En enero se completa un año de administración Obama en USA. La elección del primer jefe yanqui negro, conducido al comando de la Casa Branca y del Pentágono como alternativa para el imperialismo en crisis, así como todo el conjunto de mistificaciones que giraron en torno al marketing de "cambio" adoptado como lema de su contrapropaganda engañosa, marcaron el ascenso de la Doctrina Obama, estratagema grosera a través de la cual el imperialismo yanqui, hundido en la crisis general del capitalismo y en la lucha entre las potencias por la repartija del mundo, intenta mascararse para las semicolonias.
Obama tomó posesión el día 20 de enero de 2009, y a partir de entonces fueron echándose por tierra, una a una, las mentiras que compusieron toda la demagogia electorera que el sistema montó para elegirlo, del falso pacifista al buen galán más vulgar. Fueron casi doce meses en los cuáles los acontecimientos concretos, los discursos de Obama y de su séquito, y las actitudes de hecho — y no el palabrerío embaucador— que partieron del imperialismo bajo nueva dirección mostraron lo que en realidad ya se sabía: la nueva administración yanqui fue "electa" porque los poderosos vuelcan en ella la cara (en rigor, la máscara) más amena para gestionar con truculencia la crisis capitalista. La verdadera cara de Obama, sin embargo, es algo que ni siquiera un premio Nobel de la Paz concedido para incrementarle el disfraz consiguió escamotear, porque las masas de muchas partes del mundo saben bien que la única paz posible venida de USA es la paz de los cementerios.
El día 5 de noviembre de 2009, antes aún de tomar posesión como nuevo jefe del imperialismo yanqui, Obama dio muestras de su administración al divulgar el primer nombre de su equipo. En la ocasión, nombró para el cargo de jefe de gabinete del nuevo gobierno el sionista Rahm Emanuel, notorio articulador del lobby pro-Israel dentro de USA. Su elección ya fue acertada en julio del año pasado, en pleno proceso farsante de campaña electoral, en un arreglo entre el Partido Demócrata y el Comité USA-Sionista de Asuntos Públicos, la más poderosa organización lobista que actúa junto a las instituciones de Washington.
Viejos nombres en el nuevo comando
Pero Rahm Emanuel sería sólo el primer rostro de un gabinete que, una vez formado, reflejó la naturaleza continuista de la transición entre las administraciones Bush y Obama. El nuevo jefe yanqui fue dando a conocer a los pocos los nombres con los cuales se iría a hilvanar la ya no tan nueva comisión de la coordinación imperialista. A ejemplo de la indicación de Rahm, los anuncios fueron siendo hechos a medida que Obama cerraba las negociaciones con facciones de la gran burguesía yanqui.
Los arreglos giraban en torno a los nombres de hombres y mujeres que tienen en ellos depositada la total confianza del complejo militar-industrial de USA, cuyos jefes son quienes realmente mandan en la hora de formular las políticas de muerte y asalto mediante las cuales intentan apoderarse del mundo. Nombres que, una vez negociados, inmediatamente después eran presentados por el monopolio mundial de los medios de comunicación como idóneos y dignos integrantes de un equipo que, según las mentiras pregonadas a los cuatro vientos, acabaría con las guerras promovidas por USA alrededor del mundo, promovería la justicia y la igualdad entre los pueblos del planeta y refundaría la política bajo las bases de la humildad y de la verdad.
Especialmente significativo fue la permanencia de Robert Gates en la secretaría de Defensa de USA, cargo que este notorio asesino ya venía ejerciendo bajo las órdenes de Bush. Además de él, Obama escogió como secretaria de Estado la antigua "primera dama" Hillary Clinton, gran demagoga que votó a favor de la masacre en Irak cuando era senadora y que manifestó su deseo de que el ejército yanqui aniquilara Irán. Eso sin contar la presencia en la administración Obama de Zbigniew Brzezinski, experimentado mentor de las políticas coloniales, y de otros cuadros del imperialismo que compusieron las administraciones yanquis anteriores, una más sanguinaria que la otra.
