En la noche del día 27 de abril, aconteció la reinauguración del estadio periodista Mário Filho, el Maracanã, en el corazón de la zona Norte de Río de Janeiro. En la ocasión, fue realizado un partido conmemorativo, asistido por los gerentes de turno Sérgio Cabral, Dilma y Eduardo Paes.
Del lado de afuera, cerca de 400 personas protestaban contra los impactos de las obras de reforma del complejo deportivo al coste total de 1.400 millones de reales. Entre las transformaciones impuestas por el Estado, están la destrucción del Estadio de Atletismo Célio de Barros y del Parque Aquático Júlio Delamare – referencias en la preparación de atletas y nadadores –, la Aldea Maracanã – que durante un siglo funcionó como un centro de referencia indígena – y la Escuela Municipal Friedenreich, electa la 5ª mejor escuela pública de Río de Janeiro del 1° al 5° año, según las notas del Ideb (Índice de Desenvolvimiento de la Educación Básica) de 2011.
Todo para adaptar el estadio a los padrones europeos de la Fifa para la Copa del Mundo de 2014.
Los manifestantes eran atletas, alumnos y parientes de alumnos de la Escuela Friedenreich, indígenas de la Aldea Maracanã, víctimas de los desalojos de favelas y barrios pobres en función de los mega-eventos, además de diversos movimientos y organizaciones que luchan por los derechos del pueblo. La protesta fue marcada por baile y por el sonido del maracá de los indios, que pintaron los rostros de los niños de la Escuela Friedenreich y les enseñaron un poco de su cultura. Atletas exhibían carteles contra la destrucción del Célio de Barros y del Júlio Delamare, que acarreará la falta de centros de entrenamientos de atletismo y natación. ¿Será ese el legado social de los mega-eventos anunciado por las gestiones de turno?
En un determinado momento de la manifestación, sin ningún motivo aparente, policías comenzaron a lanzar bombas indiscriminadamente contra las personas que participaban del acto, entre las cuales estaban mujeres y varios niños de la escuela. Parientes de los niños, como un señor que recogía el skate del nieto, intentaron dialogar con los policías de la tropa de choque, pero fueron rechazados con bombas y tiros de bala de goma. Bajo una nube de gas de pimenta, manifestantes corrieron en dirección a la Avenida São Francisco Xavier, a cerca de 200 metros de la entrada principal del Maracanã.
Cuando los manifestantes llegaron al punto donde terminaba el bloqueo policial, un grupo de cerca de diez policías en motocicletas apareció repentinamente distribuyendo cachiporreadas y tiros de bala de goma. Varias personas quedaron heridas, muchas de ellas intoxicadas por el gas de pimenta. Nuestro equipo filmó toda la acción, inclusive el momento en que un policía tira spray de pimenta contra manifestantes que ya estaban detenidos y esposados. Inclusive uno de nuestros periodistas permaneció por veinte minutos detenido acusado de “ser manifestante”, a pesar de estar identificado y con su equipamiento en la mano. Dos hombres fueron detenidos y liberados tras prestar testimonio. Ellos responderán por los crímenes de agresión y desacato a la autoridad.
– Lo que nosotros vimos aquí fue un nuevo show de la violencia del Estado contra aquellos que se atreven a luchar por sus derechos. Bombas de gas, spray de pimienta, tiros de bala de goma contra mujeres, niños, indígenas, ancianos. Nuestra protesta era pacífica y lo que aconteció fue esa violencia que nosotros vimos. Nosotros sólo estábamos bailando y tocando nuestro maracá(instrumento musical indígena). Fue para eso que vinimos. Nos preocupamos con los niños. Ellos son nuestra mayor preocupación – dijo el indígena José Guajajára.
El vídeo del reportaje puede ser visto en el blog de la redacción de AND: http://anovademocracia.con.br/blog/?p=5353
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