Traducción Enrique Chiappa
Es preciso entender muy bien la cuestión central de la crisis política en el país. Son dos situaciones en desarrollo. Una es la del “gobierno aparente” de Bolsonaro y el “de hecho” del gobierno militar secreto de los generales. Después de la grave crisis palaciana que duró de abril a septiembre, y teniendo ambos grupos contendientes (la extrema-derecha de Bolsonaro y la derecha militar del Alto Mando de las Fuerzas Armadas – ACFA) se desgastado, por una cuestión de “salvación del barco” llegaron a un acuerdo para debilitar la crisis y hacer recuperar la economía. Acuerdo frágil y temporal, que no puede mantenerse por mucho tiempo, y cuando menos pueda esperarse, volverán las discusiones y disputas feroces.
La otra situación de la crisis es la de la, por en cuanto latente, y por eso inevitable, rebelión popular que todo día y en todo el país, en el campo y ciudad, lanza sus chispas en el aire. Es la resistencia campesina por la conquista de la tierra, la lucha indígena por la demarcación de sus territorios robados por el latifundio; es la lucha de los estudiantes y profesores en defensa de la educación pública y gratuita, la lucha de los trabajadores en defensa de sus derechos pisoteados y por viviendas; la lucha de la juventud pobre por libertad, trabajo y contra la saña de la represión policial. Es la acumulación creciente de material inflamable hecha de indignación, resentimientos e ira represados.
Todo ese material se acumula día después de día, frente a los brutales golpes deferidos impiedosamente por el gobierno contra los derechos del pueblo, derechos tan duramente conquistados en décadas de lucha; por el incremento de matanza de pobres, entre otras situaciones odiosas. Acciones criminales instigadas por la orgia ideológica fascista que la elección de Bolsonaro creó, y que es alimentada diuturnamente por sus discursos plagados de prejuicios rencorosos y por los de las falanges retrógradas que pueblan las llamadas “redes sociales”, además de los elogios y un saludo a las acciones genocidas de las fuerzas policiales por parlamentarios, miembros de la justicia y programas policiales sensacionalistas de la TELE y del radio.
La tumultuada tramitación y aprobación por el Congreso del vil proyecto de “reforma de la Seguridad”, que decreta el fin de la jubilación pública universal, levantó masivos protestos populares y desgastó el prestigio político de un gobierno electo por una minoría del electorado apto. Por otro lado, las tropas militares, apoyadores de Bolsonaro, se vuelcan traicionadas por él, no habiendo sido atendidas sus históricas reivindicaciones en beneficio de los privilegios de la alta oficialidad. Reivindicaciones estas que durante casi 30 años fueron bandera y esperanza del electorado garantista de la carrera parlamentaria del capitán. El mantenimiento de los privilegios de la alta oficialidad, particularmente del generalato, profundizó no sólo la indignación, pero también las fisuras, en el seno de las reaccionarias Fuerzas Armadas y de represión.
El demorado acuerdo para lograr esa aprobación por el Congreso fue precedido también de desastroso discurso de los fanáticos olavistas contra los generales, hecho que llevara a la caída del general Santos Cruz del alto puesto palaciano, dio lugar a un articulador político más hábil impuesto por el mismo ACFA. También el episodio “Queiroz”, que había colocado en la defensiva el clan Bolsonaro, fue manejado a propósito por los generales con el archivamiento, por el presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), de las investigaciones sobre Flávio Bolsonaro, dejando la “espada de Damocles ” * sobre la cabeza del grupo fascista.
Y fue en esta correlación de fuerzas que Bolsonaro tuvo que aceptar, el restablecimiento por el STF del instituto constitucional de que nadie podrá ser prendido, fuera las excepciones de flagrante delito y amenaza inminente a la seguridad de la sociedad, después del transitado en juzgado, o sea, mantenida la condena del reo terminados todos los recursos en el último nivel de la justicia. Con esto, incontables presos, entre los cuales los de la Operación “Lava Jato”, aún detenidos, tal como Luiz Inácio, fueron sueltos.
Pero, la insustentable situación de inestabilidad política que viene poniendo en jaque la credibilidad de las instituciones, especialmente del STF (mil veces ridiculizado por los fascistas de dentro y de fuera del gobierno y sus ministros habiendo sido objeto de graves amenazas, bajo pena de la más completa desmoralización de esta que es la corte suprema del país) llevó a un cambio interno. Las más de 900 investigaciones archivadas volvieron a las acciones de la justicia, entre las cuales la del hijo del presidente. Con Bolsonaro una vez más encorralado, el acuerdo palaciano sólo encuentra sobrevida en el rancio anticomunista y antipueblo del pronunciamiento amenazador de todo el gobierno frente a las rebeliones que ocurren en Ecuador, Haití, Chile, Bolivia, Colombia, como prevención a la pesadilla de la explosión en el país de un nuevo “junio de 2013”, mayor y más violento.