A los pocos, aquellos que llegaron a nutrir alguna ilusión entendieron que todas las falsas expectativas creadas en torno a la administración Obama — de cesar fuego, justicia y rectitud — no pasaban de maquillaje para esconder la determinación para imponer exactamente lo contrario: más masacres, injusticias y mentiras.
Obama, inversión de Wall Street
Esto ya estaba muy claro desde mediados de 2008, cuando el comité de campaña de Obama caminaba para batir el récord de recaudación por una candidatura a la autoridad del imperialismo, como de hecho aconteció, con el Partido Demócrata levantando en total U$S750 millones para promover el palabrerío de "cambio", la demagogia del "nosotros podemos", y el rostro manso de piel oscura que pasaría a servir de máscara para las políticas racistas, genocidas y de rapiña llevadas por USA adónde sea que sus monopolios tengan negocios a tratar. Allí ya era evidente que los poderosos ya habían escogido Obama para salvarle la piel ante las sucesivas demostraciones de las masas de todo el mundo de repudio a las injerencias yanquis.
Como recientemente observó la investigadora estadounidense Eva Golinger — que hace años denuncia la injerencia de USA en América Latina — Obama es un producto que vendieron a la "opinión pública", valiéndose de la más cara campaña publicitaria de la historia. Las donaciones sumadas para la campaña electorera de Obama están entre las mayores "inversiones" que los bancos y especuladores que operan en el mercado financiero de Wall Street ya hicieron. El retorno fue inmediato: antes aún de acomodarse en la Casa Branca, Obama ya se reunía con Bush para adelantar la mayor transferencia de recursos públicos para instituciones capitalistas privadas de la historia de USA, bajo la alegación que la salud del sistema era necesaria para mantener el empleo del pueblo. El desempleo en USA, sin embargo, llega actualmente a los niveles más altos en veintiséis años y medio.
Además de eso, Obama fue viabilizado como alternativa del imperialismo no sólo para disfrazar la violencia de los misiles, tanques, helicópteros y cazas bombarderos, pero también para camuflar la violencia económica que se practica en las semicolonias con la complicidad de las gerencias títeres de turno. Es en este sentido, de la complicidad en las políticas anti-pueblo, que se debe comprender la frase "ese es el hombre" dirigida por Obama a Luiz Inácio el último mes de abril, durante la reunión de la G20.
La farsa del "cambio de postura" de USA en el mundo ya estaba muy clara desde cuando Obama comenzó a recibir demostraciones públicas de apoyo entusiasmado de toda clase de demagogos empeñados en proyectos despolarizadores y cultivadores de la enfermedad del pacifismo. Eran actores de cine, industriales travestidos de filántropos, deportistas millonarios que aparecían en la TELE pidiendo voto para el Partido Demócrata, a fin de que su candidato tuviera la oportunidad de promover la paz mundial. Naturalmente, hablaban del tipo de paz que interesa a los invasores, agresores, ladrones y asesinos, aquella que exige la capitulación de los pueblos invadidos, agredidos, robados y masacrados por las potencias imperialistas y coloniales.
Colonizar Asia Central, objetivo mayor de Obama
Cuanto a Irak, Obama había prometido a la población estadunidense que inmediatamente en el inicio de su administración comenzaría a colocar un fin a lo que llama de "guerra" heredada de Bush. En realidad, Obama viene dando secuencia a lo que de hecho es una criminal invasión. Lo que comenzó con Bush y el asesinato humillante del presidente Sadam Hussein continúa con Obama, que prosiguió con las matanzas de mujeres y niños y perfeccionó los mecanismos de usurpación del patrimonio del pueblo iraquí por los conglomerados del sector de energía.
En la práctica, hubo sólo una simulación de retirada de los soldados yanquis de algunas de las mayores ciudades iraquíes, con la representación del Pentágono en Bagdad sólo redistribuyendo tropas de las regiones céntricas de las mayores ciudades del país para las bases militares de bandera invasora que quedan en sus alrededores. La decisión sirvió sólo como tentativa de afirmación de la Doctrina Obama; permaneció la disposición y la orientación de rechazar la resistencia en favor del sosiego de las transnacionales. Fuera eso, Obama dio secuencia a las escenificaciones de establecimiento de plazos para hacer su ejército retroceder y para transferir poderes para el gobierno títere local, colocado allá por USA y que continúa respondiendo a los burócratas y generales del imperio.
