la favela y robaron 15 mil reales, la denuncia inclusive fue formalizada. Decenas de personas ya recibieron cuchilladas al ser abordadas por los policías del BOPE. Ellos acuchillan a cualquiera. De las nueve personas que murieron en el primer día, la mayoría era del tráfico, pero todos se rindieron sin resistir y aún así fueron ejecutados a cuchilladas. Yo sé porque mi sobrino murió y fui al hospital para reconocer el cuerpo. Los nueve cuerpos estaban allá al lado de mi sobrino, la mayoría con marcas de cuchillo — recuerda.
Torturas y ejecuciones
El sobrino de ella, Faviano Atanásio da Silva estaba entrando en la favela en el segundo día de invasión y fue baleado al correr, asustado con la aparición repentina de la policía. Ni armas ni drogas fueron encontradas con el joven de 19 años que, sin embargo, fue acusado equivocadamente de ser gerente de las ventas de drogas de la Villa Cruzeiro. Después los policías volvieron atrás y dijeron que hubo un engaño, ya que el gerente verdadero es otro joven con el mismo nombre.
— Siempre tuve miedo y solamente decidí hablar por causa de la situación con mi sobrino, que me hizo mucho daño. Por que cuando la policía entra aquí es así, o uno corre y es baleado o se queda parado y se arriesga a ser torturado y hasta asesinado por ellos. Aquí para ser llamado de bandido ser pobre es suficiente. Mis sobrinas estaban jugando cartas en la puerta de casa en el fin de semana después de la ocupación y aparecieron cinco policías del BOPE. Al verlos ellas no corrieron para evitar que tirasen. Ellas se quedaron en la misma posición, como si nada estuviese sucediendo. Ellos rasgaron las cartas y comenzaron a golpear a las mujeres. Una de ellas reaccionó y fue arrastrada para adentro de la casa con la punta del cuchillo en el cuello y casi fue violada en frente del marido que, junto con otros hombres, reaccionaron y también fueron golpeados con patadas y culatazos de fusil — cuenta indignada.
La falta de luz también pasó a ser un problema frecuente. La policía, además de no planear o hacer cualquier tipo de investigación preliminar, también dispara contra los transformadores posicionados en la entrada de la favela, dejando toda la comunidad sin electricidad.
— Nos quedamos sin luz en los tres primeros días de la ocupación. El camión de la compañía de electricidad llegaba y el BOPE los mandaba volver. Todos los vecinos perdimos carne, fríos congelados. Todo a la basura — lamenta.
Testigo asesinada
María también cuenta que llegando al hospital, encontró una de sus vecinas, que tuvo el nieto de 21 años atingido por un astillazo da bala. Después de testificar la ejecución simultánea de cuatro jóvenes, Marcelo Vieira da Silva fue ejecutado por policías dentro del Hospital Getulio Vargas. Él había acabado de ser operado y su estado de salud era estable.
— Yo vi el momento en que el médico vino y dijo para ella que Marcelo estaba bien y que recibiría alta. Ella fue hasta su casa para buscar sabanas y ropas para él y cuando volvió recibió la noticia de una enfermera de que los policías habían invadido su cuarto y ejecutado con un tiro en la barriga. Lógico que ellos sabían de las muertes que Marcelo había testimoniado momentos antes. Tanto es así que en los diarios del día siguiente él aparecía como herido y después apareció como uno de los muertos en el tiroteo. Ellos divulgan muchas mentiras — dice.
ía explica que las barracas están muy desvalorizadas por causa de las invasiones de la policía.
— Ya hace un año que las barracas de aquí están desvalorizadas. El mío, que tiene seis ambientes y ya costó 20 mil, hoy vale lo máximo 5 mil reales. Algunos no aguantan más y están vendiendo por cualquier precio antes que algún pariente acabe víctima de esa desgracia que estamos viviendo, como sucedió con mi sobrino. Mucha gente prefiere abandonar todo y recomenzar la vida en otro lugar. — Cuenta María Aparecida.
Sin condiciones de contener los inmensos contingentes lanzados a la miseria todos los días, el viejo estado, corrupto y fallido, continúa asesinando jóvenes en las favelas de Río de Janeiro, bajo el comando lacayo de Inácio y Cabral. Pese a la penosa rutina de abandono y falta de respeto, la inmensa mayoría de las víctimas de ese terror estatal todavía prefiere trabajar y continuar produciendo la riqueza del país de que corresponder a los estigmas vehiculados por las clases dominantes y por los aparatos de dominación, entre ellos el monopolio de los medios de comunicación.
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