Hombre del pueblo, violero renombrado y un luchador convicto por la cultura popular, minero del Vale de Mucuri, Pereira da Viola produce el arte pensando en el pueblo, cantando su vida, su experiencia y sus anhelos. Pereira es un violero actuante, inquieto. Entre otras actividades, fue presidente del Sindicato de los Trabajadores Rurales de Serra dos Aimorés y actualmente es presidente de la Asociación Nacional de Violeros, que en 2007 realizó el primer Seminario Nacional de Viola Caipira, en Belo Horizonte.
Pereira acostumbra decir que ya tenía la responsabilidad de ser artista desde el útero de su madre. Ella sí, cuenta el violero, que soñaba ser artista, pero abdicó de ese deseo para cuidar de los 13 hijos. A los once años de edad, por no tener escuela en el lugarejo donde vivía, salió del Valle para estudiar en el norte de Espírito Santo, hospedándose en la casa de sus tíos.
— Mis hermanos me dieron una guitarra y me enseñaron los primeros acordes en el momento en que salí de casa, después fui aprendiendo cómo autodidacta, lo que también aconteció con la viola más tarde. Viví casi diez años fuera del Vale do Mucuri, y esa distancia hizo brotar en mí un deseo grande de reencontrar mi identidad cultural. Mis padres son del Valle del Jequitinhonha y crecí en contacto con todo lo que hay de manifestación cultural de allá y también del Mucuri — cuenta.
De vuelta para casa, en Serra dos Aimorés, se juntó con amigos que tenían fuerte conexión con la cultura popular local y eran sumos conocedores de la obra de Elomar, Paulinho Pedra Azul, Rubinho do Vale y Renato Andrade.
— Esos artistas y otros grandes violeros sirvieron de espejo para mí. Hasta entonces sólo tocaba guitarra, pero cuando volví para el Mucuri recibí una viola de un amigo, quedando unos dos meses sin poder tocarla, porque no sabía ni siquiera afinarla (risas), hasta que un amigo conterráneo, que vive y enseña música brasileña en USA, estuvo en mi casa y la afinó. Después de sudar para aprender la afinación, comencé a desarrollar mi modo propio de tocar — recuerda.
Para Pereira es algo espectacular una persona que nació en un lugar pobre, un pueblito de Minas Gerais, hacerse un profesional de música respetado.
— Eso se dio de una forma muy consciente, sin nunca abdicar de mis principios. A finales de la década del ochenta hice un viaje con Josino Medina, un gran compositor y compañero, para la región de Rondônia, donde pasamos más de un año. No teníamos discos grabados, sólo algunas cintas casete, caseras, pero éramos muy bien recibidos — declara.
— Después Josino revolvió quedarse viviendo por allá y yo seguí la caminada. Fui para Mato Grosso y allá hice algunas actividades culturales junto a las universidades y sus DCEs, y órganos que trabajan con tribus indígenas. En Cuiabá conocí una profesora que enseñaba en la misma universidad que Inezita Barroso, y a través de ella Inezita conoció mi música y me invitó para hacer una serie de trabajos en São Paulo, eso en 1990/91. A partir de entonces comenzó oficialmente mi carrera de violero — continúa.
Por las andanzas de Pereira por el país, su viola minera también ganó otras influencias.
— Fui añadiendo trazos culturales diversos de ese inmenso Brasil, los ritmos de origen africano e indígena, y todos los estilos de músicas que pasé a oír, por ejemplo, toda la colección Marcus Pereira, que considero una de las más importantes en el sentido del mapeado de la música brasileña — explica.
— De un modo general no tengo interés en oír aquello que es éxito en la media, y ni esos discos entran en mi casa y en ambientes que están bajo mi orientación. Porque infelizmente toda esa estructura mercadológica está en el “cuanto peor mejor” — constata.
Festivales como fiesta del pueblo
Para Pereira el buen festival es aquel que sirve de “plaza” para el músico mostrar su arte y el pueblo poder escoger lo que más le gusta y se identifica, eligiendo sin imposición de competición, en una especie de selección natural, donde es el arte quien vence.
— Participé de algunos festivales concursando, pero por poco tiempo, hoy toco solamente como invitado, porque no me gustan festivales con sentido de competición, por entender el arte como un proceso mucho más de convivencia, de interrelaciones, crecimientos mutuos. Me gustan festivales en otros moldes, como los de ferias de música — declara convicto.
— La fiesta del festival en sí, la unión del pueblo y de los artistas, es maravillosa, pero los moldes de competencia están fallidos, ultrapasados. Funcionó bien en las décadas de 60/70, cuando las músicas tenían doble sentido, un sentido político para driblar la censura, pero hoy es otro momento. Con la media masacrando, creo que es preciso unirnos, hagamos ferias de músicas, dar espacios, oportunidades para que más personas aparezcan y muestren más músicas — añade.
— Además de eso, el ambiente de festival de competencia hace con que un músico vea el otro como un rival, un adversario, mientras que tendrían que verse como compañeros de caminada, soldados en la lucha por nuestra cultura. Y ese nuevo modelo, donde son muchos los mejores, ya está aconteciendo por el país. Claro que tiene un proceso de selección para participar, pero, una vez seleccionados, todos serán contados como vencedores. Porque creo que el pueblo no está necesitando aplaudir un vencedor, y sí el arte — continúa.
Pereira cree que actualmente los artistas llamados “independientes” tienen una condición más favorable que antiguamente, con acceso a varios medios de registro de su arte, pero, aún sin tener acceso a los mayores medios de difusión.
— Hemos conseguido colocar nuestros trabajos para ser oídos en algunas radios que están surgiendo, tocando música popular cultural brasileña. De la misma forma hay algunos buenos programas de televisión — comenta.
— El mundo del disco en este momento está bastante interesante, porque con la historia de la piratería nosotros, independientes, acabamos ganando, porque el público quiere comprar el disco original de nuestra mano y acompañar los textos, las letras, lo que sea que encartes, el arte de un modo general. Pero, personalmente, amo que el pueblo copie mis discos y salga por ahí distribuyendo (risas), no tengo nada contra esa piratería — dice Pereira de la Viola, que graba independiente y tiene su distribución hecha por la grabadora minera Sonidos & Sonidos, en internet y en sus presentaciones.
El mes de abril Pereira estuvo en el Encuentro Nacional de Violeros, que acontece todos los años en Ribeirão Petro, SP.
— Toda la ‘violerada’ aparece por allá desde la primera edición, sólo Renato Andrade y Zé Coco do Riachão nunca fueron, porque murieron antes (risas). Mi preocupación es fortalecer la identidad brasileña a partir del eje de la viola, que es hoy base en la música brasileña, sin ser modismo, cada vez más encontrando nuestra ‘cara brasileña’ — finaliza Pereira da Viola.
Viola: instrumento semejante a la guitarra (pero de menor tamaño) en la forma y sonoridad.
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