Antes, al modo arribista que lo caracteriza, el fascista Bolsonaro, empujado por los generales, también se sirvió del episodio de las quemadas en la Amazônia para, de forma disimulada bajo el decreto de “Garantía de la Ley y de la Orden” (GLO), atacar el movimiento campesino en aquella región. El obstinado fascista se refiere a las familias campesinas, que sostienen la Nación junto a los obreros y demás trabajadores, como “bandidos” y “terroristas”. Él acusa al azar el movimiento campesino organizado, que quiere destruir el retraso de la Nación y la miseria del pueblo en el campo y en la ciudad, como si los campesinos fueran una amenaza al país. ¡No! Las masas campesinas organizadas, juntamente con el proletariado y la pequeña burguesía urbana, son una amenaza a los parásitos de la Nación, latifundistas, grandes burgueses y a las potencias imperialistas que saquean el país, principalmente USA, que la mantiene como país semicolonial y semifeudal.
Bolsonaro habla de reprimir los campesinos en vez de investigar los latifundistas que usurpan tierras públicas, pillan sus riquezas y devastan la naturaleza, todo bajo la protección del viejo Estado. Un ejemplo reciente pudo ser visto en Bahía, donde una empresa fantasma que detenía la posesión de más de 800 mil hectáreas (!), era encobertada por liminares vendidas por el Tribunal de Justicia de aquel estado, en una acción tan desvergonzada que la propia judicatura no tuvo más como esconder.
La “GLO del campo” y la “excluyente de ilicitud” son parte de la tercera tarea de la reacción, precisamente de imponer una cementación de las leyes penales y librarse de cualquier inconveniente legal que constriña las fuerzas represivas de ejercer toda la bestialidad contra las masas rebeladas y, principalmente, contra la insurgencia revolucionaria. En ese sentido, en ella convergen tanto la extrema-derecha bolsonarista cuanto la derecha del ACFA. En la represión desenfrenada a las masas rebeladas se mantendrán unidos.
Pero el capitalismo burocrático, en crisis general de descomposición, necesita espoliar aún más no sólo el proletariado y el campesinado, tendrá obligatoriamente que garrotear los pequeños y medios propietarios con el alto coste del dinero e impuestos abusivos, en beneficio de los monopolios financieros, así como afectará duramente la educación y la producción cultural del país. Es sólo cuestión de tiempo, como consecuencia directa de las “reformas” económicas odiosas que ya están siendo aplicadas. Tales medidas para salir de la crisis económica, que es base de la profunda crisis del viejo Estado y agonía de su desmoralizado sistema político, conduce necesariamente los reaccionarios a centralizar el Poder político de modo absoluto en el Ejecutivo. Sea a través del molde corporativo y fascista propugnado por Bolsonaro, sea en el molde de la reforma constitucional predicado por la derecha del ACFA. Eso profundiza la inestabilidad: además de incitar la rebelión de las masas, agravará aún la división en el seno de las clases dominantes, de la pugna entre la fracción compradora y la burocrática y entre sus varios grupos de poder.
Dentro de esa situación, la falsa izquierda oportunista electorera y conciliadora de clases (con su ensebado discurso de “Estado democrático de derecho”) y la centro-derecha electorera son pesos muertos en el juego político. No tienen condición, hoy, de retornar a la escena política a no ser como coadyuvantes, sometidas a las fuerzas de la derecha militar y civil o de la extrema-derecha o mera oposición contenida. La soltura de Luiz Inácio, que implicó un golpe en la “Lava Jato” (aunque no haya sido la muerte misma de la Operación), sólo sumará más ingredientes a la crisis política, enfureciendo la extrema-derecha y creando controversias en el seno de la derecha militar.
Bolsonaro, aunque aún tenga algún peso en las masas entorpecidas, pierde apoyo e, intentando recuperarlo, necesita de retomar la ofensiva colocando más abiertamente su proyecto fascista. Lanza el partido “Alianza pelo Brasil”, que, por las tendencias generales, será un nuevo aborto fascista que mezcla la ideología feudal de sectas neopentecostales con el seudo nacionalismo, en realidad, anticomunista belicoso, para movilizar y dominar masas iludidas.
Las masas serán empujadas y van a la lucha con la experiencia histórica acumulada y las lecciones de 2013/2014. Las masas no sólo serán empujadas, como ellas se politizan y están clamando por una dirección revolucionaria, están sedientas por organizarse en formas más elevadas, por luchar belicosamente por sus intereses. Las instituciones oficiales no les inspiran confianza, tampoco respeto, siendo estas las fuerzas que cada vez más les atacarán en todos los frentes. La propia reacción reconoce tal estado de cosas. Las masas sabrán responder. Una sola chispa puede incendiar toda la pradera.
Nota:
* Anécdota en que Damocles es puesto en una situación rodeado de tentaciones, sin embargo tiene sobre su cabeza una espada pesada y afilada, sostenida por un único hilo de rabo de caballo. En esa situación, él queda paralizado y tiende a renunciar a sus objetivos, pues cualquier movimiento puede provocar la caída de la espada sobre su cráneo, ocasionando su desgracia.