Editorial – La gestión neoliberal del PT y el eslogan fascista “Patria Educadora” de Dilma

Editorial – La gestión neoliberal del PT y el eslogan fascista “Patria Educadora” de Dilma

El oportunismo electorero se esmeró para engañar los electores durante la campaña para la farsa electoral, travistiendo Dilma de “corazón valiente” y predicando el voto contra la “vuelta de la derecha”. Entre las frases “retumbantes” y demagógicas dichas por la candidata, una rezaba que jamás tiraría derechos de los trabajadores. Aprovechada por los marqueteros, sirvió de material de campaña repetida hasta el hartazgo en todos los medios disponibles, conduciendo muchos al delirio del “voto crítico” y, ahora, avergonzado.

Pues bien, antes aún de asumir el segundo mandato, la gerentona Dilma asestó durísimos golpes en los ya convalecientes derechos laborales y de la seguridad social. Con tales medidas, dificulta brutalmente el acceso al seguro desempleo, atropella la pensión de viudas y viudos, impone la quiebra de las micro, pequeñas y medias empresas con la obligación de asumir 30 días de salario de los afectados por enfermedades, reduce los abonos del PIS etc. Y esto, en medio de inevitables racionamientos de energía eléctrica y de agua, que dará un pesado golpe a las mismas micro, pequeñas y medias empresas que emplean decenas de millones de brasileños. Todo de una vez y con los auspicios de las oficialistas centrales sindicales, que, confabuladas entre sí y con la gerencia de turno del viejo Estado, harán sus habituales escenificaciones contra las medidas, al estilo de la reciente “protesta” de la Fuerza Sindical.

Asociados a ese ataque a los derechos de los trabajadores, acontecieron el aumento de los intereses del crédito inmobiliario, aumentos sucesivos de la tasa básica de intereses Selic (la mayor del mundo), cortes substantivos en los presupuestos (principalmente de la educación y salud), aumento escandaloso de tarifas de energía eléctrica y transporte público y, por último, una alta general de impuestos sobre combustibles, transacciones financieras e importaciones.

La oposición emasculada alardea “estelionato electoral” de Dilma, tal vez inconsolable con la adopción de su propio pacotazo por el equipo del oportunismo electorero. En realidad, tales medidas antipueblo ya venían siendo tramadas desde mucho antes de la farsa electoral, pero no podían ser reveladas ya que ciertamente llevarían al fracaso en las urnas. Lo que emerge — y veníamos denunciando esto sistemáticamente en las páginas de AND — es decurrente de lo que vinieron haciendo a mando del capital financiero, del imperialismo, de la gran burguesía y de los latifundistas. Ahora lo que se ve es la política de tierra arrasada que esos mismos oportunistas juraron que quién iba a hacer era el PSDB.

El hecho es que la crisis es cada vez más indisimulable. Ella no comenzó por causa de la crisis mundial del imperialismo, esta sólo la agravó, amoldada por las mentiras de la gestión petista. La balanza comercial, aún con todas las maniobras y maquillajes de costumbre, cerró en rojo en casi US$ 4.000 millones. La deuda pública subió 8,15%, llegando a inimaginables R$ 2,19 billones, y que sube apalancada por la mayor tasa de intereses del mundo.

El índice de inflación, un fraude oficial, sobrepasó el “techo de la meta” (eufemismo creado para, como en el caso de los institutos de investigación, haber un “margen de error” en las estadísticas oficiales) y el achatamiento de salarios y pensiones, una realidad desde antes de la gestión petista, se agrava más.

La industria dimite y en las ciudades del interior el comercio ya da señales de estrangulamiento.

Las centrales sindicales oficialistas se vendieron y traicionaron descaradamente las clases trabajadoras, no dan una palabra, son cómplices y también aplican esas medidas antipueblo. Y, delante de la crisis inevitable, estos héroes del embaucamiento ya preparan su rendición en negociaciones por “mantenimiento de los empleos” a cualquier precio, y lo de siempre “disminución de salarios”.

A los renitentes del “voto crítico”, Dilma y el PT continúan alimentando con viejos cantos de sirenas (como siempre) de “cambios”, “democratización de la media”, “impuesto sobre fortunas” y la bendita “reforma política”, desde siempre repetidas hasta el cansancio para conjurar el peligro de la revuelta popular toda vez que la crisis amenaza llevar al ahondamiento general.

Cuando se llega a situaciones como para la cual se avanza a grandes pasos, es que la represión más brutal y genocida se convierte en la única medida que une todas las clases explotadoras, así como todos reaccionarios para salvarse de su hecatombe, independientemente de quién sea el gerente de turno, en este caso, el gran engañador PT. Eso la historia política de nuestro país ya probó diversas veces, y cobrando de forma tan cara de nuestro pueblo.

Pero Dilma insiste olímpicamente con su victoria electoral de Pirro y sacó la última novedad del embaucamiento. Bajo la batuta del señor Levy, representante del capital financiero, ella promete hacer una “revolución en la educación”. ¡Haya cinismo! ¡De los escombros de la economía nacional ella levanta, con ufanía semicolonial, ya en su discurso de posesión, el eslogan fascista de “Patria Educadora”!

Escorando en el “mar de lama”, la vestal de la ética en la política, quien diría, murió en el Irajá.

El triste fracaso para donde va hundiéndose irreversiblemente el PT, campeón de la “moral” y de la “ética en la política”, y sus pulgones PCdoB y otros, no sería más que jocosa mediocridad trosko-sindical (ellos merecen), si no fuesen tan trágicas sus consecuencias. Pero las masas populares sólo pueden aprender el camino de su liberación por las vías concretas de sus propias tragedias.

Las organizaciones clasistas, populares y revolucionarias deben más que nunca levantar alto sus banderas de lucha para rechazar de forma contundente toda esta conocida cantilena de los gerentes de turno de este viejo y decrépito Estado de grandes burgueses y latifundistas serviles del imperialismo. Deben erguir alto la bandera del levantamiento general de los campesinos pobres por la toma de todos los latifundios y de la preparación de la huelga general de duración indefinida, de la movilización de los micro, pequeños y medios empresarios y de la rebelión de la juventud combatiente, uniendo todos en torno al programa de reivindicaciones inmediatas de defensa de los derechos del pueblo trabajador de la ciudad y del campo.

A la panacea cosmética de la engañosa “reforma política”, cuya defensa une toda la reacción, como también los partidos de la “izquierda” electorera, los verdaderos luchadores del pueblo deben contraponer, difundir, agitar y preparar las acciones saneamiento y estremecedoras de la Revolución democrática- agraria-antiimperialista.

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