Obama también cerró cuestión en lo que se refiere a la identificación de Asia Central como prioridad del imperialismo yanqui, lo que ya venía delineándose con claridad aún durante la administración Bush. El blanco primordial es, más específicamente, Pakistán, en razón del hecho de que este país desarrolló armas nucleares y por estar estratégicamente localizado en uno de los más explosivos escenarios de las guerras por el reparto del mundo, conflictos que se anuncian como consecuencia de la severa crisis general de superproducción relativa de capitalismo.
Afganistán, soldados en masa para asesinatos en masa
Se puede decir que la crónica del primer año de administración Obama fue la crónica de un esfuerzo desesperado y desorientado para impedir la desmoralización completa y absoluta del ejército yanqui en Asia Central. Inmediatamente después de tomar posesión, el jefe yanqui nombró el viejo imperialista Richard Holbrooke su enviado especial para Pakistán y Afganistán.
Asesino de carrera, Holbrooke estuvo envuelto en la tentativa yanqui de ocupación de Vietnam y más recientemente estuvo en la línea de frente de la expansión para el Este de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Participó de la gran ofensiva neocolonial en los Balcanes, en la cual la propia Otan arrasó aquellas tierras en nombre de los intereses estratégicos de las potencias, en un proceso que culminó con la escenificación de independencia de Kosovo.
Para sorpresa — o falsa sorpresa — de aquellos que creyeron — o dijeron creer — en una revisión de la vasta ofensiva neocolonial iniciada por Bush y bautizada de "guerra contra el terror", Obama no tardó en aclamar los aliados a que envíen refuerzos para el frente afgano, dadas las dificultades que la máquina de guerra imperialista viene encontrando en la región.
La primera convocatoria, dirigida a la Otan, aconteció el día 4 de abril, y USA fue listamente atendido con el envío de cinco mil soldados adicionales para Afganistán. Más recientemente aconteció el último día 1º de diciembre cuando el jefe yanqui anunció que otros 30 mil soldados viajarán para intentar doblar la inquebrantable resistencia popular. Este día, Obama dijo: "Afganistán no está perdido", en un mixto de reconocimiento de la derrota inminente y de tergiversación para no reconocer la inminencia de la derrota absoluta. Entre una convocatoria y otra, el Congreso yanqui entregó a Obama U$S 100 mil millones para financiar guerras y ocupaciones.
La provocación en nombre de la dominación
Para sacramentar la certeza de que no pasa de más un jefe del imperialismo, como cualquiera de sus antecesores, y aunque disfrazado de buen tipo y de hombre del pueblo, Obama mantuvo el campo de concentración de Guantánamo y viene cumpliendo al pie de la letra la vieja agenda de USA para América Latina, región que permanece siendo encarada como "quintal" de los monopolios yanquis a ser mantenido bajo control por medio de la intimidación militar velada y de la cooptación de vende-patrias de la estirpe de Luiz Inácio.
Obama también se esmeró en la demagogia nuclear, repitiendo Bush al apuntar como amenazas los países a los cuáles este último ya se había referido como "eje del mal". Así, este primer año de autoridad Obama, los yanquis se hartaron de provocar la guerra con Irán y Corea del Norte, habiendo para eso contado con la obsequiosa ayuda de Israel y Japón, respectivamente, en una clara configuración de los bloques que a la corta o a la larga irán a enfrentarse en una nueva guerra por el reparto del mundo.
Guerra esta que se hace una realidad más concreta a medida que el Nobel de la Paz Obama reacciona con más soldados embarcando desde USA para intentar socorrer el imperialismo en los lugares donde él agoniza de forma más evidente: donde las masas se organizan y se llenan de ánimo para resistir a las ofensivas sanguinarias apenas disfrazadas, muy apenas disfrazadas atrás de falsos paladinos de la democracia.
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